CULTURA

TAN REAL COMO LA FICCIÓN

La eutanasia es un tema sensible y polémico en todas partes del mundo y Argentina no es la excepción. Previo al proyecto de ley que será presentado próximamente en el Congreso de la Nación, utilizamos el cine para abrir la discusión e ir sumando perspectiva frente a este gran debate social pendiente.

Por Cristian Calavia
22/07/2021

En la ceremonia de los premios Oscar del domingo 27 de febrero del 2005 se dio una circunstancia bastante particular: ambas ganadoras, tanto a Mejor Película como a Mejor Película Extranjera, abordaban a su propia manera y estilo el tema de la eutanasia. Por un lado, Golpes del Destino (Million Dollar Baby, 2004) trata sobre un entrenador de boxeo cuya pupila le pide que termine con su vida luego de quedar tetrapléjica en una pelea. Por el otro, Mar Adentro (2004) está basada en la historia real de Ramón Sampedro, escritor español que también quedó tetrapléjico durante su juventud y que luchó durante más de tres décadas contra el gobierno español y la Iglesia católica por el reconocimiento de su derecho a morir.

Este mismo año en España se aprobó una nueva Ley que permite tanto la eutanasia (cuando el equipo médico provoca el fallecimiento del paciente) como el suicidio médicamente asistido (cuando el paciente toma la dosis del producto prescrito para finalizar con su vida). Para que una de estas opciones suceda, la persona deberá estar en pleno uso de sus facultades mentales y solicitar el procedimiento por escrito y renovarlo dos semanas más tarde. Por su parte, en caso de considerar que no se cumplen los criterios, el médico podrá rechazar la solicitud. Además, esa misma solicitud deberá ser aprobada por otro profesional de la salud y recibir el visto bueno de una comisión de evaluación. De esta manera, España se convirtió en uno de los pocos países del mundo en los que la eutanasia es legal junto a Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Nueva Zelanda.

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¿Debería una persona poder pedir su propia muerte? Paddleton (2019) cuenta la historia de Michael (Mark Duplass), un hombre de mediana edad que, al ser diagnosticado con un tipo de cáncer incurable, decide compartir el último tiempo que le queda junto a su vecino y mejor amigo Andy (Ray Romano), tal como lo hicieron hasta ese momento: comiendo pizza, mirando películas viejas y jugando al paddleton, deporte que inventaron juntos. Michael no quiere pasar su etapa final a merced de los cuidados paliativos ni sufriendo; desea morir de la misma forma en que vivió y por eso le pide a Andy que lo acompañe durante el proceso. Esta comedia dramática fue estrenada en el Festival de Cine de Sundance en febrero del 2019 y en la plataforma de Netflix algunas semanas después. Contó con la dirección de Alex Lehman -que escribió el guión junto a Duplass- y su argumento invita a reflexionar sobre el derecho de una persona que transita una enfermedad terminal a decidir qué tanto de su calidad de vida está dispuesta a sacrificar con tal de permanecer un tiempo más en el mundo.

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¿De qué hablamos cuando hablamos de eutanasia? Nada más y nada menos que de la provocación de la muerte de un paciente por su requerimiento y en su propio beneficio a través de la administración de fármacos o tóxicos en dosis letales. Para esto es fundamental que la voluntad del paciente sea solicitada en forma clara y sostenida. La muerte digna es un derecho en Argentina desde el año 2012, amparado por la Ley 26.742 de Derecho al Paciente y el art. 59 del Código Civil. Sin embargo, no es lo mismo que la eutanasia. La muerte digna significa permitir morir. Es el derecho que tienen los pacientes con enfermedades terminales a rechazar cualquier procedimiento quirúrgico, de reanimación artificial, o el retiro de medidas de soporte vital cuando sean extraordinarias o desproporcionadas en relación con la perspectiva de mejoría, o produzca un sufrimiento desmedido. Incluso, hasta permite rechazar la hidratación o alimentación por vía artificial. A simple vista, parecen lo mismo, pero no lo son. La eutanasia y la muerte digna son cosas muy diferentes.

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¿Cuánto dolor es demasiado? ¿Qué rol debe desempeñar un profesional de la salud en estos casos? A fines del 2020, Netflix estrenó El Cuaderno de Tomy, película dirigida por Carlos Sorín –realizador de Historias Mínimas (2002) y El Gato Desaparece (2011), entre otros títulos- que contó con las actuaciones estelares de Valeria Bertuccelli, Esteban Lamothe, Julián Sorín, Mauricio Dayub y Malena Pichot. Este drama tan duro como tierno, estuvo basado en la historia real de Marie Vázquez, una arquitecta y dibujante argentina que, cuando supo que iba a morir de cáncer, decidió escribir un libro para su hijo al que llamó “El cuaderno de Nippur”. Pocos meses después de su muerte, la obra fue editada y se convirtió en un éxito de ventas con varias ediciones en Argentina y otras partes del mundo. Marie era muy activa en las redes sociales y a lo largo de su enfermedad fue contando toda su experiencia. De hecho, al día de hoy su cuenta de Twitter sigue activa a modo de recuerdo y registro de lo que le pasó. Por su parte, el tramo final de la película cuenta la difícil situación que debió atravesar la protagonista, sus seres cercanos y hasta su propio médico para respetar su deseo de no sufrir más y poder despedirse de la forma que ella quería, pese a la regulación argentina vigente, los periplos burocráticos y las creencias religiosas de los demás.

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Hay situaciones que nadie desea para nadie y que, sin embargo, pueden ocurrirle a cualquiera en todo su inabarcable significado: gente muy conocida, poco conocida, colegas del trabajo, ex compañeros y compañeros del colegio, seres queridos, incluso uno mismo. Ninguna persona está exenta a la muerte, todos nos vamos a morir, aunque la única diferencia es cómo y cuándo. La intención de esta última frase –tomada prestada de Corazón Valiente (Braveheart, 1995)- no es impactar, sino naturalizar. La muerte no es un problema, es una realidad ineludible. A pesar de eso no parece haber una voluntad generalizada de hablar ni discutir al respecto. Como si el simple hecho de no ahondar en este tipo de cuestiones nos protegiera de los vaivenes del destino. Hay quienes, por cuestiones ideológicas o religiosas, no están de acuerdo y están en todo su derecho de elegir en qué creer y qué hacer con su muerte. Exactamente de la misma manera en que están en todo su derecho a elegir quienes se encuentren en un estado de salud irreversible.

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¿Cómo saber si una persona está en condiciones de elegir? ¿Cuál es el rol de su familia? A comienzos de junio de este segundo año de pandemia se estrenó a través de la plataforma Cining la película Un Amor Memorable (Supernova, 2020). Este drama gira en torno a Sam (Colin Firth) y Tusker (Stanley Tucci), una pareja que lleva 20 años junta y se encuentra recorriendo el Distrito de los Lagos en Inglaterra mientras aprovecha para visitar familiares y amigos. Lo que el espectador descubrirá en los primeros minutos es que, algunos meses antes de comenzar el viaje, Tusker fue diagnosticado con demencia de inicio temprano; esa fue la causa por la que decidieron pasar juntos la mayor cantidad de tiempo posible, asumiendo los nuevos roles que a cada uno le tocaría en la relación. No obstante, lo que Sam no sabe es que Tusker no considera este último viaje como el comienzo de una nueva etapa, sino como el principio del final. ¿Deja de ser quien es una persona que sufre una enfermedad mental de esta naturaleza? De ser así, ¿en qué momento sucede? ¿Cómo se determina? El film dirigido y escrito por el ignoto Harry Macqueen no sólo plantea el conflicto de quienes atraviesan la enfermedad, también se pone del lado de las personas que deciden acompañarlas en el proceso.

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¿Por qué es un momento pertinente para empezar a pensar y debatir al respecto? En Argentina actualmente se está trabajando para presentar en el Congreso un nuevo proyecto de ley. La iniciativa llevará el nombre de Ley Alfonso por un joven cordobés que padecía ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) y que murió en 2019 después de transitar el último tramo de su vida sin poder mover otra cosa más que sus ojos. Los requisitos que propondría esta legislación son: la voluntad expresa del paciente, el sufrimiento físico o psíquico extremo, un dolor irreversible, la evaluación del caso por consejo interdisciplinario y la objeción de conciencia por parte del médico. Además, se contemplaría tanto la eutanasia como el suicidio asistido.

Este proyecto de ley elaborado durante 2019 por la diputada cordobesa del Frente de Todos Gabriel Estévez aún está en etapa de consulta con especialistas y por esa razón aún no tiene una fecha de presentación oficial en el Congreso de la Nación, aunque sólo es cuestión de tiempo. Pasa en la vida, pasa en las películas. Tan real como la ficción que nos invita a pensar desde distintas perspectivas y analizar temas tan importantes como la vida, la muerte y sus posibles circunstancias.

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