OPINIÓN

POLÍTICA Y CONSPIRACIÓN

Por Santiago Mitnik
11/06/2022

Si en la última columna escribí sobre lo viejo de las nuevas derechas e izquierdas, esta vez quiero empezar por dar un paseo por el tiempo, un poco más atrás, al comienzo de la década del 2010, en los distintos lugares donde empezaban a burbujear los síntomas de la nueva era. Quiero pensar la relación entre política y conspiración a partir de un estudio casi antropológico de un espacio digital muy particular: la sección de comentarios de Russia Today.

Russia Today, conocida como RT, es un medio de comunicación digital vinculado al gobierno ruso, con orientación internacional. Actualmente cobró relevancia por ser uno de los medios censurados por la democrática europa en el contexto de la Operación Especial en el Donbass.

Yo empecé a leer RT en 2012, más o menos, cuando estaba descubriendo el sutil mundo de la propaganda en la arena de la política internacional. La caída de Gaddafi en Libia mostró cómo la pulsión intervencionista occidental seguía a toda marcha. Mientras tanto la prensa argentina brillaba por su ausencia en cualquier tipo de cobertura seria de esos procesos. La única alternativa era buscar prensa internacional, pero los grandes medios privados internacionales, como la CNN, tenían el vicio de estar trabajando directamente como aparato ideológico paraestatal de sus estados, con lo cual la prensa alternativa que aparecía era Telesur o RT.

Como ecosistema digital, RT era (me refiero específicamente a esa época, no a lo que es hoy) muy particular. Una de sus características más salientes era su tipo especial de amarillismo. Notas al estilo de “La nueva superarma del ejército ruso que puede destruir Nueva York en un minuto” aparecían todo el tiempo. No solo referidas a mostrar la potencia de Rusia, sino en general, sobre temas de defensa y política. 

Otra cuestión interesante era la ideología. Como medio, no tenía una línea editorial excesivamente firme más allá de su sesgo antinorteamericano, o, si se quiere decirlo de otro modo, de no-acatamiento del paradigma del orden internacional norteamericano. Esta línea se extendía a las diversas ramificaciones de ese orden internacional. Apoyo a Siria e Irán frente a Israel y Arabia Saudita, apoyo a China y Corea del Norte frente a Japón y Corea del Sur, etcétera. Lo mismo, en su momento, con la cobertura del Euro-Maidan en 2014 en Ucrania y la rebelión de Crimea y el Donbass, que hoy vuelven a estar en agenda. Fue el único medio en mostrar, desde un comienzo, las atrocidades del gobierno ucraniano que, incluso hoy, son omitidas por la enorme mayoría de los medios “aceptables”.

En lo que refería a las noticias en sí, era bastante útil, porque como todo medio contrahegemónico tiene que nombrar las posturas de los otros para desarmarlas, no le teme a “repetir la propaganda enemiga”: la presupone conocida. Importante mencionar el abismo informativo que era leer esa cobertura frente a las argentinas y occidentales, que a veces tardaban meses en nombrar aspectos étnicos, religiosos o económicos como sustrato de los conflictos internacionales.

Pero todas estas cuestiones son relativamente conocidas e investigables. Sin embargo, hay algo que es muy difícil de reconstruir sin haber estado ahí: el ecosistema de lectores de cada medio. Cualquiera sabe exactamente a lo que me refiero cuando digo “la sección de comentarios de La Nación”. Todos podemos imaginar el prototípico comentario gorila. Esa clase de comentario que inspiró el personaje de Capusotto que escribía “Kuka kaka” en medio de un obvio mental breakdown¹ . Esos estereotipos de lector/comentarista dicen mucho de un medio. En primer lugar porque revelan en alguna medida al sector al que apelan. En segundo lugar, y quizás mucho más importante, porque prefiguran algo de la dirección ideológica del momento. 

Me explico: el comentarista, el que discute en redes sociales, es casi siempre minoría intensa politizada (aunque lo niegue). Esas minorías intensas son la clave de las políticas de comunicación y propaganda porque son quienes las replican y amplifican. Además, son la primera “línea de combate” económica de los medios, sus lectores más fieles, por ende también a los que la línea editorial intentará complacer (si no hay un fuerte componente doctrinario en la redacción, cosa que escasea muchísimo). El giro de La Nación de diario “serio y aristocrático”, en contraposición a Clarín, a uno igual de “bajo” que los demás un poco se explica en virtud de ese acompañamiento a una base social antikirchnerista radicalizada.

Por el carácter ideológicamente difuso del medio, el lector de RT era un sujeto muy plural, con muchas identidades posibles. El bloque principal de gente que orbitaba eran izquierdistas diversos. Se política neoliberal, imperialista y conservadora, como fuente de los grandes problemas del mundo. Se apoyaba a todos los movimientos occidentales de izquierda o centro izquierda que surgían en oposición, como Syriza y Podemos.

¹ Probablemente ese estereotipo haya quedado viejo a su manera, después de 2015  lo “K” dejó de ser tanto el centro de atracción de los ataques, reemplazado por Cristina o el Peronismo. Ameritaría algún estudio eso.

Teoría de la Conspiración

Pero lentamente empezó a aparecer una divergencia en el tipo de comentarista. Primero sutilmente y luego inocultable, tenía que ver con la retórica de la teoría de la conspiración, específicamente su modo norteamericano. Para resumirla en una frase: EEUU y el mundo están gobernados por una élite secreta que maneja todos los resortes del poder, la prensa y la economía, que digitan a su antojo toda la historia y en muchas versiones, que son o están vinculados con satanismo o extraterrestres.

Es claro como ese tipo de pensamiento, en un comienzo aparentemente racional, llega a dispararse a un delirio, pero ese delirio no está desconectado ni del resto de la retórica ni de la base material de donde surge.

En EEUU el pensamiento libertario es (o era al menos) localista, autonomista y está estrechamente vinculado a un sentimiento anti-Washington, como se refiere al gobierno federal, que oprime a los estados y a los individuos. Ese mismo pensamiento localista-autonomista tiene una vinculación muy potente con el pensamiento protestante, que tiende a moralizar y cubrir de un manto religioso todos los aspectos de la vida social. A esto hay que sumarle el elemento de esa casi religiosidad popular construida en base al fenómeno OVNI, desde Roswell para acá. Más allá de pensar o no que todo eso sea falopa, lo innegable es que hay mucha (muchísima) gente en EEUU y probablemente también en el resto del mundo, que lo cree. 

Este autonomismo también es bastante antiimperialista, a su manera: señalando como las guerras son solo para el beneficio de las élites de Washington. Un ejemplo de esto fue Rand Paul oponiéndose a la intervención en Siria, en pleno gobierno de Obama. Y este último aspecto creo que es clave para entender ese fenómeno emergente que se veía en la sección de comentarios de RT. De a poco, el antiimperialismo genérico imperante iba teniéndose de nuevos elementos. La crítica a EEUU se mimetiza con la crítica a quién la implantaba, Barack Obama, y todo el sistema de pensamiento que encarnaba, incluído su incipiente y recién descubierto progresismo.

Dos cosas no “ayudan” a hacer clara la separación entre análisis y delirio. El primero es la real y masiva concentración de riqueza y poder en pocas manos que se vive en el mundo actual, el “1%” de la población que tiene más que el restante 99%. La otra es que la enorme mayoría de las cosas de las que se acusó a la CIA y al FBI que fueron catalogadas como “conspiracionismo”, después resultaron ser ciertas. El “Bush did 9/11” (campaña-meme de concientización sobre la idea de que los atentados del 11 de Septiembre de 2001 fueron realizados por el propio gobierno de los EEUU) no se puede entender separado de la “Operation Northwoods” que no fue ejecutada (a diferencia de quién la vetó).

Aeropuertos 2000

Antisemitismo

En los comentarios de RT las críticas al orden internacional y a las élites económicas empezaban a incluir referencias a Davos y al Club Bilderberg más que a clases sociales, al Nuevo Orden Mundial y luego a personas específicas, generalmente con apellidos judíos, como Soros o Rothschild. Es muy sencillo ver como esta retórica muy fácilmente se transforma en antisemitismo. No es que el antisemitismo sea necesariamente inherente a la retorica de la teoría de la conspiración, simplemente que es muy facil de adherir a ella, en parte porque su origen suele ser común. La retorica Nazi, por ejemplo, estaba plagada de elementos conspirativos que constituían uno de sus mas grandes sostenes ideologicos. El “libelo de sangre” es un clásico de la literatura medieval, y llegando a la modernidad, los Protocolos de los Sabios de Sion es el gran exponente de la teoría de la conspiración antisemita.

Haciendo un salto hacia la actualidad, es interesante ver como el antisemitismo no es hoy, en occidente, una fuerza política demasiado potente, aunque definitivamente existe. Las causas son difíciles de decir y seguramente requieran más espacio, pero quiero centrarme en dos aspectos interesantes.

El primero es que lo que muy erróneamente se intentó llamar “neofascismos” (léase los Trumps y Bolsonaros, los Abascales y los Mileis) tienen la característica de ser pro-sionistas y plantearse como defensores del pueblo judío, por más que no tengan tanto apoyo en esa base social. Seguramente esto tenga que ver con la propia deriva retórica de su liberalismo-protestante y su proyección económica, geopolítica y mesiánica. Las derechas antisemitas, neonazis, existen, pero en altos grados de marginalidad y aislamiento político

El segundo: una de las grandes fuentes de antisemitismo en la retorica proviene desde la izquierda, donde antisionismo y antisemitismo se mezclan muy fácilmente. El uso de “sionista” como insulto y referencia a “enemigo de la nación”, incluso a quién no es judío, tiene la misma carga que el señalamiento de que alguien es judío por su apellido que suena que lo es aunque no lo sea, un clasico recurso antisemita que busca mostrar como todos los “enemigos” pertenecen a “ese grupo”. En todo caso, las tradiciones de la izquierda y centro izquierda bloquean la posibilidad de que esos arrebatos retóricos escalen en algo más complejo. No es casualidad que, mas allá de esto, y siendo politicamente mucho mas marginales, los hechos de violencia antisemita mas abierta sean atentados provenientes de neonazis o de extremistas islámicos.

Drain the swamp!

Mas allá de la tangente sobre antisemitismo, volvamos al tema. Mientras este giro retórico pasaba en un remota y pequeña esquina de internet, en el mundo pasaban grandes cambios. Las industrias continúan su vuelo hacia zonas de salarios más baratos, Obama intentaba invadir Siria y una gran campaña internacional se alzaba en su contra, la recuperación económica post-2008 mostraba ya que claramente no iba a haber ni redistribución del ingreso ni unas reformas integrales, la oleada inmigratoria causada por las propias políticas occidentales empezaba a sentirse con fuerza y los gobiernos no hacían nada para proteger ni integrar a la población, etc, etc.

De todo esta tensión y decepción acumulada aparece Donald Trump, que propone nacionalismo económico, retirada de los conflictos militares, freno a la inmigración y drenar el pantano [to drain the swamp]. Esta última consigna refiere a purgar a Washington de su élite demócrata-republicana que gobierna en alianza permanente para asegurar el status quo. Esta pieza retórica es una apelación directa a ese pensamiento autonomista-conspiracionista. De nuevo, ver a Bush, los Clinton y Obama de la mano oponiéndose a alguien parece confirmar esas sospechas.

No es de sorprender, entonces, que de la era Obama salga un Trump. Cuando se habló del involucramiento ruso en la campaña de 2016 en EEUU me causó bastante gracia. Creo posible que algo de eso haya pasado, pero es obvio que las bases materiales e ideológicas estaban ya en el sustrato de la propia sociedad americana y que habría sucedido solo igual. En ese pequeño rincón de internet, en una sección de comentarios se empezaba a ver como una nueva retórica se condensaba. Cómo el hartazgo con las élites liberales tomaba una forma novedosa, más siniestra. Ese ejemplo me sirvió, en su momento, para ver que algo estaba cambiando. Una vez que detectás el patrón, se puede ver como se repite en todos lados.

Lo que nos puede traer a la pregunta, ¿fue todo esto inevitable? Y acá me planto firmemente a opinar que no. El antisemitismo fue llamado “el marxismo de los idiotas”, en el sentido que opera como reemplazo de la necesidad de encontrar los reales problemas materiales que marcan la epoca. Algo similar sucede con las teorías de la conspiración en general. Funcionan como una ventana polarizada frente a la realidad que la refleja bastante bien pero hasta cierto punto. Es, para mucha gente, tanto la vía de entrada como la de salida de la “politización”².

La necesidad de un relato coherente que explique el mundo es imprescindible en la política. En la ideología el mundo también aborrece el vacío y siempre va a haber alguien dispuesto a llenar esa ausencia con sus verdades. En Bienvenidos al Desierto de lo Real, un ensayo sobre los atentados del 11 de Septiembre, Slavoj Žižek discute la relación entre lo Real y lo virtual, y cómo se interrelacionan en la política. Al analizar actos de violencia extremista muestra como no son más que la eclosión de una pulsión que subyace en la sociedad. Una especie de conocimiento inconsciente de que hubo un potencial revolucionario desaprovechado. 

En una época de fact-checkers, cruzadas anti fake-news y una delgadísima hegemonía liberal que nunca se sabe cuando puede rasgarse es cuando más necesitamos una política que presente una retórica sólida y, más importante aún, interesante. Combatir la “irracionalidad” no alcanza porque es solo un síntoma. El combate contra los síntomas de la crisis de horizonte es una batalla perdida, el verdadero combate es por la recuperación de ese horizonte social. Se puede creer que la propia élite liberal va a lograr construirlo, pero para quienes piensen que no, la tarea está clara.

² Como entrada, gente totalmente desconectada de lo político que ve un meme o un posteo atractivo y empieza a investigar, a donde llegue será cuestión de cuán buena sea la propaganda que flote por ahí. Como ejemplo de salida de la politización, está José Luis Camacho (Mundo Desconocido), uno de los más importantes youtubers en español del mundillo conspiración/OVNIS, ex militante comunista. Recomiendo ver sus videos más viejos sobre la guerra en Siria, por ejemplo, y comparar con los más nuevos. La VERDAD sobre Siria y su dramático Final.

 

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