Artificios

ENTENDIENDO LA CONSPIRACIÓN

Por Santiago Mitnik
23 de septiembre de 2023

Las noticias sobre diversas audiencias en el congreso estadounidense sobre la cuestión OVNI pasaron, por suerte, bastante ignoradas. La última, en México, parecía tener cierto grado de seriedad hasta la presentación de unas supuestas momias alien que eran, y realmente no encuentro otra forma de decirlo, un delirio total. La creencia o no en la verdad de los reportes y supuestas evidencias de naves espaciales, extraterrestres o abducciones no depende especialmente de las pruebas científicas al respecto, porque no las hay, sino de un acto de fe o de experiencia personal.

 

Pero son demasiados casos para ser una simple coincidencia. Especialmente si coincidimos en que no son literalmente hombrecitos grises que manejan miles de años luz en naves hiperavanzadas para chocar en Arizona o que les disparen los ejércitos nacionales.

Foto: Supuesto cuerpo “no humano” presentado ante el Congreso de México.

YPF

Estado y conspiranoia

Para Gustav Jung, los platos voladores (“flying saucers”) representaban una figura arquetípica, una expresión de la ansiedad colectiva provocada por la enorme transformación social y tecnológica del mundo moderno. Una especie de reencantamiento del mundo. En la serie X Files, lo paranormal es una imagen de lo siniestro de la sociedad estadounidense, tanto en sus pequeños pueblos y comunidades, como en su propio gobierno.

La idea de que “el gobierno nos oculta algo” es un pilar fundamental del espíritu conspiranoico estadounidense, y con buena razón. Tomemos el caso más conocido: la idea de que el atentado del 11 de Septiembre fue un inside job no se sostiene, a mi juicio. Ahora bien, efectivamente el gobierno norteamericano tiene responsabilidad por haber creado directamente Al-Qaeda, el clima de tensión con el mundo musulmán, e incluso por haber ignorado ciertas fuentes que señalaban el peligro inminente. Pero nada de todo eso quiere decir que hayan causado el hecho activamente.

Como vamos a ver el leit motiv de la teoría de la conspiración: ver algunos de los hilos que mueven el mundo, pero no poder terminar de articularlo en un lenguaje o ideología racional, y por ende expresarlo en historias a veces ridículas. Digamos: como espejo de la teoría de “Bush did 9/11” tenemos todos los otros casos donde EEUU muy posiblemente cometió atentados de falsa bandera o mintió sobre accidentes o eventos para provocar conflictos militares, como el incidente de Tonking y el del Maine. Detrás de lo “oculto” que denuncian la mayoría de las teorías de conspiración hay otras realidades, mucho más complejas, pero ciertas.

Un ejemplo bien actual para tener en cuenta es todo lo que se desprende de la Agenda 2030. Esta agenda no es más que una declaración de principios de la ONU, de 17 objetivos de Desarrollo Sostenible y algunas metas asociadas, como puntos de base para informar tanto políticas públicas nacionales como líneas de trabajo para las instituciones internacionales, las ONGs y el sector privado.

Para algunas teorías de conspiración, la Agenda 2030 es el plan de dominio de una élite oculta, para imponer sobre todos los ciudadanos un nuevo orden global. La reacción que tenga quien lea esa oración anterior habla más sobre el marco teórico que maneja que sobre su validez o no. Porque más allá del tono, esconde una clara verdad, en la que básicamente todos estamos más o menos de acuerdo, si lo planteamos correctamente. Veamos:

Vivimos en un mundo desigual, donde unos pocos tienen muchísimo poder. Ese grupo no está constituido por una simple agregación aritmética de sus componentes, sino que tiene una identidad social, basada en su rol social. Esta voltereta es para decir simplemente, que son una clase social. Esta clase social, llamemos la clase capitalista, tiene un objetivo principal y uno secundario que a veces se vuelve principal. El principal es maximizar sus ingresos, el secundario es asegurar su supervivencia.

En los 70, las empresas petroleras contrataron a expertos para medir los posibles impactos ambientales de sus actividades. El resultado obviamente fue mantenido en secreto: mejor empezar a creer en algunas teorías de conspiración, porque estamos viviendo en sus consecuencias. Pero a lo largo de las décadas la cuestión fue cambiando. Hoy ni la empresa más contaminante del planeta niega la existencia del cambio climático. ¿Por qué pasa esto? Una respuesta posible es que la fracción mayoritaria de la clase dominante a nivel global, en la mayoría de sus distintos think tanks, partidos políticos e instituciones internacionales, llegó a la conclusión de que el cambio climático es una amenaza real a su propia supervivencia político-económica.

La Agenda 2030 entonces, no es más que el reordenamiento de la estructura ideológica del modelo capitalista liberal occidental, en la nueva era y un boceto de un plan para su aplicación. Cómo se llega a esa conclusión es una cosa variable dependiendo de cada marco ideológico. Si lo hacemos con cierta dosis de pensamiento mágico y una desconfianza casi paranoica, tenemos teoría de conspiración; si es con análisis de clase tenemos marxismo y si es con un optimismo sobre el sistema global, tenemos liberalismo progresista. El análisis de la situación material, en cambio, no es tan distinto.

Más allá de las psyops

Posiblemente la principal diferencia entre el formato conspiración y los otros tipos de análisis sea que el primero sólo ve influencia desde arriba hacia abajo. Un ejemplo sería la cuestión de la “ciudad de los 15 minutos”. Esta propuesta no es más que una renovación de la vieja idea del urbanismo reformista, con una larguísima tradición. Esta suele surgir por ver los efectos nocivos que el desarrollo urbanístico genera tanto para la “moral pública”, como para la estabilidad social y las tasas de ganancia. 

El Estado, y los actuales elementos globales que empiezan a funcionar como supra-Estados, generan políticas públicas pensando en el bien común, pero también en gran medida porque saben que las externalidades negativas de maximizar la tasa de ganancia a toda costa pueden traer las condiciones para un proceso revolucionario o antisistema. Eso, posteriormente, termina transformándose en una ideología.

Ahora bien, el gran problema es, nuevamente, que las conspiraciones y las psyops existen. Si con la voluntad progresista de las elites y los deep states alcanzara estaría todo resuelto. Pero esos mismos aparatos de legitimación político institucional son los que se usan para legitimar y sostener también los aspectos más nocivos del orden actual. Y como idea extra, son aún más peligrosos en caso de que pensemos que están en decadencia.

Pensando específicamente en Argentina, por ejemplo, una sumisión a nuestro rol periférico, garantizada en parte por una dirigencia política educada por instituciones de esa élite y con esa ideología. El meme de que “vienen por nuestros acuíferos” no es solo un meme.

Es importante volver a repensar las líneas de la teoría de la conspiración desde una mirada seria por varios motivos. En un sentido general es que “Hay Algo Ahí”. Es, hoy en día, uno de los principales espacios de politización, y quien no tenga el ojo puesto se va a perder muchas cosas.

En primer lugar, muchas de las ideas que circulan por ese mundillo terminan, un par de años después, en el discurso mainstream. Por otro lado, mucha gente que orbita ese mundo puede ser sacada si se abordan las problemáticas reales que subyacen, con un discurso materialista (aunque no necesariamente marxista).

Un caso concreto donde esto tuvo enorme importancia en Argentina fue con la pandemia. Sin la crisis económica, pero también de legitimidad (y me animaría a agregar de salud mental), que se generó, hoy no tendríamos la situación política que tenemos. La movida anticuarentena-antivacunas abrió en gran medida la puerta al fenómeno Milei. Efectivamente, el discurso cientificista-elitista no alcanzó para combatirlo.

La idea de que la élite iba a intentar oprimir a la población con un virus artificial ya circulaba en diversos foros hace décadas, con lo cual solo hizo falta que el sistema empiece a fallar un poquito para que el discurso esté listo para calar en la sociedad. Es bastante gracioso, pero leer teorías de conspiración suele ser bastante útil para ver venir cuales van a ser los próximos temas importantes… si sabés filtrar el delirio.

Foto: “Las vacunas son veneno”, cartel en una manifestación anti-vacunas, derivada de las teorías conspiranoicas.

Argentina y el Estado Profundo

Y por eso va a ser particularmente importante en Argentina. Porque así como no se explica Milei sin la “Plandemia” lo que se va a venir con su gobierno es una versión local de QAnon.

QAnon es, básicamente, la forma que adoptó en foros de internet la teoría de conspiración cuando Donald Trump, llegó al gobierno. El encuentro con las lógicas reales de poder llevó a explicaciones cada vez más retorcidas. Especialmente sobre el final de su mandato, con la derrota en las Midterms, la pandemia, el Black Lives Matter y la derrota electoral. En el discurso de QAnon, la política real  pasaba a ser filtrada por un discurso semi-mágico que veía fantasmas por todos lados. Incluso pensando que Trump iba a seguir en el gobierno y Biden no iba a asumir, lo que ocasionó los riots del 6 enero en el Capitolio.

En cierta medida, por las formas de internet, esos movimientos son incontrolables para todos los actores, pero si son manipulables. QAnon estaba en gran medida fogoneado desde arriba, desde diversos servicios de inteligencia y grupos mediáticos. Hay que prepararse para un posible gobierno de Milei donde tengamos alguna que otra expresión de este fenómeno.

Por más que se haya escrito muchísimo sobre el fenómeno de las teorías de conspiración en redes, la verdad es que hay que prestarle más atención aún, pero no desde una postura paternalista o de desprecio, sino buscando los contenidos específicos y mirándolos desde una perspectiva materialista. Esa es posiblemente la única forma de llegar a canalizarlos fuera de sus vías más destructivas y antisociales.

Santiago Mitnik

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