Opinión
COMISIÓN DE MUJERES Y DIVERSIDAD: UN LUGAR DONDE VIVIR ESAS COSAS QUE ASOMBRAN
Por Mónica Macha
25/10/2020
Los espacios sociales tienen la capacidad de mostrar (y demostrar) nuestro comportamiento político. En esa arena donde intervenimos y nos movemos, hablamos de nosotrxs mismxs, de nuestra ética de las prioridades, de nuestras lógicas de construcción y de una forma de relacionarnos con el poder.
Desde los feminismos populares y masivos hemos avanzado en dos sentidos en relación a los espacios sociales. Ganamos terreno en espacios históricos (e históricamente negados para toxs lxs que no somos masculinidades hegemónicas CIS) donde nuestra aparición e irrupción transformó en cierta medida las estructuras patriarcales en las que estaban fundados. Sin ir más lejos, la composición de los espacios legislativos. Hijas de la ley de cupo y madres de la paridad, demostramos que el feminismo construye de otro modo. Colectivo, sin autoritarismos, sin crueldad, haciendo de la escucha nuestro método, de las redes solidarias (y sororas) la estrategia primaria y creando nuevas formas de organizar el poder. Siempre orientadas por un transfeminismo que busca la justicia social y la autonomía de los proyectos de vida.
Pero además, como toda fuerza transformadora, no nos hemos contentado con irrumpir en la arena pública, en ganar lugares en los espacios de poder donde estábamos impugnadxs o discutir los roles socialmente asignados. Como fuerza que nos excede y nos mueve (no es gratuita la idea de marea verde, nuestra lucha es un oleaje ancestral contra el patriarcado), hemos inaugurado nuevos espacios sociales e institucionales.
Si algo aprendimos, es que necesitamos crear nuestras propias herramientas. Por supuesto que es preciso apropiarnos de los instrumentos que tienen poder en la sociedad y en la transformación social, pero sobre todo inventamos nuestras propias armas políticas. Llevamos la memoria positiva de las luchas de nuestrxs antecesorxs y somos parte de un linaje (somos eslabones de esa linaje) en busca de la igualdad y la libertad para todas las identidades y formas de habitar el mundo.
En este contexto, dimos un paso fundamental en el ámbito legislativo. Ya es histórico y ha inaugurado un espacio institucional para las luchas feministas: la Comisión de Mujeres y Diversidad –tengo el honor de presidirla en la Cámara de Diputadxs.
La Comisión es fruto de un proyecto de la compañera Mayra Mendoza que propuso modificar el nombre y la competencia de la vieja comisión de “Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia” que se denominan ahora: “Familias, Niñez y Juventudes” y “Mujeres y Diversidad”. Una victoria del movimiento feminista, en el desarrollo más masivo y potente de sus fuerzas, instalado de una vez y para siempre en la arena pública y haciéndose lugar en cada territorio de la vida social.
Ahora bien, ¿para qué? Claro, la pregunta no es mía. No es nuestra. La pregunta es de quiénes, hablados a veces sin saber por el machismo, cuestionan o ponen en duda los espacios que son nuestros. Acá cualquiera podría ensayar una larga cadena de argumentos, construir una red de justificaciones teóricas, prácticas, políticas, feministas. Acá mismo, en este preciso párrafo, podríamos hablar de que lo que no se ve no existe, que lo que no se nombra se olvida, que ai algo no tiene lugar para crecer o no se vive en cierta forma se convierte en problemas sociales, en forma de la violencia. Aun más, podríamos decir que estos espacios, como la Comisión, vienen a reparar deudas históricas y a reconocer (y garantizar) el derecho político de quiénes faltan en la política. Ahora, “las chicas tienen un lugar donde viven esas cosas que asombran”.
¿Pero saben qué? Me parece que justificar nuestra presencia es entrar en la lógica argumentativa del machismo. Les propongo invertir los términos. No hay democracia plena sin la participación de las mujeres, lesbianas, travestis y trans. No hay calidad política sin nosotrxs y sin espacios para nosotrxs. ¿De qué orden, de qué calidad y tenor, puede ser una vida política que bloquea la representación de todas las identidades que no son masculinidades CIS?
En la Comisión de Mujeres y Diversidad asumimos un compromiso impostergable: el primer proyecto de ley que dictaminaríamos iba a ser el Acceso Laboral para personas Travestis Trans. Y así lo hicimos. Porque se lo debemos a todxs lxs que dejaron la vida en esta lucha, en este reconocimiento, a Diana Sacayán y Lohana Berkins como íconos indispensables, y porque es nuestra obligación moral y social para con todxs las que siguen el camino de vivir su identidad de forma plena y libre.
El trabajo no fue fácil ni sencillo, pero fue una construcción homogénea, abierta y fascinante. Sabíamos que teníamos 16 proyectos de ley que de una u otra forma buscaban instaurar el cupo laboral travesti trans. Nos dimos el espacio de escuchar todas las voces e identidades, de todas las procedencias y sectores, de un modo federal y horizontal. Celebramos tres reuniones informativas formales de la Comisión de Mujeres y Diversidad y por primera vez en la historia, en una reunión institucional, travestis y trans tomaban la palabra pública y dejaban registrado su testimonio en las versiones taquigráficas de la cámara. Además, las reuniones se transmitieron en vivo por los canales oficiales y cientos de compañerxs de todo el país pudieron seguir la discusión y verse representadas.
Esa serie de reuniones supusieron un gran aporte de ideas y conceptos, estrategias y posibilidades. A partir de ese momento trabajamos en la unificación de los proyectos para tener un dictamen de unidad y unanimidad. En este contexto, como una herramienta clave, el ejecutivo anuncia el decreto del Cupo Laboral Travesti Trans. Ahora no solo teníamos nuestros acuerdos legislativos y el fortalecimiento de las organizaciones sino que además contábamos con un instrumento legal clave que marcaba el horizonte de nuestro gobierno.
El dictamen del proyecto fue conmovedor e histórico. Un paso más (pero no cualquier paso) hacia la ley. Podríamos retomar acá una pregunta: ¿Para qué una Comisión de Mujeres y Diversidad? Ni hace falta la respuesta. Pusimos, de forma colectiva, el cupo laboral travesti trans en la agenda pública, política y legislativa. Es inevitable e impostergable que sea ley.
Como también sabe nuestro corazón verde que hay otro proyecto que es inevitable e impostergable que sea ley.
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