Urbe

¿Un nuevo hegemón?

Por Santiago Mitnik
15 de abril de 2023

Durante el último mes, hubo una serie de noticias internacionales que, inconexas, no parecen decir mucho, pero que cobran un sentido especial bajo la perspectiva de la nueva presencia de China en las relaciones internacionales. Pero para entender lo novedoso de esto primero tenemos que ir a las bases, a ver la tradición más general de las relaciones internacionales chinas, especialmente pensando la dicotomía entre cerramiento y apertura.

 

1. La historia

Históricamente, China fue un país cerrado políticamente. Su enorme tamaño y complejidad hacían que la principal misión de los gobernantes fuera asegurar la estabilidad y particularmente la unidad del territorio. La historia china se divide en momentos de unidad bajo ciertas dinastías y momentos de gran desorden y caos. Si vemos los mapas históricos de las más grandes extensiones de las dinastías chinas, vemos que no son muy distintos entre sí, con un centro entre los ríos Amarillo y Yangtsé, similar al mapa actual.

El gran peligro para China (además de la desestabilización interna y las incontrolables crecidas de sus ríos) era la frontera norte, donde diversas tribus nómades amenazaban constantemente con sus ataques hacia el sur. Es por esta amenaza que se construyó la Gran Muralla, como barrera divisoria entre la civilización y la barbarie. La mas famosa de estas confederaciones de tribus es seguramente la mongola, que dirigida por Gengis Khan logró ocupar China, y una gran parte del mundo conocido. Sin embargo, a su manera, la Muralla logró su cometido, puesto que los descendientes del gran Khan terminaron asimilando su forma de gobierno a la local, y se convirtieron en una dinastía china más. No pudo dejar a los mongoles afuera, pero sí dejarlos adentro; la civilización asimiló a la barbarie.   

En lo cultural, la influencia china hacia afuera existió y fue enorme en la región de Asia-Pacífico y en algunas zonas muy específicas de Asia Central. En esas zonas funcionó como gran núcleo civilizatorio, expandiendo su cultura y escritura, de manera análoga a Grecia y Roma en el período clásico. Hacia el interior, siempre fue una civilización difícil de penetrar culturalmente por lo extranjero, aunque hay que marcar un par de excepciones históricas importantísimas, que casi parecen refutar esa afirmación: el budismo y el marxismo.

En lo económico, la cuestión es un poco más contradictoria. China era el punto de partida de la Ruta de la Seda, la más grande vía comercial desde la Antigüedad hasta la Revolución Industrial. Así y todo, en los momentos de desestabilidad o crisis o de gobiernos más cerrados, este intercambio con el exterior se debilitaba enormemente hasta casi interrumpirse.

Durante el siglo XIX, China entró en un período que sería llamado el “siglo de la humillación“. Como el nombre lo indica, no es un período que sea muy feliz en la historiografía de la nación. Durante esta época, el imperio fue “abierto” a la fuerza por las potencias occidentales, lideradas por Inglaterra, que le impusieron la novedosa importación de muchos productos (entre ellos el opio) y le quitaron la soberanía de ciertos puertos claves, que se usaron como principales puntos de entrada y salida del país (el área internacional de Shanghái, Hong Kong, Macao).

El siglo XX, por otro lado, no sería menos convulsionado. Para no entrar en detalles: Revolución y caída del sistema imperial, periodo de los señores de la guerra, invasión japonesa, guerra civil. En 1949, con la instauración de la República Popular China, terminó en términos oficiales el “siglo de la humillación”, pero el proceso de desestabilidad continuaría hasta el fin de la Revolución Cultural.

2. El presente

Durante el período comunista, China tuvo dos enfrentamientos militares notables. Uno fue la Guerra de Corea, más bien un conflicto eco de la invasión japonesa y la guerra fría que una aventura militar expansiva. El segundo sería la breve y olvidable intervención militar en Vietnam, producto de tensiones étnicas y geopolíticas muy específicas. En todo caso, por más extraño que parezca, la que era vista como principal amenaza militar no era necesariamente EEUU, sino la Unión Soviética. Los tiempos, las ideologías y el sistema-mundo puede cambiar, pero la geopolítica más dura no, y la frontera norte sigue siendo la frontera norte.

Con estos antecedentes, el acercamiento a EEUU y la Reforma y Apertura (incluso con Mao vivo, pero especialmente con Deng Xiaoping) es inscribible en una tradición mucho más larga, que empieza directamente en la primera dinastía. El nuevo Estado, la nueva dinastía, surge de un período de gran desorden. Luego de consolidado el nuevo orden, los sucesores lentamente van modernizando y abriendo el país al comercio. Orden y progreso.

Y este nuevo ciclo de prosperidad chino actual coincide con un momento de enorme desarrollo tecnológico mundial y también de un extraño debilitamiento de la hegemonía estadounidense (cuyas causas específicas y su alcance no es tan fácil de definir). De alguna forma podríamos decir que China se está volviendo una potencia mundial de forma casi accidental. “Casi” porque la solidez organizativa del partido que fundó Mao y los éxitos de las reformas de Deng y sus sucesores fueron intencionadas, pero la escala del resultado fue sorprendente.

Es importante entender que China no se volvió una potencia de primer orden con un sistema político-militar expansivo e intervencionista y esto tiene un impacto en cómo plantean sus relaciones internacionales. Como ejemplo, no tienen en Medio Oriente ningún partido o grupo militar proxy, como sí lo tienen o tuvieron todas las demás potencias (desde la Alemania Imperial, a EEUU, la URSS y Rusia). Además, sea por una política activa o por simple aislamiento, China no tiene países que funcionen como bases militares suyas en zonas lejanas. Lo único similar podría ser Corea del Norte.

Pero como aprendieron a la fuerza en el siglo XIX, especialmente en la nueva era industrial-capitalista, el comercio y la política son dos caras de una misma moneda. Y en esta era, retirarse “hacia adentro” no parece ser ya una opción. La “primera cadena de islas” funciona como el reaseguro de un bloqueo a la expansión marítima china. Si las cadenas de suministro del comercio internacional chino llegasen a cortarse, el país podría entrar en una crisis durísima. Esta es una de las razones por las que sus últimos gobiernos comenzaron un proyecto de expansión de influencia mediante infraestructura terrestre, mas difícilmente bloqueable, sobre el camino de la vieja Ruta de la Seda.

YPF

3. Las noticias

Hecha esta introducción, pasemos a las noticias. La primera es la oficialización de la reelección de Xi Jinping al mando del Estado chino en la sesión de los dos Congresos. Hace algunos meses, se había hecho lo propio en el congreso del Partido Comunista. Esta vez es sobre la estructura específica del Estado. Esta renovación de autoridades tiene una particularidad. Al ser la segunda reelección (el sistema anterior estipulaba solo una) y al desplazar a Li Keqiang (último referente del ciclo político anterior aún en la cúpula gobierno), muchos hablan ya de que esto marca el fín de un gran ciclo político, incluso el fin del proceso de Reforma y Apertura, y la entrada de China en una nueva etapa.

La otra gran noticia es la negociación, intermediada por China, de un tratado de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán. Estos países casi desangran Medio Oriente en sus enfrentamientos con proxys en Yemen y Siria, y en más de una oportunidad estuvieron a punto de entrar en guerra directa. Es, en realidad, una firma de un tratado de paz.

Esto solidifica otra noticia que pasó desapercibida anteriormente: la propuesta de paz presentada por China para el conflicto militar en Ucrania que, si bien no fue aceptada, tampoco fue rechazada por ninguna de las partes (aunque sí por EEUU).  

En esa sintonía, la primera visita internacional de Xi Jinping fue al Kremlin, donde reafirmó la cooperación con Rusia en todos los niveles, excepto en el apoyo en armamento para la guerra en Ucrania. La correlación de fuerzas entre Rusia y China nunca estuvo tan a favor de la potencia asiática. Aislada de Europa, Rusia no tiene muchas más opciones que recostarse en la única gran potencia dispuesta a abrirle espacio. Para China, las ventajas de una Rusia amigable y cooperativa son enormes. 

Para cualquier gobierno chino sería una catástrofe una Rusia inestable, o peor aún, una controlada por Occidente. La vieja “frontera norte” debe mantenerse a toda costa como zona pacífica y controlada. Además, adquiere una nueva importancia, ahora que Siberia es también una fuente casi ilimitada de recursos naturales, que la industria china necesita para funcionar y que Rusia necesita vender. Por esto, una resolución ventajosa para Rusia (pero no demasiado) o al menos neutral del conflicto en Ucrania es importante para China.

La no-entrega masiva de apoyo militar a Rusia parece ir en sintonía con el estilo clásico de la política exterior china de no jugársela demasiado y la búsqueda de no empeorar aún más las relaciones con Occidente. Si esto es o no una buena decisión, es imposible decirlo aún.

En todo caso, otra noticia muestra esta nueva correlación de fuerzas con Rusia fue que uno de los primeros anuncios luego de ese encuentro fue el llamado a la primera conferencia entre China y países de Asia Central. Países que históricamente fueron periferia rusa empiezan ahora a tener vinculación directa con China.

Todo esto podríamos resumirlo con una idea. Si en otro momento podíamos ver una des-polarización o un desorden a escala regional en Eurasia y Oriente Medio, en estos momentos parece verse a una China mucho más dispuesta a comportarse, sino como hegemón, al menos como factor ordenador. Si la conducción se define como un encadenamiento de éxitos, entonces la República Popular está acumulando legitimidad para conducir la región. Mucho más que sus diversos competidores.

4. El futuro

En el plano de lo tecnológico, las disputas con EEUU se están intensificando cada vez más. En el plano de infraestructura sensible ya se dieron los primeros chispazos con la prohibición de inversiones para redes de 5G y el encarcelamiento de una directiva de Huawei en EEUU. Esta disputa también se da en el plano del software, con la red social TikTok, vinculada al gigante tech chino Tencent, puesta en la mira del congreso norteamericano. Con los avances en Inteligencia Artificial y software de espionaje, no es de extrañar que el manejo de la data se vuelva cada vez mas un tema de seguridad nacional.  

En el plano de la producción, los semiconductores son el tema clave. La principal empresa que los produce, TSMC, taiwanesa, está siendo lentamente transferida a EEUU, para “protegerla” de la influencia china. Además, EEUU está lentamente logrando que sus aliados impongan un bloqueo a la venta de microchips a China.

Es importante decir que en este campo, China también hace lo suyo, especialmente con la presencia del gran firewall que bloquea en su territorio a muchísimas empresas occidentales. El mundo parece avanzar, cada vez mas rápido, a un desacople y fragmentación digital.

Una cuestión interesante que se desprende de esto es como cae el paradigma de “Estado contra mercado” en estos temas. Las empresas aquí son simples proyecciones de los intereses nacionales, o viceversa, pero alineadas.

La principal cuestión geopolítica de la región Asia-Pacifico es el conflicto de Taiwán. En estos días tanto China como EEUU hicieron maniobras militares en la zona, intentando mostrar que están preparados para lo peor. Pero si bien China comienza a mostrar sus dientes en términos de posibles ataques, esto parece ser mas una amenaza que algo serio.

Tanto EEUU como China tienen motivos claros por los cuales no comenzar un conflicto ahora (mas allá de los obvio como las miles o millones de muertes). China aún no tiene el stock militar necesario para enfrentarse a EEUU. Si bien está produciendo misiles hipersónicos, aviones de nueva generación y algunos portaaviones, por varios años seguirá atrasada. Hasta ese entonces no tendría mucho sentido intentar alguna aventura militar. EEUU, por otro lado, está distraído con el conflicto ruso-ucraniano y también sin stock de varios armamentos importantes, desde artillería a sistemas antiaéreos. Entrar a un conflicto en dos frentes en medio de una situación económica y política compleja no parece ser demasiado buena idea. Aún así, la experiencia de la guerra de Ucrania indica que nunca hay que confiarse.

En todo este contexto, fue muy reveladora la agenda de la visita del presidente de Francia,  Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen a China. Durante esta visita, Macron intentó alejarse de las posiciones mas confrontativas de los Estados Unidos y otros países europeos. Incluso habló de que Francia no debe ser un país vasallo de EEUU e instó a China a participar más activamente en la búsqueda de la paz en Ucrania (con duras críticas a Putin mediante). Un gesto no menor fue como Xi Jinping ignoró diplomáticamente a Von der Leyen, quién vino en nombre de la institucionalidad europea. 

Todo esto causó graves críticas a Macron, tanto en EEUU, como en Francia y Alemania, por parte de los actores mas “occidentalistas”. Sin embargo, hay que dudar de que esto signifique algo real a mediano y largo plazo. Como se demostró con el Nord-Stream, los márgenes de maniobra de los países europeos están muy reducidos.

Como último punto, varios países anunciaron que comenzarán a comerciar con China en yuanes, sin pasar por el dólar estadounidense, incluyendo a Lula, que en estos momentos está en Shanghai en visita diplomática.

En resumen y como conclusión: los principios históricos generales de la política china se mantienen, tanto hacia el interior como hacia el exterior, pero se puede ver claramente un cambio importante en su aplicación. La República Popular China parece estar mostrando al mundo disposición a intervenir mas activamente en los asuntos fuera de sus fronteras. Los planos de conflicto con EEUU aumentan y se intensifican más y más, y si bien no parece haber un riesgo inmediato, la posibilidad de algún tipo de confrontación abierto entre las potencias es cada vez mas realista.

 

Santiago Mitnik

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