
URBE
GUERRA FRÍA POR LA VACUNA PARA EL COVID-19
Por Florencia Tiseyra
16/08/2020

Como si se tratara de una disputa de la geopolítica, la vacuna para frenar la pandemia del Covid-19 inauguró una nueva carrera entre las potencias globales, con equipos de científicos tratando de alcanzar la cura y la industria farmacéutica buscando beneficiarse económicamente. En ese contexto, Argentina emerge con el anuncio de producir, junto con México, la vacuna desarrollada en Oxford para toda Latinoamérica.
En los últimos días una noticia sacudió al mundo: la vacuna para enfrentar al COVID-19 es una realidad. Desde que comenzó la pandemia ocasionada por el virus “SARS CoV2” las grandes potencias de la industria farmacéutica se lanzaron a una búsqueda exhaustiva por obtener la vacuna que prevenga futuros focos de la enfermedad que paralizó al mundo.
La vacuna promete poner fin a la crisis sanitaria que hoy aflige a la humanidad. Actualmente se desarrolla una frenética carrera entre las grandes potencias mundiales, quienes tienen en claro que aportar soluciones salvará vidas, reactivará el normal funcionamiento de las sociedades y posicionará de forma estratégica al país que la consiga.
El primer país en anunciar la aprobación de una vacuna fue Rusia. Se realizó mediante una flexibilización de las reglamentaciones establecidas por su autoridad sanitaria en contexto de emergencia. El desarrollo fue realizado por el instituto estatal Gamaleya y financiado por el Fondo Ruso de Inversión Directa. La vacuna llevará el nombre de Sputnik V, en honor al satélite que la entonces Unión Soviética puso en órbita en plena Guerra Fría.
Sin embargo, aparecieron muchas dudas sobre su verdadera eficacia. Las principales críticas se relacionan con la falta de evidencia publicada. Según los lineamientos de la OMS sobre el desarrollo de las vacunas, los estudios deben realizarse por fases: Fase preclínica (deben demostrarse resultados sobre seguridad y tolerancia en modelos animales); Fase I (se administra en un pequeño grupo de humanos, en general menos de 100); Fase II (se testea en un grupo más grande de humanos, entre 200 y 500, en esta etapa se estudia su seguridad, capacidad inmunógena, dosis propuestas, y método de administración); Fase III (participan de cientos a cientos de miles de voluntarios, en varios centros de salud de uno o más países. Es el paso anterior a la aprobación de una vacuna.); Fase IV (Evalúa el funcionamiento luego de la aprobación de la vacuna monitoreando efectividad y efectos adversos).
En condiciones de normalidad el desarrollo y la aprobación de una vacuna puede llevar de 5 a 10 años, pero existen antecedentes de vacunas realizadas en tiempo récord en contexto de emergencia. Sin ir más lejos, el caso más cercano es el de la última pandemia por Gripe A: la enfermedad se conoció en abril del 2009, se realizó el anuncio del hallazgo el 12 de junio de 2009 y en agosto, comenzó la prueba en seres humanos. Los resultados fueron positivos y, en menos de cuatro meses, se empezó a producir en masa para poder distribuirla en todo el mundo.
Las autoridades rusas prevén comenzar con la Fase III en los próximos días, producirla en el mes de septiembre y comenzar una campaña de vacunación masiva en el mes de octubre. Lo llamativo es que la vacuna se haya aprobado antes de finalizar la totalidad de las fases previstas.
Según la Organización Mundial de la Salud, eran seis las vacunas más avanzadas: tres desarrolladas en China, otras dos estudiadas por las farmacéuticas estadounidenses (Moderna y Pfizer) y una última investigada por la firma británica AstraZeneca en colaboración con la Universidad de Oxford. Sputnik V no se encontraba en la lista prevista por la OMS.
La revista científica “The Lancet” publicó los resultados de la Fase II de la vacuna realizada por la Universidad de Oxford, donde demuestra ser segura para el sistema inmunitario y haber producido anticuerpos contra COVID-19 en quienes se la aplicaron. Presenta un 90% de efectividad luego de la aplicación de la primera dosis y 100% de efectividad luego de aplicadas dos dosis, lo que nos adelanta la forma de administración que seguramente tendrá.
Alberto Fernández, luego de felicitar al primer mandatario ruso por el gran hallazgo de su país, anunció que Argentina producirá la vacuna de Oxford contra el coronavirus. El acuerdo se realizó con representantes de la farmacéutica AstraZeneca y de la biotecnológica mAbxience del Grupo INSUD, inicialmente se esperan producir 150 millones de dosis de la potencial vacuna. Se calcula que el costo va a estar entre 3 o 4 dólares por dosis, y que estará lista para el primer semestre de 2021. Se proyecta que nuestro país pueda acceder a la vacuna de seis a doce meses antes que el resto de países de la región.
De esta forma, a poco de haber llegado a un acuerdo por la deuda externa, el gobierno nacional irá un paso más allá y profundizará su protagonismo en la lucha contra la pandemia producida por el coronavirus demostrando la gran capacidad científica y tecnológica que posee nuestra nación.

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