¡ESCUCHA A TUS VERDURAS Y COME A TUS PADRES!
31/07/2021
Soñar y morfar son dos diferenciales de la especie humana. No alimentarse, sino todo lo que -sabemos- implica el buen comer. En Netflix, hace ya varios meses, nos esperan Waffles y Mochi (2021), con una propuesta muy lograda para toda la familia. Ellos son dos buenos amigos, que tienen la condena de vivir en un pueblo glaciar, en el que solo se come hielo. Desde ese mundo congelado, flashean viendo -pantalla mediante- a les humanes disfrutar de sus variadas experiencias culinarias. Y sueñan con ser cocineros. Un día, se suben a una camioneta y llegan al mundo que nosotros conocemos. Así empieza la aventura, aunque ya desde la introducción la miniserie pinta buena, con un jingle matador que aconseja sabiamente “escucha a tus verduras, y come a tus padres”, a través de una melodía que mi cerebro canta al menos cien veces por día desde el día en que la conocí.
En su lisérgica inmersión en el plano de la diversidad gastronómica, estos dos personajes -¿Cómo que no son Muppets?- dan con un mercado, cuya administradora, enternecida, decide darles trabajo y acompañarlos para descubrir toda la potencia de texturas y sabores de los ingredientes sobre los que se estructuran los capítulos. No es otra que la ex FLOTUS Michelle Obama, también productora de la serie junto a su marido (mucho más querible en su objetivo de difundir hábitos de alimentación saludables que como decisor de la política militar estadounidense).
A lo largo de diez capítulos de algo menos de media hora, Waffles y Mochi viajan por el mundo en un magicarro que los aconseja, pero antes les da pista para que aprendan por la propia. Se la pasan visitando cocinas, restaurantes, y granjas de todo el mundo, hablando con cocineros, niños y famosos, todes hermanades por su amor por morfar bien. Así, aprenden a venerar el tomate, visitan los Andes y descubren la papa, la sal y el maíz, el miso en Japón, y muchas otras cosas que van a tener que averiguar mirando la serie. Un zarpado equipo reunido por la productora de la ex pareja presidencial parió una propuesta que tiene todos los condimentos para convertirse en un clásico contemporáneo, y que promueve la alimentación inteligente sin bajar línea a lo pavote (¡el protagonista es un waffle!).
Ojalá tengan chicos para no necesitar excusas para verla. Caso contrario, pidan prestados sobrinos, hijos de amigos, o salgan del closet adulto-céntrico, asuman la presencia del niño interior, y disfruten de Waffles y de Mochi. Y por sobre todo ¡Recuerden saludar a sus verduras, y comerse a sus padres!
La contraofensiva sensible
Máximo Cantón y Manuel Cantón | Este es un ensayo compuesto por varias...
Huellas en el mar
Juan Cavedo | Argentina es un país marcado por la inmigración. Por barcos que...
Armemos una banda de rock (que no entre en un escenario)
Victoria Ascat | Este es un ensayo sobre amistad y política. Victoria Ascat se...
Los dos mitos y los dos borges
Santino Ciganda | A partir del ejercicio de imaginar al escritor en su...
A 70 años de Viaggio in Italia
Josefina Rousseaux | Viaggio in Italia de Roberto Rossellini se estrenó en...
La conducción del resentimiento
Tomás Albornoz | ¿Qué rol tienen los afectos en la política? Desde el miedo al...
Sobre escenas y amateurs
Máximo Cantón | Una escena, o una movida, es una subcultura organizada...
Volver a verte
Augusto Villarreal | Juan era un mono. Más precisamente, un mono caí. En 1969,...
La subjetividad GTA
Alejandro Chuca | ¿Si cae un árbol en el Grand Theft Auto, hace ruido? En este...