Urbe
El otro Secret Garden
11 de noviembre de 2023
En esta época, donde todo es para ya, a veces es necesario frenar un poco. Hay cosas que necesitan incorporarse, procesarse y digerirse para poder exteriorizarse. Con estas palabras no pretendo mostrar un antes y un después, mucho menos lo que ocurrió durante. Tampoco soy quién para juzgar a quienes fueron y disfrutaron el evento. Simplemente busco compartirles preguntas para que, colectivamente, entendamos la importancia de no hacer cosas por impulsividad.
Durante el mes de julio, las redes y los medios de comunicación tuvieron dos tipos de publicaciones sobre el evento del Secret Garden: promoción y rechazo. Entre las personas que se opusieron había ambientalistas, asociaciones civiles, “ciudadanía de a pie”. Incluso se organizó un abrazo al Jardín Botánico Carlos Thays en Palermo. No pude ni supe sumarme en ese momento.
Pude volver a recorrer ese espacio cuando estuve segura de que no había rastros del Secret Garden. Llevé mi cámara, una libreta y empecé a caminarlo como hacía antes, en aquellos meses que fui pasante y guiaba a las escuelas.
Voy arrancar como hacía con las visitas: definiendo qué es y qué no es un Jardín Botánico. Estos espacios existen en gran parte del mundo, algunos no están en una ubicación tan céntrica como el nuestro, pero ese es un detalle. Estos lugares no son parques, no son reservas ecológicas, no son estadios. Su razón de existir es la conservación, la investigación y la educación alrededor de las plantas. Además, mostrar los roles claves de estos seres vivos en los ecosistemas y cómo se vinculan con otros como animales y hongos. Por todo esto, en el Jardín Botánico Carlos Thays hay cursos, charlas, ferias de plantas, visitas guiadas, etc. Me pregunto: ¿Cuánto se aprendió sobre biodiversidad durante esas noches? ¿Se habrá visto que la vegetación de Asia difiere de la de América o África?
Por otro lado, desde 1996, el Botánico es un Monumento Histórico Nacional y como tal también tiene roles y normas sobre qué puede o no hacerse. Según La ley 12.665, cualquier alteración que se quiera realizar en esos espacios debe ser supervisado y aprobado por la Comisión Nacional, quienes aseguraron en su momento que no hubo comunicación previa, mucho menos un visto bueno sobre el montaje del show.
Es verdad que no todas las personas valoramos a la biodiversidad y a la naturaleza de la misma forma. La conexión con otras especies también es personal. Sin embargo, el Botánico en sí es una experiencia única real, no necesita ser inmersiva. Solamente debemos adentramos al desafío. Cuando trabajé ahí, solía jugar a encontrar la foto del día, eso me obligaba a ver los detalles, a estar atenta.
No hay dos días en los que haya vivido lo mismo. Es necesario involucrar a todos los sentidos. Es escuchar un sonido, mirar las hojas de las palmeras y ver a una ardilla, animal exótico y que no estaba en el 2016 cuando recorría esos caminos. Es pasar en temporada de flores y olerlas. Es ver cómo se transforma el paisaje. Incluso, podría saborearse, pero las normas de los jardines botánicos no permiten arrancar nada. Irónico pensando en lo realizado durante julio y agosto de este año por las noches.
El verdadero Secret Garden, el jardín secreto, está en escuchar los distintos sonidos de las aves y, aunque no sepas sus nombres, notar que son varias especies.
La real conexión con lo natural, incluso en un ecosistema en el que abunda el cemento, no requiere ni luces led ni humo ni parlantes. La real conexión requiere de otras especies y de mi interactuando juntas.
¿Y si eso no es para mi? Quizá tengas que buscar por otros lados, en la ciudad sobre todo abundan las ofertas.
Lo que nos dejó el Secret Garden no es plantas muertas y aves sin cantar. Los individuos, las especies y la naturaleza en sí saben abrirse paso a pesar de nuestros actos. El daño es otro. Lo que se rompió es otra cosa. Es un quiebre simbólico, una puerta que se abrió y si no la frenamos va a surgir el verdadero problema.
Durante las visitas de las escuelas, tenía que decir que todas las plantas importan desde las más chicas a las más grandes. Sin embargo, durante un evento privado, esto no importó tanto. Incluso, al día de hoy no es fácil conseguir la evaluación de impacto ambiental que debía planificarse por 30 días y que se terminó extendiendo por varios días más. Se hicieron grandes instalaciones atravesando los canteros e incluso se promocionaron autos. ¿Te enteraste de eso? Una marca de autos francesa aprovechó la idea del evento y con la excusa de que “refleja el espíritu vanguardista y refinado” de la marca ingresó vehículos al Botánico.
No juzgo la propuesta del Secret Garden por su valor artístico, elegí no verla por el lugar en el que lo hicieron. ¿Realmente era necesario que sea ahí? ¿No podría haber tenido un impacto similar en un sitio ya pensado para eventos privados? Desconozco las respuestas, solamente comparto las preguntas para que nos demos el tiempo para pensarlas.
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