Opinión
El nuevo horizonte BRICS
Por Francisco Mendiondo
20 de mayo de 2023
En 2009, cuando se realizó la primera cumbre BRIC (sin Sudáfrica, quien es admitida al bloque dos años después) en Ekaterimburgo, los presidentes Dmitri Medvédev, Lula, Manmohan Singh y Hu Jintao concretaban por primera vez el concepto desarrollado por el economista Jim O’Neil para referirse al voraz potencial en conjunto de este grupo de países emergentes. En ese momento el bloque representaba el 15% del PBI mundial y el 30% del comercio internacional, por lo que se estimaban a sí mismos con argumentos suficientes para reclamar voz y poder en los organismos multilaterales tradicionales del G20, FMI y Banco Mundial. El crash bancario de 2008 había atentado sensiblemente contra la confianza de Estados Unidos como rector de las economías occidentales, mientras que China salió airosa con una recuperación rápida y una inocente, aunque voluminosa, merma de su crecimiento. El país oriental sostenía (y todavía sostiene) una diferencia abismal en el tamaño de su economía con el resto de países integrantes.
Las preguntas en ese momento giraban en torno a si lo que se avecinaba era un verdadero cambio en las dinámicas geopolíticas donde las reglas pasarían a ser escritas por China a través de BRICS o simplemente se trataba de una integración de los países “emergentes” a las disputas y agendas convencionales de Europa occidental y Estados Unidos. En pocas palabras: ¿BRICS sería una nueva alternativa al poder occidental o su impulso se esfumaría al sentarse en la misma mesa que el G7?
¿Y ahora qué?
Las sanciones de Estados Unidos aplicadas a Rusia expusieron la capacidad del país del Kremlin para buscar salidas a sus productos por fuera de Europa. Las encontró. Su respuesta fue afianzar el vínculo comercial con China e India. También se observa un incremento contundente en las exportaciones con Brasil, que aumentaron del 2020 al 2021 en un 151%. Con Dilma Rousseff como presidenta del banco del Nuevo Banco de Desarrollo de BRICS y una relación comercial potenciada, el vínculo China-Brasil no solo es clave para su propio bloque, sino que denota la inserción del país oriental en Latinoamérica. Además, si bien resta recabar información más reciente, Rusia sufrió una sangría en sus exportaciones pero no de la magnitud que Estados Unidos esperaba: las exportaciones de gas ruso bajaron un 25,1% en 2022, pero las de crudo subieron 7,6%. El cobijo lo encontró en China, que tras un estancamiento en la valoración de su comercio iniciado en 2018, desde 2020 se dispararon, convirtiendo a la guerra en un acelerador más que efectivo para engrandecer su relación, que, como se vió en la reciente visita de Xi Xinping a Rusia, ya sobrepasa lo económico.
La guerra en Ucrania configuró la posición de los BRICS en los acuerdos y relaciones políticas del globo. Las sanciones no tuvieron los resultados perseguidos por Estados Unidos, que ya empleó más dólares en el actual conflicto que en su propia intervención militar a Afganistán en el 2001. Rusia, para paliar los efectos del bloqueo, se recuesta en China, India y Turquía, haciendo crecer la producción de barriles a picos históricos: en 2022 la exportación de crudo creció un 7% con respecto al año anterior y los ingresos superaron los 12.000 millones de dólares pese a la caída del precio del barril que redujo sus ingresos en un 47%. Se estima que China actualmente compra 2 millones de barriles diarios, casi igual que India, que en 2021 adquiría tan solo 100 mil barriles diarios.
El comercio es solo una de las aristas a analizar. Estos movimientos dejan en su camino intensas contradicciones y episodios que socavan los conceptos convencionales de la ideología tremendamente ineficientes pero mayormente fáciles de absorber: fue en abril del 2022 que Brasil, con Bolsonaro a la cabeza, votó la abstención en la ONU por la suspensión a Rusia del Consejo de Derechos Humanos. India, con estrechos vínculos comerciales y políticos con los Estados Unidos, tomó la misma decisión. Ahora con Lula esta dinámica solo se acentuó. Tanto la Casa Blanca como la Unión Europea, con cierto sentimiento de traición tras mostrarle su apoyo para enterrar a Jair, respondieron a los cuestionamientos del presidente petista sobre el verdadero interés de Estados Unidos en un acuerdo de paz en Ucrania.
Mientras tanto, China presta atención a Medio Oriente y Asia. El abandono de Estados Unidos de Afganistán, marcado por la impotencia y la desorganización, atrajo al gobierno de Xi a buscar formas de inserción en la región aplicando estrategias inusitadas para la población oriental, acostumbrada a la penetración militar bajo el mantra democratizador. El acuerdo de paz entre Arabia Saudita e Irán auspiciado por China que terminó con décadas de enfrentamientos militares genera nuevas perspectivas en la región. Marcado por su reconocido fracaso en esta área, Estados Unidos sólo alcanza a observar como su principal competidor por la hegemonía ocupa un punto estratégico en Oriente. Seguramente igual de importante, aunque sin la difusión en medios locales que ameritaba, China también integró a Arabia Saudita a su acuerdo comercial y a partir de ahora el petróleo lo comercializaran en yuanes. Esto refleja un punto crucial en la lucha por el liderazgo mundial: Xi Jinping comprende más que nadie que actualmente el 88% de las transacciones internacionales se efectúan en dólares y que, ya siendo el primer socio comercial del 70% de los países, el próximo paso es la internacionalización del yuan.
Desdolarícese
A Brasil no le bastó con ampliar sus relaciones con Rusia para demostrar su confianza en los BRICS, sino que este mismo año firmó un acuerdo con China para realizar transacciones en yuanes y, a través del diseño de un nuevo instrumento financiero, convertirlos en reales prescindiendo del dólar.
Las sanciones a Rusia sobre sus depósitos en la divisa estadounidense generaron una ola de cuestionamientos e interrogantes sobre el futuro del dólar como la divisa predilecta para las transacciones internacionales. Esto no es tan novedoso, el fantasma del “fin del dólar” aparece presente desde la década del 80. Pero esto no tiene mucha significancia. De la misma manera que la libra esterlina ya no es lo que era, la hegemonía del dólar se puede ver profundamente debilitada por un impulso consistente y serio de China. Dentro de este orden de las cosas es que en el Departamento de Estado de los Estados Unidos leen la posición neutral de Brasil en la guerra en Ucrania y la reciente visita de Lula a Beijing. A raíz de esto, los medios estadounidenses comenzaron a subrayar la posibilidad de un “mundo monetario multipolar” donde las monedas locales cumplan un rol más importante y se priorice la diversificación en la cartera de divisas de los países. Es decir, la yuanización representaría no solo el poder creciente de China, sino que también implicaría la apertura para que otros países se animen a internacionalizar sus monedas en detrimento del dólar.
Las fichas del mapa se mueven: las naciones de la ASEAN (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental) discuten la eliminación del dólar y euro en sus intercambios financieros. Pero no solo eso, el planteo descarta la utilización del yuan y el rubro para volcarse completamente a sus monedas. El cese de operaciones en Rusia de las empresas Visa y Mastercard como parte del bloqueo sacudió al bloque asiático y declararon que iniciarán un proceso de abandono del sistema de pagos con tarjeta tradicional para desarrollar un esquema propio. Si bien se trata de economías pequeñas, su ubicación estratégica en el Indo-Pacifico lo convierte en una zona ultra-militarizada por la OTAN tanto por bases militares permanentes como emplazamientos que rodean Taiwan. Estados Unidos no le saca los ojos a esta región, donde en enero de este año inauguraron una base militar en la diminuta isla de Guam, a poco más de 2700 km de Taiwán. Poder militar y económico nunca fueron fáciles de separar, menos lo es ahora.
India, sin una inserción del todo confortable en los BRICS debido a sus disputas fronterizas en el Himalaya con China, también ve oportunidades para su moneda en el comercio internacional. La suba de tasas de la FED combinada con el bloqueo a las reservas de Rusia en dólares agravó la escasez de dólares de la totalidad de los países emergentes. De esta forma, los países emergentes con mejores herramientas económicas buscan hacerse ver y presentarse como una opción viable para las demás naciones. El Banco Central de India se muestra impávido al enfatizar en sus intenciones de internacionalizar la rupia y ofrecer respuestas nítidas a la crisis. Por otro lado, la activación del swap con China y el anuncio de que las importaciones con China se pagarán en yuanes si bien responde claramente a un extensísimo problema local, el paliativo que encontró el gobierno para cubrir la sangría de dólares no está exento de lo que se da en el marco de la disputa global. Solo entre abril y agosto el comercio con China que se pagará en yuanes se estima que representan 5 mil millones de dólares, con la posibilidad efectiva de alcanzar a cubrir todas las transacciones en el futuro.
El impulso de los BRICS no es una novedad y mucho menos se puede explicar por la guerra en Ucrania; sin embargo, el bloqueo a Rusia hizo acelerar su apuesta en las relaciones bilaterales con China y Brasil. Esta oleada de noticias, si bien sin dudas se encaminan en una misma dirección, destacan por cierta desincronización y su panorama ambivalente: al mismo tiempo que se informa de la primera compra de gas chino en yuanes por parte de una empresa francesa, los bancos centrales de europa suben las tasas y se refugian en el euro; el dólar pierde potencia como moneda de los bancos centrales (pasó de representar el 66% de las reservas en 2016 al 58% en 2022 según el IMF), a la vez que el Banco Central Ruso encuentra limitaciones para la liquidación y conversión del yuan. En este nebuloso caos es que las, hasta ahora, reales intenciones de desarrollar una divisa BRICS se posiciona como un contrapeso sólido para el dólar. La aparición de una divisa bajo la regulación del banco BRICS no solo resulta una amenaza para Estados Unidos y su relación con el Cono Sur, sino que desencajaría al euro, moneda que ante cada fluctuación financiera no puede esconder su fragilidad.
La novedad en este caso es múltiple: una divisa administrada para transferencias internacionales por un ente regional de países emergentes sin proximidad geográfica cuya emisión y circulación sea meramente digital, bajo el sistema CBDC. China ya está familiarizado con las monedas digitales en varias de sus ciudades, por lo que esto no sería un salto al vacío en absoluto. Los antecedentes del uso de una CBDC no abundan, pero si hay que hacer referencia a las pruebas de concepto llevadas a cabo por la FED, medida que se encontró con la férrea oposición del partido republicano, sobre todo de Ron DeSantis, quien negó la posibilidad de implementar el sistema en Florida, el estado que gobierna. La Unión Europea sintoniza otra frecuencia: no hay oportunidad que Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, deje escapar para no mencionar su intención de digitalizar el euro señalando la obsolescencia del efectivo.
El BRICS hasta el momento se vio muy dependiente de las decisiones de China, pero esto puede cambiar rápidamente. Dependiendo del curso de los países integrantes, es una incógnita si el bloque se irá asimilando directamente cada vez más con China, transformándose casi en sinónimos, o se llegará a un esquema donde no solo los demás países tengan más peso institucional, sino que BRICS se consolide como bloque político uniforme que logre brindar una vía distinta al desarrollo económico que ofrece hoy en dia Occidente. Esta distinción es esencial, un movimiento en el tablero de este tipo no es algo preestablecido o previsible según la historia reciente. El acuerdo Bretton Woods fue firmado hace ya casi 80 años y hasta el momento no ha habido ningún riesgo real de terminar con la cooptación completa del dólar en el comercio y en los organismos multilaterales creados en ese momento. La posibilidad de alterar este funcionamiento lo que parece preestablecido se concentra en la coalición BRICS.
Como ya se mencionó anteriormente, la muerte del dólar es pregonada desde tiempos inmemoriales bajo la amenaza de otras monedas, no solo el yuan. Pero, pese a una reacción recalcitrante de varios medios de Estados Unidos, sobre todo los que están bajo el satélite republicano, la divisa BRICS o la yuanización tienen una multiplicidad de complicaciones para establecerse como un contrincante efectivo al dólar. Si bien todavía resta conocer el impacto real de estos movimientos, el dólar corre con una ventaja apabullante sobre el renminbi (yuan): apenas el 7% de las transacciones se realizan en la moneda china. China pudo incrementar las transacciones en su moneda principalmente por su comercio con Rusia, que equivale a 180 mil millones de dólares y dos tercios del total ya se realiza directamente en yuanes. Las dificultades del yuan son múltiples frente a un dólar que pese a que cada vez demuestra más falencias, se mantiene incólume en su posición hegemónica como medio de pago internacional. Como reserva de valor, el renminbi tiene un largo historial de devaluaciones en pos de asegurar su competitividad pero que lo aleja de los ahorristas. Las fluctuaciones en el sistema financiero, la tasa de interés y la inflación provocaron un fortalecimiento de las monedas locales y de respaldos más tangibles como el oro. Pese a la relativa lejanía con la que se puede ver una pérdida estatus del dólar, la caída de la libra esterlina pos segunda guerra mundial funciona como una luz esperanzadora para China y Rusia.
Ya es casi un lugar común hablar de China como un incipiente centro de gravedad. Razón no les falta. La superioridad económica y militar de China frente a sus aliados en el bloque siempre arroja incertezas acerca del interés real del país en pensar a BRICS como un bloque que logre disputar hegemonía o se limite a funcionar como un resorte para expandir sus acuerdos comerciales y políticos. Hace un tiempo que esta dinámica no son únicamente previsiones o discursos que son solo un susto para la Casa Blanca: El 2022 fue el año en que BRICS superó en representación del PBI mundial ajustado por PPA (tasa que unifica el poder adquisitivo de distintas economías) al G7.
La búsqueda de una moneda útil para restarle poder como moneda de reserva y medio de pago internacional refleja una proyección de China como eje central en los próximos años, donde BRICS sería la principal herramienta para expandir sus acuerdos comerciales. El dólar no muestra signos de pérdida total de su relevancia, sin embargo la velocidad de los cambios en el plano internacional hacen que la disputa por la hegemonía política y económica ya tenga expresiones concretas como esta. El futuro está a favor de BRICS y no son pocos los que se avivaron: actualmente hay 13 países que solicitaron formalmente un lugar en la cumbre, Argentina uno de ellos.
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