Economía

Mercado financiero intervenido

En este artículo, la economista Noelia Abbate explica el cambio en la política económica de Caputo y Milei, y advierte sobre los riesgos de un segundo semestre turbulento. ¿Quién ganará la pulseada entre el campo y el gobierno?

Por Noelia Abbate
18 de julio de 2024

En una de sus últimas conferencias de prensa, el Ministro de Economía, Luis Caputo, y el Presidente del Banco Central de la República Argentina, Santiago Bausili, anunciaban que detectaban la presencia de “tres canillas” de emisión monetaria, la principal enemiga del Gobierno en su misión por erradicar la inflación bajo su óptica monetarista. 

La primera era la emisión asociada a la cobertura del déficit fiscal. Sin embargo, a través de la licuación de partidas presupuestarias, con foco en las destinadas al pago de jubilaciones, el Gobierno se jactaba de cerrar esta primera “canilla”, con un costo social poco desdeñable. La segunda, eran los pesos emitidos para hacer frente a los intereses que el Banco Central de la República Argentina debía pagar por sus pasivos remunerados, es decir, la deuda que emite para absorber los pesos sobrantes. En este caso, durante esa misma conferencia, las autoridades resolvían el traspaso de esos pasivos remunerados desde el Banco Central de la República Argentina hacia el Tesoro, señalando a este último como el responsable de los excedentes monetarios que motivaban la aparición de este tipo de instrumentos. 

Finalmente, arribamos a la tercera “canilla”, señalada en su momento como la menos dañina. Esta hace alusión a la emisión de pesos en que incurre el Banco Central de la República Argentina para comprar dólares que, a su vez, aumentan las reservas. Esta causante de la emisión monetaria fue la que terminó por llevarse todo el protagonismo en los últimos días, luego de que el Ministro de Economía anunciara la intervención del mercado financiero.

Brecha cambiaria: una vieja conocida

La distancia entre el dólar oficial y el dólar blue, conocida como brecha cambiaria, recientemente arribó al 60%. Esta situación resultó preocupante para el Gobierno ya que en diciembre se produjo una devaluación muy fuerte de la moneda para paliar esta situación, lo que trajo aparejado una notable aceleración de los precios, pérdida del poder adquisitivo y caída en el consumo. La intención de este gran esfuerzo que le fuera encomendado a la sociedad tolerar tenía como objetivo “sincerar” el valor del dólar para que este se asemeje a sus cotizaciones paralelas y acercarse a la noción de un único dólar, algo muy demandado por los sectores exportadores con saldos dolarizados. 

La devaluación del inicio de gestión, se vio continuado por la decisión de llevar adelante un crawling-peg del 2%, más entendible como micro devaluaciones de ese orden. Ahora bien, los precios y el dólar blue evolucionaron a un ritmo mayor al mencionado 2%, con lo que la brecha cambiaria volvió a acentuarse hasta llegar a un 60% (considerando un dólar oficial promedio de $950 y un dólar blue promedio de $1.500), en cierta forma pulverizando el esfuerzo inicial a nivel socioeconómico que el Gobierno le demandó a la sociedad con la suba del tipo de cambio. Asimismo, el sector agropecuario retomó sus presiones devaluatorias para intentar detener la potencial pérdida de rentabilidad en dólares, la cual aún persiste con el actual dólar “blend” al que liquidan sus divisas: 80% al dólar oficial y 20% al contado con liquidación.

El oficialismo es consciente de que, en el corto plazo, devaluar no es una opción, ya que rápidamente se trasladaría a precios y pobreza, entorpeciendo sus objetivos. Por ende, la determinación fue no incrementar el tipo de cambio oficial y presionar a la baja al dólar financiero, para avanzar así en el achicamiento de la brecha como paso necesario para salir del cepo. Pero, ¿de qué manera?

Intervenir para corregir 

En miras de esta situación, el Ministro de Economía anunció que, a partir de esta semana, el Banco Central de la República Argentina comenzará a vender dólares en el mercado de contado con liquidación (CCL) por todos los pesos que emita para comprar dólares en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC), mayormente de parte del campo. Así, la medida apunta a bajar la cotización del CCL por exceso de oferta tras “inundar” de dólares el mercado financiero, reduciendo así la brecha con el dólar oficial. 

Si hubiéramos de efectuar una suerte de “pros y contras”, lo que primeramente podría resultar positivo de esta política sería la esterilización de los pesos emitidos mediante la venta de dólares en el mercado de capitales y la caída del valor del dólar financiero, reduciendo el traslado a precios de esos pesos y achicando la brecha cambiaria. A la vez, las expectativas de que caiga la cotización del CCL generaría incentivos a que el sector agropecuario liquide sus divisas con mayor celeridad. 

Ahora bien, del otro lado de la lista, varias son las preocupaciones. Se puede destacar la caída en las reservas argentinas por la venta de dólares en un país en el cual históricamente han escaseado. Seguidamente, al afectar la capacidad de acumulación de reservas por parte del BCRA, también se vería afectada la capacidad de repago de la deuda que Argentina tiene en dólares, punto que generó mucha incertidumbre y por el cual el Gobierno añadió más tarde que el Tesoro comprará dólares con su superávit para hacer frente a los intereses de los bonos dolarizados. Por otra parte, esta medida representa una gran y discrecional intervención que se ubica en las antípodas del marco teórico del Gobierno, lo cual representa un foco de desconfianza. 

De igual manera, la medida no resulta sostenible en el tiempo, con lo cual cabe preguntarse quién ganará pulseada entre el campo y el Gobierno. Es decir, ¿el campo se inclinará por liquidar sus divisas antes de que siga cayendo el valor del CCL o esperará a que el Gobierno ya no pueda sostener la intervención? Otro actor central en nuestra economía es el FMI, organismo que promovía la eliminación del “dólar blend” y la flexibilización cambiaria. Sin embargo, lejos de seguir esta comanda, la política oficial optó por intervenir el mercado financiero y mantener el tipo de cambio.

En fin, la situación político-económica local se tensa cada vez más, y el correr de los días complejiza la capacidad de acción del Gobierno en medio de la incertidumbre que ya perciben los mercados y los principales actores de la economía. El oficialismo deberá prepararse para un segundo semestre turbulento.

Noelia Abbate

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