Política
El pasado y el devenir
Por Sol de los Andes
12 de octubre de 2023

En Arabia Saudita cae un martillo y en Argentina el Museo Sitio de Memoria Ex Esma es Patrimonio de la Humanidad.
La incorporación fue aprobada por unanimidad en la 45° Sesión del Comité, que está conformado por 21 representaciones rotativas de los 194 países más 12 Estados asociados que integran la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La UNESCO se dedica a identificar y proteger el patrimonio natural y cultural considerado de valor para la humanidad toda. Dentro de esta lista se encuentran increíbles sitios naturales como las cataratas de Iguazú y sitios culturales diversos como la Acrópolis de Atenas, el barrio histórico de la ciudad de Colonia de Sacramento o las pirámides de Giza. Otros sitios de memoria o lugares donde se realizaron violaciones a los Derechos Humanos como el campo de concentracion y exterminio nazi Auschwitz-Birkenau integran también esta lista.
En el Casino de Oficiales de la Ex Esma, ubicada en Av. del Libertador en el barrio de Nuñez, funcionó el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio más grande del pais, durante los años de la ultima dictadura civico-militar (1976-1983). Se estima que por allí pasaron más de 5 mil víctimas del terrorismo de Estado, donde fueron torturadas, y la mayoría de ellas asesinadas. Aparte de las salas de tortura, la ESMA contó con una maternidad clandestina en donde nacieron bebes, dentro del plan de apropiación sistemática de menores que llevó adelante la dictadura. La ESMA funcionó también como un campo de trabajo forzado, donde las víctimas fueron obligadas a realizar trabajos de diversos tipos, desde el mantenimiento del edificio hasta escribir notas periodísticas y realizar análisis políticos para las aspiraciones políticas del comandante de la Armada Emilio Massera.
El predio de la ESMA fue recuperado en el año 2004, y luego de un largo proceso de debates y acuerdos entre los organismos de Derechos Humanos, el Museo de Sitio abrió sus puertas en el año 2015. El establecimiento del museo presentó un desafío, ya que se buscó generar un espacio que honrara a las víctimas, a sus familiares y que permitiera la transmisión de los hechos a las nuevas generaciones, a la vez que se mantuviera la integridad física del edificio, que funciona como prueba judicial. Hoy en día, la Megacausa ESMA cuenta con 59 condenas por 800 víctimas, dentro de las cuales se encuentran 30 casos de bebés apropiados.
En el año 2019 se comenzó a trabajar para candidatear el sitio a la lista de patrimonio de la UNESCO, lo cual se realizó formalmente en el año 2022. ¿Qué implica que la ESMA sea parte de esta lista? El nombramiento significa un reconocimiento mundial de los crímenes y violaciones a los Derechos Humanos cometidos durante el terrorismo de Estado, aparte de brindar la protección de la UNESCO al espacio. El patrimonio está íntimamente ligado a la memoria: el nombramiento de estos sitios, tanto naturales como culturales, tiene como objetivo proteger los lugares más importantes de la cultura mundial, con el fin de conservarlos y preservar su historia para las próximas generaciones. Así, la designación de espacios de memoria como Patrimonio de la Humanidad reafirma el mandato de no olvidar. No olvidar, para no repetir.

Septiembre: memorias en puja
Pero, ¿es esto suficiente? El nombramiento de la UNESCO baja un mensaje internacional en un momento en donde las luchas por la memoria se desplegaron en la arena pública como nunca antes. En el pasado mes de septiembre, la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza organizo en la Legislatura porteña un acto en conmemoración a las victimas del “terrorismo”. Luego de esto, expresó de forma reiterada en entrevistas y eventos su posición con respecto al terrorismo de Estado, el accionar de los militares durante la última dictadura y los organismos de Derechos Humanos.
Este evento, llevado adelante en un organismo del Estado, se sumó a una serie de discursos y afirmaciones negacionistas que la candidata de La Libertad Avanza viene sosteniendo desde antes del lanzamiento de su carrera política. De forma reiterada, se ha dedicado a negar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los años de la dictadura, y a defender el accionar de las fuerzas armadas.
Estos discursos no son nuevos.
La llamada “teoría de los dos demonios”, tiene tantos años como la democracia misma, y fue la narrativa predominante de la transición democrática. Este discurso sostiene que los crímenes cometidos por los militares durante la dictadura no fueron más que acciones realizadas para defenderse y defender a la sociedad de los grupos que ellos denominaban «terroristas». Igualando así, la violencia cometida por el Estado a la de los grupos armados.
La lucha de los organismos de Derechos Humanos, los juicios por lesa humanidad y la construcción de una memoria oficial por parte del Estado, fueron desplazando este discurso e instalando el reclamo por Memoria, Verdad y Justicia tanto en las políticas estatales como en la sociedad. Así, Argentina se convirtió en un ejemplo a seguir en materia de Derechos Humanos, tanto en la región como en el mundo. Pero estas narrativas que niegan el accionar de los militares y el terrorismo de Estado en Argentina nunca se fueron del todo: solo no tenían lugar en la esfera pública. En los últimos años el negacionismo en la Argentina se fue acentuando cada vez más. Pero el éxito en las PASO del espacio libertario, con una figura reconocida dentro del mundo negacionista como candidata a vicepresidenta, permitió que afloren discursos que hasta ahora solo asomaban tímidamente. En el mismo mes que se conmemoró el 47° aniversario de La Noche de los Lápices con una marcha multitudinaria en La Plata, en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán apareció un graffiti con la imagen del dictador Jorge Rafael Videla con la frase “Videla no hizo nada malo”.
¿Cómo se explica un septiembre tan ambivalente? La socióloga argentina Elizabeth Jelin explica en su libro Los trabajos de la memoria, que la memoria no es, nunca, un proceso finalizado. La memoria del pasado, principalmente del pasado reciente, es una construcción constante, que cambia, muta, se transforma. La memoria es una arena de luchas. Los cambios políticos ponen en jaque a la memoria establecida, sacando a la luz discursos que anteriormente estaban acallados o existían en espacios por fuera de la arena pública. Esto no siempre significa una oleada negacionista: la llegada de nuevas generaciones abre también preguntas sobre el pasado, trayendo nuevas narrativas y visiones al horizonte de lo posible. En los últimos años, por ejemplo, se comenzó a visibilizar las vivencias de la comunidad LGBTQ+ durante la dictadura, trayendo experiencias y vivencias que hasta ese momento no habían sido parte de la memoria oficial.
Que la memoria cambie no es, necesariamente, algo malo. Las visiones sobre el pasado reciente tienen que actualizarse, repensarse a la luz del presente, para poder seguir vivas. El cambio es la única herramienta contra el olvido. Pero entre cambio, y negacionismo, hay una brecha. ¿y qué mejor momento que una crisis política para intentar imponer una nueva visión sobre el pasado?

Pasado presente
En plena época de elecciones, con un caos creciente, una inflación galopante, más de 40% de pobreza, crisis de credibilidad en las principales figuras políticas… ¿cómo es que, con tantos problemas a abordar y solucionar en Argentina, la memoria sobre el pasado reciente sigue siendo tema de escrutinio público? En el debate presidencial del pasado domingo 1 de octubre, la ciudadanía eligió el tema Derechos Humanos y convivencia democrática como tercer eje de debate. Nuevamente, los discursos que niegan los crímenes cometidos por la última dictadura militar, que los califican como “excesos” y que intentan relativizar la cifra de los 30.000 desaparecidos surgieron en pleno debate.
Aunque parezca incongruente, las visiones sobre el pasado nos dicen más sobre el presente que sobre el pasado en si mismo. Porque la memoria es una construcción en constante proceso de lucha, entre visiones diferentes de la historia y entre diferentes proyectos políticos y formas de entender la democracia y los Derechos Humanos.
En todo discurso sobre el pasado se juegan miradas sobre el presente y expectativas sobre el futuro. Luego de cuarenta años de democracia ininterrumpida en nuestro país, el peligro que acarrean los discursos negacionistas no se juegan solamente en la arena de la historia, la academia o el mundo de los derechos humanos. El negacionismo es un proyecto de país en sí mismo, sobre el que se ponen en juego la estabilidad y los consensos que permitieron construir estos años de democracia.
Pensar que el debate sobre el pasado no tiene nada que aportarnos sobre cómo vemos el presente, es olvidarnos de lo que la propia UNESCO nos vino a recordar con el nombramiento del Museo de Sitio ESMA como Patrimonio de la Humanidad. La memoria no puede darse nunca por sentada, y sin memoria, sin patrimonio, sin conciencia sobre el pasado, sin reflexión sobre los crímenes contra la humanidad que se cometieron en nuestro país, no se puede pensar la democracia.
Pasado y futuro son dos caras de una misma moneda: el presente. A 40 años de democracia y en un presente de crisis, marcado por la incertidumbre, el caos y el desenamoramiento por la política, no hay que dejar que el negacionismo gane terreno. La memoria se construye día a día, es un devenir, por lo que hay que seguir diciendo hoy más que nunca, NUNCA MÁS.


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Nro de obra publicada – Página Web:
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