Posturas frente a la deuda
18/12/2021
Otra vez sopa…
Sí, otra vez sopa, y otra vez volvimos al “fondo” como prestamista de última instancia tras perder acceso al financiamiento internacional por la falta de credibilidad por parte de los mercados de crédito en el desempeño económico local. De cualquier manera, esta no es una deuda más, sino que ha marcado el pulso de la gestión anterior: el endeudamiento público fue clave para sostener las altas tasas de interés (posibles con la emisión de letras de corto plazo como fueron las Leliq y Lebac) que facilitaron la valorización financiera del capital a niveles superiores a los de la rentabilidad productiva, de los cuales prácticamente nada quedó en el país.
Varias son las peculiaridades que presenta este proceso. Primeramente, el país se endeudó con los mayores montos que se pueden obtener en el mercado internacional y en el menor tiempo que era posible. Tal es así, que un informe de Cifra-CTA señala que el endeudamiento macrista casi triplica el ritmo de endeudamiento anual que se obtiene tras sumar las de las gestiones de la última dictadura, Menem y De la Rúa.
Luego, este inédito nivel de compromiso externo que adquiere la Argentina resulta ser el mayor desembolso realizado en la historia del FMI, equivalente a $44 mil millones de dólares, lo cual refleja la intencionalidad de apoyo político al partido de Mauricio Macri por parte de los acreedores externos y encabezado por el ex presidente Donald Trump desde los Estados Unidos.
Fiel a un proceso de valorización financiera, el endeudamiento público no se vio reflejado en mejoras del entramado productivo sino que, por el contrario, garantizó la disponibilidad de divisas que requirió la fuga de capitales que se produjo en el periodo 2015-2019.
Como se ve en el siguiente gráfico, la evolución de esas variables es tal que de los 103.808 millones de dólares corrientes de deuda pública en moneda extranjera un total de 93.667 millones de dólares corrientes se destinaron a la fuga. En otras palabras, para fines del 2019, de toda la fenomenal deuda adquirida con el FMI un 90% se había fugado.
Stock acumulado de la deuda pública en moneda extranjera del sector público nacional y de la fuga de capitales al exterior*, primer trimestre de 2015 – tercer trimestre de 2019 (en millones de dólares corrientes)
*calculada sobre la base del método cambiario, es decir, la formación de activos externos del sector privado no financiero a la cual se le sustrae la variación de depósitos en dólares del sector privado.
Fuente: Basualdo, E. (2020). Endeudar y fugar: Un análisis de la historia económica argentina, desde Martínez de Hoz hasta Macri. Siglo XXI Editores.
Posiciones tomadas
Entretanto, a fines de 2019 se produce un cambio de signo político, opuesto al que los financistas internacionales apoyaban. Los gobiernos pasan y las deudas quedan. Y el debate del Presupuesto de 2022 era un momento crucial para definir qué hacer con ella. Las condiciones iniciales propuestas en el acuerdo de la deuda son insostenibles. Más aún para un país con dificultades en la capacidad de hacer frente a sus obligaciones como lo es Argentina.
La realidad es que no existe consenso entre las distintas fuerzas políticas al respecto de qué hacer con la deuda, en parte, por la escasa información y la incertidumbre y, en parte, por sus intencionalidades.
Comenzando por el oficialismo, uno de los puntos por los que se solicitó una revisión al FMI fueron los sobrecargos. Estos se aplican cuando los países presentan al menos uno de los siguientes criterios. Por un lado, si la deuda es mayor al 187% de la cuota asignada a cada país, los sobrecargos que se aplican equivalen a sumar 200 puntos básicos a los ya acordados intereses. Por el otro, si el pago adeudado se produce entre los 36 y 51 meses se aplica un sobrecargo adicional de 100 puntos básicos.
En el caso de Argentina, nuestra deuda quedó atrapada en ambos sobrecargos, tanto por valor como por tiempo. Por lo tanto, el país debe desembolsar unos 900 millones de dólares anuales adicionales bajo este concepto.
Este fue uno de los temas por los cuales el oficialismo solicitó una revisión, entendiendo que es producto tanto de la negligencia de la gestión precedente como del organismo que avaló un crédito de tales características. Si bien en una primera instancia Georgieva le aseguró al presidente Alberto Fernández que estaba previsto el análisis de los sobrecargos, recientemente se confirmó que, por lo pronto, no se hará esa revisión.
A su vez, es incierto el destino de la “ley de leyes”, es decir, el eje ordenador de las políticas del año entrante que permite dirimir de qué manera y en qué condiciones el país hará frente a sus obligaciones externas. Clara es la tradicional postura del FMI respecto de la emisión monetaria, el nivel de gasto y otras yerbas con las que el Ministro de Economía Guzmán debe lidiar a la hora de trazar la estrategia económica.
En su última presentación, el mandatario fue enfático acerca de la necesidad de que el programa de políticas públicas planteado para Argentina sea el verdaderamente buscado por el país y no un recetario importado. Como en un deja vu, recordamos que “los muertos no pagan las deudas”, con lo que Guzmán sabe que el Presupuesto 2022 debe continuar alentando la recuperación económica del país para tener capacidad de repago de la deuda.
De cualquier forma, el economista señaló que no existía manera de continuar con el acuerdo actual que hace que Argentina enfrente vencimientos de capital equivalentes a 18.000 millones de dólares en 2022 y a 19.000 millones de dólares en 2023, lo que resalta la necesidad de renegociar con el FMI.
Por su parte, Juntos por el Cambio ha cuestionado mucho la negociación llevada adelante por Martín Guzmán, aún a pesar de ser el partido que contrajo la deuda en funciones y de no presentar ningún tipo de evidencia acerca de cómo sería el plan de pagos que hubieran acordado en caso de presentar continuidad en el poder.
Sí es cierto que, evitando mostrar cualquier coincidencia con el Frente de Todos, JxC encuentra necesario que Argentina logre un acuerdo con el FMI a la vez que comparte la postura de la austeridad del organismo. Una de sus condiciones primordiales es que no se generen nuevos impuestos para incrementar las arcas del Estado y lograr capacidad de repago de la deuda.
Difícilmente sea posible pagar la más mínima parte de la deuda con una herramienta de ese estilo, mientras que las políticas más contractivas probablemente tampoco logren un círculo económico virtuoso que favorezca el repago de los compromisos externos.
Sin embargo, la oposición terminó rechazándolo por considerar que ciertas variables proyectadas estaban subestimadas mientras que otras eran muy optimistas, entre otras cuestiones. Frente a esta negativa y el apoyo insuficiente de la Cámara, el Ministro Guzmán adelantó que, apalancándose en la ley correspondiente, se prorrogará el Presupuesto vigente.
En las antípodas del Frente de Todos y Juntos por el Cambio se unen los partidos de izquierda y otras organizaciones trotskistas bajo la consigna común de “No al pago de la deuda externa”. Sus representantes señalan, en primer lugar, la necesidad de desconocerla. Luego, se oponen al pago de la misma entendiendo que ello conlleva inevitablemente a la aplicación de políticas de ajuste en detrimento de la clase trabajadora.
A pesar de las diferencias hay algo en común entre todas estas miradas y es el papel determinante que tendrá la definición de la deuda con el FMI, cualquiera sea, en el futuro económico del país.
*Economista (UBA). Integrante del Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV.
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