OPINIÓN

La Vida en Storys y 1.5

Por Pablo Monti
30/05/21

Estoy un poco confundido con los audios a doble velocidad en Whatsapp. Si a veces soy un joven en contra de las viejas normas y me quejo de los haters anti evolución, ahora voy a hacer completamente lo contrario; me convierto en el boomer más cascarrabias y quejoso del futuro que viste en tu vida. Dicho y hecho, voy a arrancar este texto como si fuera Bonadeo enojado con alguna institución:

¿Cuánto más vamos a modificar nuestra realidad en pos de “ahorrar tiempo”? ¿Qué cosas se ven afectadas con el objetivo de optimizar eso (el tiempo) que pareciera que perdemos constantemente? ¿Nos están ayudando o nos están cagando?

Repito: Estoy un poco confundido con los audios a doble velocidad en Whatsapp. Por un lado me salva de gente que te manda cosas que podrían escribirse en un renglón, en un audio de dos minutos con cuarenta y siete segundos. Pero por otro, me revuelve el estómago con un pensamiento que me aqueja hace rato: ¿nos están idiotizando el cerebro con estos avances “tecnológicos”?

Yo se que suena mega gede y viejo el planteo. Obviamente no pienso que todo avance tecnológico devenga en un apocalipsis. Creo que las nuevas tecnologías y las nuevas formas que se dan en la modernidad también tienen cosas espectaculares y muy valiosas. Tampoco creo que escuchar al doble de velocidad un audio sea un monstruo para la sociedad, pero es inevitable preguntarme: ¿Me quejo por escuchar a una persona durante un minuto y medio? ¿Realmente estoy festejando que ahora voy a poder hacerlo en 30 segundos? ¿Llegamos a un punto en que no podemos ni escuchar la realidad tal como es?

No se olviden que cuando aparecieron las storys nos parecía rara la corta duración. Videos de tan solo 15 segundos. Es un avance (o moda) con dos caras: viendo el lado positivo, planteó una nueva forma de narrar en fracciones cortas. Y desde un lado negativo (para seguir con el eje de este ensayo): cada vez soportamos menos tiempo de atención a la hora de ver o escuchar algo. Y cuanto más lo acortan y nos acostumbran a eso, más difícil hacen que, por ejemplo, podamos ver una película de larga duración. Sin ir más lejos, en Netflix pusieron una sección que es “Películas que duran menos de 90 minutos”.

Me acuerdo cuando era chico no podía creer que un tio mio alquilaba películas y las veía en 1.5. Es un tipo muy ansioso. Imaginate a quien haya dirigido la película, pensando milimétricamente en silencios prolongados, espacios entre respuestas, respiraciones, gestos… y venga uno medio Pepe Argento y le de fast foward “para que agilice un poquito”.

Y cuidado porque así nos están masticando la comida en todos los ámbitos. Pensemos en las series y las películas. Cuando salió El Irlandés de Scorsese, en todos los portales la tildaban como “la peli de 3 horas”. Mucha gente decidió no verla por un agobio anticipado. Las series (aunque de muchas soy fan y me parecen increíbles) tienen el problema de tener que captar tu atención de forma constante. La fragmentación en capítulos es una trampa para mantenernos pegados en la trama. Cada capítulo termina con un interrogante de la trama que se resolverá (o no) en el siguiente capítulo que querrás ver inmediatamente. Todo termina respondiendo a una lógica medio televisiva, y en donde se cocinan los contenidos, el ingrediente más importante será el que mantenga la atención del espectador. Algo lento, poco dinámico, no sirve. Algo difícil de entender, con un entramado complicado, pasa a descartarse, y en su lugar, El Profesor de La Casa De Papel, con su voz en off, te explicará todo lo que ya está contando la imagen, como para que no le queden dudas a algún distraído. Seamos sinceros, el buen cine pide pensar, pide analizar la decisión de encuadre, de colores, de un silencio diciendo más que un diálogo, etc. En la clase de guión no nos dejaban escribir “en ese momento el hombre se sintió nervioso”. Uno debía explicarlo de forma visual: “el hombre seca su transpiración. Mira repetidas veces su reloj, agita el pie de arriba a abajo y mira a los costados”. El espectador debe completar los significados. Hoy en día, gran parte del cine (o series) de entretenimiento, no dejan espacios en blanco. Atacan con la trama. Si la trama no es fuerte, es como si no hubiera nada. Ya lo dijo la mejor cineasta del país, Lucrecia Martel en una entrevista para Playboy Colombia que anda por ahi en youtube:

“No subestimo al público, no pienso que tenga que contarle todas las partes de la historia. La gente es muy inteligente y sensible. (…) Hacerle creer al espectador que la película es el argumento es atontarlo. Es quitarle imagen expresiva a la imagen. Correrte del argumento te obliga a usar todo mejor. Cuando la gente tenga más tiempo libre se va a hartar de lo que se pasa en los cines. Mientras no tengamos tiempo libre y estemos tan agobiados y encima el cine sea una manera de ponerse un ventilador, va a seguir triunfando ese modelo. Pero mientras la gente pueda estar mejor y descansar, se va a aburrir de lo que pasa en la televisión y cine mainstream.”

¿Puede una actualización de Whatsapp llevarme a toda esta reflexión existencialista? Sí. Cualquier excusa es buena para malflashar un poquito. Pero tiene que ver con todo. Llegó también a la música. No se hacen más temas (en el mainstream) que duren más de tres minutos y medio. Las canciones no tienen terceras vueltas. Si dura más de 3 minutos es porque está llena de feats o cambios de frente instrumentales. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste un disco entero? O peor… ¿cuándo viste por última vez un video entero, sin saltear ni un poquito en youtube?

Nos están diciendo que no tenemos tiempo en la vida. Pero al final es una trampa para consumir más y peor. Para que el arte deje de ser arte y sea una instancia de descanso, que no nos demande nada. “Estamos comiendo todos los días en McDonalds y volver a comer sano se hace cada vez más difícil” diría mi amigo y mentor Seba De Caro.

Vuelvo a aclarar, en los nuevos parámetros, siempre hay quien sabe adaptarse y darle una vuelta de tuerca interesante. Todos se quejaron cuando el cine empezó a ser sonoro. Porque los directores, golosos del nuevo recurso, en vez de contar en imagen, hacían que los personajes expliquen todo constantemente. Luego se reinventó y acomodó. Eso seguirá sucediendo y habrá luz entre la oscuridad. Pero en el común denominador, poner en 1.5 la vida está siendo la regla general del mercado. Los estribillos que aparezcan rápido, que la película “te enganche” apenas comienza, que los capítulos mejor duren 20 minutos y las canciones 2:30. Y recuerden que tenga 15 segundos claves para la story.

Siempre me sorprendieron las películas futuristas. Esas que en el pasado anticiparon cosas del presente. Odisea en el espacio anticipó las videollamadas. Volver al futuro, el cine 3D. Y así muchas cosas más. Las películas futuristas de hoy en día ¿qué nos están advirtiendo? Nolan habla de la crisis climática en Interstellar. Black Mirror de la tecnología como un futuro enemigo para los vínculos humanos. Y Pixar, con Wall E, anticipa el camino lógico del 1.5 como forma de vida: no moverse, jugar al fifa y no al fútbol, conversar solo a través de una pantalla, ver la película o serie que esté en agenda y en trending topic. En Years And Years, unos padres super progres y modernos, están dispuestos a charlar con su hija y decirle que ellos estarán felices si ella decide lo que suponen: cambiar de género. Pero la hija no quiere eso, quiere digitalizarse, no existir más físicamente, y desmaterializarse. Esos padres modernos y abiertos, se chocan con una nueva realidad que no quieren aceptar. ¿Los que hoy nos creemos modernos y abiertos a los cambios, estamos destinados a ser los retrógrados mañana? Este ensayo me atemoriza a pensar que sí. Que ya estoy para que alguien me diga “ok boomer, tomate un aplax”.

Aguanten los avances tecnológicos. Pero no dejemos de ejercitar el cerebro, por que si la tecnología le sigue reemplazando tareas, no vamos a poder ni escuchar a una persona charlando a velocidad normal.

“La interrupción, la incoherencia, la sorpresa son las condiciones habituales de nuestra vida. Se han convertido incluso en necesidades reales para muchas personas, cuyas mentes sólo se alimentan (…) de cambios súbitos y de estímulos permanentes renovados (…) Ya no toleramos nada que dure. Ya no sabemos cómo hacer para lograr que el aburrimiento dé fruto. Entonces, todo el tema se reduce a esta pregunta: ¿la mente humana puede dominar lo que la mente humana ha creado? (Paul Valéry)