Cultura
«me gusta trabajar la creatividad en equipo», entrevista con victoria zerdá
Entrevista
21 de mayo de 2023

Victoria Zerdá (Arrecifes, 1993), es poeta, dramaturga, y militante. En exclusiva con Revista URBE, presenta su nuevo poemario Los accidentes me ocurren, publicado por Editorial Criolla. Además, nos cuenta sobre su búsqueda creativa, el rol de lo colectivo en la escritura, la relación entre arte y militancia, y sobre cómo la poesía puede trabajar con registros como el de la anécdota o el recuerdo.
Al final de la nota, compartimos el poema “polvo”, un adelanto de Los accidentes me ocurren. El libro está a la venta a partir del jueves 11 de mayo.
—Primero, te pedimos que te presentes, que nos cuentes de tu recorrido y de cómo llegaste a la poesía.
Yo escribo desde siempre, básicamente, desde muy chica. Empecé en Arrecifes, de donde soy. Viví en varios lugares, mi viejo era tesorero de un banco y lo trasladaban, así que siempre nos estábamos mudando, toda mi familia es de Arrecifes. En 2001 mi viejo agarra el retiro voluntario y ya nos instalamos en Arrecifes, a los 9, 10 años.
Siempre escribí, empecé teniendo un blog, en la época de los blogs, después una columna en el diario local. Cuando me vine para acá (a Buenos Aires) me vine a estudiar periodismo, como una manera de escribir. Ahí empecé a trabajar en publicidad y en el medio, mientras estudiaba, hacía talleres de teatro, primero, y después talleres literarios. Empecé con Diego Paszkowski a hacer narrativa, ahí conozco a mis amigos, con quienes tenemos a un grupo de autores, Fuego Amigo. Nos juntamos, nos leemos, nos acompañamos en los procesos, y es un proceso re lindo.
Con Diego pude sacar mi primer libro de poemas, Algo que no cierra (Azul Francia, 2019), y después de eso me fui más para talleres de poesía íntegros. Ahí estoy un par de años con Natalia Litvinova, con Nati y Diego armo el segundo libro, Parque Lleno (Entre Ríos, 2020). Después de eso, arranco otros talleres, con Andi Nachón, Mercedes Halfon… Empiezo a buscar por otros lados, y comienzo este libro en 2020.
—Es bien pandémico.
Sí, súper pandémico, sale un poco de ahí. 2020 y 2021 fueron la etapa de escritura del libro. Ahora estoy escribiendo teatro, tengo formación de teatro y el año pasado me metí más en la dramaturgia. Siempre estuve haciendo teatro y escritura a la vez y recién ahora los uní a través de la dramaturgia. También laburo de directora creativa en publicidad, escribiendo pero otro tipo de cosas. Y milito, también, en el Frente Patria Grande, en Mala Junta, que es la parte de diversidad y de feminismo.
—Los tres libros que sacaste fueron poemarios. ¿Cómo es el proceso de elaboración de un libro así?
Los tres procesos fueron bastante diferentes, para mí siempre lo mejor capaz es lo último. Estoy más contenta con el proceso del último, creo que el primero fue más de juntar una temática en común y después pude con el conjunto de poemas armar el libro. Parque también era un conjunto de poemas más diversos que fueron construyendo un libro. En el tercero, Los accidentes me ocurren (Criolla, 2023) lo que pasa es que empiezo a buscar esa serie, empiezo a escribir para esa serie. Comienzo a encontrar elementos o querer encontrarlos. La poesía, al contrario de la narrativa quizás, permite eso: tengo este abanico de temas y con eso puedo ir tocando distintas cosas.
Empecé en pandemia, en una etapa en la que hablaba con muches amigues y estábamos todes en la situación de no poder escribir. Pero no me costó tanto sentarme a leer. Por recomendación de una amiga, agarré un libro de Amélie Nothomb, su primer libro autobiográfico que es Metafísica de los tubos. Es un libro muy lindo, es como la mirada de alguien cuando nace: ella relatando sus tres primeros años de vida. Como si fuese autobiográfico, pero es muy poco probable que recuerde esas cosas. Y yo leyendo eso me di cuenta de que tenía recuerdos muy vívidos de accidentes que me dejaron cicatrices, como el episodio que tuve con la reja, cuando era muy, muy chiquita. Ese es el primer poema del libro. Ese fue el puntapié de decir “qué loco que me acuerde tan claramente de estos episodios cuando, al ser tan chica, no me acuerdo de otras cosas de esa edad”. Ahí empecé a trabajar con poemas bien narrativos, que contaran esas anécdotas.
Después, en el medio de la pandemia, me voy para Arrecifes y fue muy loco seguir escribiendo eso desde el lugar de mi infancia, con mi abuela y esos personajes cercanos. Llevo los poemas al taller de Nati [Litvinova], y ella me invita a jugar con la literatura, a pensar por dónde lo podemos abrir: por la infancia, las lastimaduras, los accidentes en sí, las heridas… Empezamos a buscar y a jugar, y nos dimos cuenta de que eso podía ser mucho más. Ella me propuso que no escriba sólo desde el lugar de la niña, sino que estaba bueno ir y venir en el tiempo. Así fue el proceso de este libro en particular: buscar, trabajar en la escritura con el objetivo de esta serie en sí.
—Justamente te quería preguntar por el título del libro y cómo lo elegiste. ¿Estuvo desde el principio, por esto que contás de tus recuerdos, o llegó al final?
En general hay como nombres internos que se usan durante el proceso, en este caso era “Cicatrices”. Ese fue el puntapié: contemos las cosas que me dejaron cicatrices. Los primeros poemas que escribo, que no están en ese orden, son los que más cuentan anécdotas y recuerdos de las cicatrices. Después empiezo a tocarlos de otra manera.
El título me costó muchísimo, y de hecho no sé si estoy a gusto, pero a todo el mundo le gustaba Los accidentes me ocurren. Lo que me pasó es que dije “¿yo no estoy encontrando un título que me cierre, y toda esta gente me dice que es ese? Bueno, confío, elijo creer.” Y ahora me gusta más. Yo confío mucho en eso: soy muy de abrir todos mis procesos. Después una tiene que tomar una decisión y ver con qué se queda y con qué no.
Laburo mucho en equipo, me gusta trabajar con la creatividad en equipo. Siento que la escritura de por sí es algo muy solitario, y a mi grupo de amigues, mi pareja que también escribe, y a los editores también, a todes les cerró ese nombre. Fue medio sobre el final, la pregunta era qué nombre es el que encierra esta idea de las cicatrices, y este sale de uno de los poemas, todos los títulos que laburé salen de títulos o de versos de algún poema.
—Me gusta eso que contás sobre cómo fuiste tomando la decisión con amigues, colectivamente. Lo colectivo está muy marcado en tu obra, ¿cómo funciona el grupo Fuego Amigo? ¿Cómo se conocieron, cómo trabajan?
Nos conocimos en el taller de Diego [Paszkowski], empecé a cursar con algunos y después otros cursaron entre ellos… En el último año que cursamos juntos le pedimos a Diego que haga un grupo sólo con nosotros, ese último año éramos como compañeros del colegio. Después de eso se armó como un grupo horizontal, con muchos ex Paszkowski, éramos un grupo como de 30 personas. Se empezaron a hacer juntadas, y empezamos a hacer también un ranchito más chico, un grupo de amigues.
En pandemia empezamos a juntarnos una vez por semana, por Zoom o Meet, a leernos. Funcionaba así: ¿quién trajo? Se lee y se hace devolución de cada une. Eso, una vez por semana, y además empezamos a trabajar los libros. El que terminaba uno lo mandaba, y al mes o mes y medio nos juntábamos y lo trabajábamos. Parque Lleno lo hice así, Accidentes no tanto, pero en el medio lo fueron leyendo varies y al final lo terminamos leyendo en conjunto.
Todos ellos escriben narrativa, algunos escriben poesía pero en general soy la única. También tenemos un chat que funciona mucho: alguien tira un cuento y lo leemos, nos celebramos las publicaciones, los premios mutuos y nos acompañamos en el proceso. Ese es un poco el fin. Somos un grupo de amigues que escribe.
—En el libro hay un tema muy presente que vos marcás vinculado a la infancia, la memoria, que lo relacionás con los recuerdos de las cicatrices. Me dio la impresión de que hay otra zona dentro del libro vinculada a la muerte, a las ausencias, al duelo. ¿Cómo trabajaste estos temas?
Sí, yo creo que están trabajadas las heridas y las cicatrices también desde la pérdida. Lo que trata un poco el libro es esta idea de que así como se perdió una parte de una oreja también se perdieron otras cosas. Eso toca con la infancia y también, creo, con lo constitutivo de uno.
En los personajes, creo que traté de pintar como una instancia, de mi familia, que tengo miedo de cuando lo vayan a leer, de cómo lo puedan ver [risas]. Es el hecho de que están las figuras complejas pero presentes. Me parece que tienen eso, si bien tiene mucho del duelo, la parte de mi abuela… Hay dos abuelas, mi abuela Lina aparece mucho, y después otra abuela, que tiene más preguntas que respuestas. Traté que todo sea con sentido y con respeto: tocar la pérdida, la cicatriz y los accidentes desde distintos ángulos. Esa fue la búsqueda: ya que me iba a meter con la infancia, meterme de lleno, con todos los vericuetos que tiene, desde una mirada adulta también pero sin que por esto tenga que dejar de ser poético.
—Además de poeta y dramaturga, sos militante, que es una palabra que usás también para presentarte. Para vos, ¿la escritura y la militancia son mundos separados, o tienen puntos de encuentro?
Yo creo que tienen, o que pueden tener: son dos cosas distintas que una puede elegir juntar. Hace dos años empecé a militar orgánicamente en el Frente Patria Grande, y empecé a militar… bueno, porque tenía ganas, fue en el marco de 2019 y lo que estaba pasando. Pero a mis compañeras de Mala Junta las conozco porque empiezan a hacer un ciclo de poesía, y viene la pandemia y lo siguen haciendo con vivos, con los famosos vivos de Instagram.
Entonces yo me empiezo a sumar a las reuniones y me meto en ese grupo a armar, o a motorizar las actividades de poesía. Y así gestiono por dos años el ciclo La Lengua, que es un ciclo de poesía con foco queer. Entonces era una militancia unida no a la práctica de la escritura en sí, sino a la literatura. Se trataba para mí de encontrar la manera de militar en un partido político, ayudar desde ahí, pero también desde un lugar del que yo pudiera sumar, que yo sintiera que era mi mundo.
Me considero una artista, yo siempre me sentí escritora, pero últimamente también pienso que es mucho más amplio que eso. Después hay personas que toman a la escritura como una militancia, aunque yo creo que muchos escritores son escritores, y no hacen una militancia desde ese lugar. Hay cosas que hago como escritora y cosas que hago como militante; se pueden juntar esos dos mundos en proyectos en común, pero es una voluntad ponerme a militar y una voluntad diferente hacer una carrera como escritora.
—Una última pregunta: ¿qué estás leyendo? ¿Qué lecturas que te hayan marcado te gustaría recomendar? Para darte una punta, en el epígrafe del libro citás a Cristina Peri Rossi…
Bueno, Peri Rossi sí o sí, lo que tiene es que es muy de la anécdota trabajada en la poesía. Está bueno eso porque rompe una idea, por ahí está en el imaginario que la poesía tiene que ser abstracta y compleja, y la poesía también puede ser una anécdota o un relato. Recomendaciones… [Juana] Bignozzi, que es la número uno en Argentina, sin duda. Ella trabaja muy bien con la anécdota, pero en otra medida.
Lo último que estuve leyendo fue una novela, Lolita de Nabokov, que me parece una obra maestra. Después está [Amélie] Nothomb, siempre estoy leyendo algo nuevo de ella porque me fascina su narrativa, en cada viaje leo algo. Más allá de eso… de Gabriela Cabezón Cámara, Las aventuras de la China Iron. Y ya en lo que es poesía, bueno, Juan Gelman, Nati Litvinova, que es una contemporánea, me parece, de las contemporáneas que van a quedar. Susana Villalba, Andi Nachon… Lo primero que leí fue Vilariño, cuando escribí mi primer libro… que ya no me gusta tanto, pero bueno, eso es algo que nos pasa a todes [risas].
—Para cerrar, ¿algo más que te gustaría decir sobre Accidentes?
Sí, me gustaría agradecerle a Gabi Borrelli, que escribió la contratapa, y además fue una de las personas que estuvo, que lo leyó… Porque este libro, como que lo abrí mucho con mucha gente. Todos los poemas fueron trabajados en distintos talleres, con Gabi también hice taller, y con distintas personas, tiene eso que fue lo mejor que se consiguió: cada poema tiene lo mejor que se puede dar. Gabi en la lectura que hace en la contratapa encuentra algo político.
Bueno, Parque, mi segundo libro tiene mucho de la militancia, de la militancia social o de cierto contenido de lo que se estaba palpando en ese momento. Este libro es mucho más íntimo, más personal, más subjetivo… Pero así y todo no deja de mencionar referencias de la lucha colectiva. Y a la familia, que también a una la empieza a formar en ese camino de la militancia. Creo que a su manera Accidentes también tiene mucho de militancia, pero de otro lugar: el de su infancia, el de lo incipiente, el de una génesis.
___
Para concluir, adelantamos un poema de Los accidentes me ocurren:
polvo
Tengo una lastimadura mal curada,
una costra que arde al roce.
La viste sangrar y te sumergiste.
Mientras en la media sombra del parque Las Heras
lloraba por mi familia, por la salud de mi abuela,
vos me enseñaste tus rituales:
tierra de montaña, letras de antiguos duelos.
La luz del sol partió tu cara en dos
y justo cuando te encegueció los ojos,
fui sincera:
me da miedo mi fascinación
por tus manchas de nacimiento,
que nuestras maneras al fin terminen por separarnos,
que un día me despierte sola y no sea suficiente.
Pero no te quiero sin fisuras,
sin las marcas que te hiciste de niña y no recordás cómo,
no me interesa verte llegar
sin que arrastres tus escombros
y los pongas sobre mi mesa de luz
para que los acaricie de noche.
Quisiera ser valiente.
Quedarme con el polvo
que resta sobre tus hombros
para que juntas se lo demos
como ofrenda
a mi herida.


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