FRENAR AL NEGACIONISMO
03/10/2021

No es algo nuevo
La negación de los crímenes del terrorismo de Estado fue una operación que comenzó en pleno genocidio, con la organización de un relato oficial que tuvo a las principales redacciones mediáticas a su servicio. La mentira fue trabajada para hacerla parecer como verdad.
Mientras había miles de víctimas detenidas-desaparecidas en centros clandestinos de detención, tortura y exterminio -y sus familiares empezaban la lucha por saber dónde estaban- la propaganda del terror no solamente funcionó para distribuir miedo, sino también para justificarlo.
Tapas de diarios, fotos en revistas, noticias en radios, instalaron a los “enfrentamientos” como palabra para validar cualquier masacre de los genocidas. Los mismos partícipes civiles usaban sus diversas plataformas para difundir la teoría del enemigo interno, por la que convertían, a quienes ellos quisieran, en sospechosos y culpables.
Pero, ante semejante poder, también nació la resistencia. Ahí al lado, en ese mientras tanto de siete años, hubo mujeres que se pusieron un pañuelo blanco y salieron a luchar. Cada vez que las persiguieron -incluso desaparecieron- o las trataron de “locas”, intentaron negar sus denuncias, sus dolores y sus ausencias forzadas.

El macrismo es negacionismo: una cronología
Una de las mayores expresiones de negacionismo de este último tiempo comenzó en 2010 cuando Mauricio Macri gobernaba la Ciudad de Buenos Aires con insistentes intentos de poner picanas portátiles (taser) en manos de las Fuerzas. Desde entonces, el macrismo busca avanzar en la implementación de estas armas de tortura, que son la versión actual del método usado por los genocidas en los centros clandestinos. Pueden ser letales y tienen la condena de organizaciones internacionales defensoras de los Derechos Humanos.
Debido a las denuncias que hemos presentado desde H.I.J.O.S. Capital y el Observatorio de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires todavía no pudieron lograr su implementación.
Pero no se detuvo ahí. El mismo Mauricio Macri en 2016, ya como Presidente de la Argentina, afirmó no saber si los desaparecidos son 30.000. Fue como respuesta a una pregunta que le hicieron a partir de las declaraciones del entonces Ministro de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Darío Lopérfido, quien instaló en la agenda pública la negación del número de víctimas.
Lejos de sacarlo de su cargo, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, le permitió quedarse y nunca hizo un repudio sobre sus dichos, generando una fuerte campaña de los organismos de Derechos Humanos y sectores de la cultura que reclamaron su salida. Finalmente, el negacionista por entonces yerno de Bartolomé Mitre -un partícipe civil del terrorismo de Estado impune por el robo de Papel Prensa- presentó su renuncia.
En 2017 se produjo otro hecho en la misma clave: el fallo del 2×1 para genocidas resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación cuyo presidente, Carlos Rosenkrantz, había estado vinculado al Grupo Clarín. El popular y masivo rechazo a la posibilidad de reducir a la mitad el tiempo de la condena por delitos de lesa humanidad, puso en evidencia que el olvido y el perdón no tienen lugar en nuestra sociedad. Sin embargo, a determinados sectores les sirvió para medir cuánto podían avanzar con el intento de impunidad para los genocidas y, principalmente, a los partícipes civiles del terrorismo de Estado.

Crédito Eitan Abramovich / AFP
Un Simposio Internacional para juntarse y reflexionar
¿Cómo se habilitó al negacionismo durante el macrismo? ¿Cómo se instalan las ideas, aunque no sean verdades? ¿Qué pasa cuando hay negacionismo desde un lugar de poder? ¿Cómo se regulan esas acciones? ¿Se deben sancionar con una ley?
Encontramos que las prácticas y los discursos de odio están instalados en algún sector de nuestro país. Lo escuchamos en declaraciones de referentes de espacios políticos y lo vemos en ataques a homenajes a las víctimas: roturas de Baldosas por la Memoria, daños a pañuelos blancos en las plazas, e incluso apariciones de bolsas mortuorias, pretenden dar un mensaje de muerte sobre uno de los mayores símbolos de la defensa de la vida.
Son agresiones de grupos que expresan sus ideas con odio y violencia, y no son hechos aislados. Es urgente reflexionar sobre estas acciones, que se incrementaron considerablemente como consecuencia del inmenso dispositivo desplegado por el Gobierno de Mauricio Macri para intentar banalizar el genocidio.
Desde 1983 nuestro pueblo eligió la democracia para siempre. Las diferencias y opiniones deben respetar ese acuerdo. Después de tantos años, y con centenares de juicios a genocidas, no se puede negar la magnitud del terrorismo de Estado. Nuestra sociedad rechaza esa posibilidad y tiene bien alta la bandera que reivindica 30.000 luchas.
Sin embargo, es indudable que el negacionismo se ha vuelto eje de campaña electoral por sectores que pretenden la impunidad, el perdón y el olvido. Por eso nos interpela pensar qué lugares quedaron vacíos para que hayan podido entrar estos discursos y prácticas. Y a eso los invitamos.
Desde H.I.J.O.S. Capital, la Fundación Luisa Hairabedian y la Secretaría de Extensión Universitaria FFyL-UBA, organizamos el Simposio Internacional “Entre negacionismos, discursos de odio y sus múltiples formas de prevención”, porque consideramos urgente que este tema se instale en la agenda pública de un modo reflexivo y responsable.
La inauguración es el 6 de octubre y seguirá todos los miércoles del mes de 18 a 20hs hasta el cierre el día 3 de noviembre, con modalidad virtual y no arancelada. La inscripción la pueden realizar en esta página.
Son 30.000 y están PRESENTES.

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