UN FESTIVAL CONTRA VIENTO Y PANDEMIA
Todo lo que dejó la vuelta a la presencialidad de la 36° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
28/11/2021
A la memoria de Rodo.
La pandemia convirtió al mundo en una historia de ciencia ficción. En una historia de terror, incluso. 2020 fue el año del encierro. La gente debió permanecer en sus hogares y muchos de los grandes eventos debieron reinventarse para seguir activos. Por ejemplo, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La edición número 35 debió realizarse en manera online. No fue lo mismo, aunque sirvió para que mantuviera su continuidad.
La edición número 36 amagó con tener un destino parecido, pero la disminución de las restricciones permitió que volviera a ser presencial, aunque conservando la modalidad online, muy útil para quienes no pudieron arribar a la ciudad. El formato híbrido, como se lo conoce, viene siendo aplicado en un buen número de festivales de cine, como el de Toronto. En el caso de Mar del Plata, la vuelta al modelo tradicional fue encabezada por Fernando Juan Lima, su director, y Cecilia Barrionuevo, la directora artística. Ambos lideraron un equipo estable que, ya antes de la pandemia, era pura pasión y dedicación. Pero esta vez el desafío era distinto: debieron hacer en unas pocas semanas el trabajo que lleva meses.
Pero las noches de insomnio dieron sus frutos: del 18 al 28 de noviembre, y con los protocolos adecuados, La Feliz volvió a ser escenario de uno de los eventos cinematográficos de nuestro país. Una frase hecha, tal vez, pero que este año cobró sentido especial.
La diferencia con las ediciones pre-pandémicas era innegable: hubo menos películas, menos visitas internacionales (Gaspar Noé, que presentó Vortex), menos de varias cosas. No obstante, ganó en intimidad y camaradería, y dejó en claro cómo el público y los responsables del festival necesitaban vivir la experiencia en persona. La virtualidad fue y sigue resultando valiosa, más que nada para incentivar la federalización. Pero nunca podrá compararse con ver una película en sala (y en salas repletas), con ir de un cine al otro, con reencontrarse con amigos y colegas para charlar sobre las películas (y sobre la vida), con una escapada a la playa en los días calurosos.
Cortesía del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Estuvieron las secciones principales: Competencia Internacional, Argentina y Latinoamericana, además de Estados Alterados. Estuvieron secciones clásicas, como Autores. Gran parte de las películas comparten una característica: fueron realizadas o terminadas en plena pandemia. Ninguno de los cineastas presentes dejó de reconocer el reto que significó trabajar en esta coyuntura. De los films programados, el que más se acerca a esa temática es El perro que no calla, de Ana Katz, que curiosamente fue rodado en 2019. Y por supuesto, se recordó a quienes partieron en estos tiempos desgraciados. Desde ya, la Película de Apertura fue Tres a la deriva del acto creativo, la obra póstuma de Pino Solanas.
De todos los segmentos que más se extrañaban del festival, ninguno se compara con las funciones de medianoche, que en esta oportunidad fueron adelantadas a las 21 horas (de hecho, no se realizaron funciones después de las 22, también por cuestiones protocolares); un espacio generalmente reservado a la sección Hora Cero, dedicada al cine fantástico y de terror o inclasificable.
La primera jornada contó con Veneciafrenia, de Álex de la Iglesia; una mezcla de slasher y giallo con sátira sobre los turistas. Otro gran atractivo significó Mad God, un delirio post-apocalíptico a cargo de Phil Tippet, prócer de los efectos especiales. Pero el caramelo más deseado de la noche y del festival fue Titane. El nuevo film de Julie Ducournau, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Un largometraje para estómagos fuertes. ¿A qué punto? En la segunda función, un hombre se descompuso luego de una de las escenas más chocantes y debió ser socorrido por un doctor presente en la sala. La proyección debió ser detenida. Si bien se escuchó la palabra “epilepsia”, luego se supo que el hombre no padecía problemas de salud. La película lo había afectado.
Vale dedicarle un párrafo a quien es el alma de las funciones nocturnas y, probablemente, del todo el Mar del Plata Film Fest: Pablo Conde. Además de ser uno de los programadores más emblemáticos, posee el carisma y el conocimiento que lo convierten en un auténtico maestro de ceremonias, el encargado de que cada una de esas proyecciones sean una fiesta. Llegó a confesar que una mujer se le acercó a felicitarlo por la presentación, aunque la película no le había gustado. Un gran profesional, Pablo, pero, sobre todo, una gran persona.
Cortesía del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Además de las proyecciones, fueron retomadas las actividades especiales, pero al igual que en 2020, permaneció en modo virtual. Según los organizadores, todo fue grabado antes del 18/11. Hubo presentaciones de libros, empezando por Más allá de la estrella – Nuevas miradas sobre Hugo del Carril, de Daniela Kozak y Florencia Calzón Flores. Sí hubo presentación en vivo de los libros editados por el INCAA: El libro de imagen, en homenaje a Jean-Luc Godard; Una retrospectiva del futuro. Vida y obra de Astor Piazzolla y Entre preceptos y derechos. Directoras y guionistas en el cine mudo argentino (1915-1933).
Siguiendo con las actividades especiales, brillaron las charlas con maestros. Tommy Lee Jones, Alex Cox, Joe Dante, Bong joo-ho, Paul Schader y John Landis son algunos de los nombres que engalanaron ediciones anteriores. Hoy, gracias a Internet, los fanáticos pudieron disfrutar de, entre otros, Kleber Mendonça Filho y Phil Tippett, quien dio detalles de su trabajo en la saga de Star Wars y la realización de Mad God. Un caso particular fue el del director tailandés Apichatpong Weerasethakul: su charla se realizó en directo, a las 22 horas, y él mismo no autorizó a que la grabaran.
Cortesía del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Con respecto a la película de clausura, respetó una tradición que empezó en 2018: la proyección de grandes producciones autorales de Netflix que luego tendrán un paso limitado por las salas comerciales. Ya pasaron Roma, de Alfonso Cuarón, y The Irishman, dirigida por Martin Scorsese, y hoy le tocó a Madres paralelas, lo nuevo de Pedro Almodóvar. Antes de esta función, mientras Lima y Conde se encargaban de la presentación, una mujer interrumpió para avisar que llegó con su madre, quien asiste al festival desde su primera edición, en 1954. Los aplausos de toda la Sala Astor Piazzolla del Auditorium no se hicieron esperar.
La vuelta a la presencialidad del 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata es también un testimonio de cómo una iniciativa sale adelante aun cuando la historia de ciencia ficción que nos tocó todavía no termina. Nos recordó la importancia del cine en el cine y del reencuentro del mundo que rodea al cine. Una hazaña que bien resumió Cecilia Barrionuevo en la ceremonia de premiaciones: “Hicimos el festival”.
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