Deportes
El fútbol se mudó a Medio Oriente
El fútbol y las exorbitantes cifras de dinero hacen que Arabia Saudita esté cobrando relevancia en Occidente en el último año. Es normal ver montos elevados en transferencias, como la de Enzo Fernández al Chelsea por 121 millones de euros hace unos meses, pero cuando estos movimientos provienen de países con ligas de poca envergadura llaman particularmente la atención. Esta nota explica las causas políticas detrás de este fenómeno y lo compara con otros países que intentaron lo mismo en el pasado.
Arabia Saudita sorprendió al mundo, futbolísticamente, por primera vez en el Mundial de Catar 2022. La modesta selección de medio oriente fue la primera revelación mundialista al ganarle a una selección argentina posicionada entre las candidatas a ganar el trofeo. El fútbol saudí comenzaba a resonar en la antesala del espectáculo que estaba por comenzar.
El primero de enero de 2023 el millonario show de la liga árabe estrenó su primera función con la contratación de Cristiano Ronaldo. El Al-Nassr FC pagó la etiqueta de uno de los mejores futbolistas de la historia con un contrato de 215 millones de dólares por año. Con 37 años, el Bicho rompió otro récord, el de tener el mejor salario en la historia de este deporte.
Es habitual ver a jugadores que supieron estar a un gran nivel elegir, o ser seducidos, por ofertas elevadas —y difíciles de rechazar— provenientes de ligas excéntricas y de muchos escalones por debajo de las principales. Pelé, en 1975, y Franz Beckenbauer, dos años más tarde, fueron las primeras grandes figuras en patear sus últimos años en la North American Soccer League (actual MLS) de Estados Unidos, una liga catalogada para el retiro desde esa época. Catar, India, Japón, China y los ya mencionados Estados Unidos y Arabia Saudita son algunos ejemplos de este tipo de destinos. Por estos países pasaron jugadores como Gabriel Batistuta, Claudio Caniggia, Romario, Xavi Hernández o Andrés Iniesta.
La Saudi Pro league
Seis meses después de la llegada de Ronaldo llegaron Neymar, Benzema, Firmino, Mané, Mahrez, Fabinho, Kanté, Brozovic y Laporte. Estos son apenas un puñado de nombres que pertenecen a una larga lista de jugadores que se sumaron a la Saudí Pro League (SPL) en el último mercado de pases. La novedad en estos casos es que no se encuentran en edad de pensar en el retiro y vienen de jugar al primer nivel. De hecho, hasta hace unos meses estaban jugando fases finales de Champions League. Sin embargo, tanto ellos como sus clubes fueron tentados con ofertas que, probablemente, no vuelvan a recibir de ningún club europeo. Incluso Lionel Messi fue tentado por una oferta de 400 millones de euros anuales, aunque finalmente eligió a la MLS como su destino. Los sauditas quieren estrellas, y las quieren ya.
El caso más relevante es el de Neymar Jr. Quien prometía ser el mejor jugador del mundo después de Messi y Ronaldo anunció, a sus 31 años, su retiro anticipado al aceptar uno de los contratos más excéntricos de la liga. El Al-Hilal SFC pagó 90 millones de euros¹ al París Saint Germain por su transferencia y luego sellaron al jugador con un contrato de 100 millones por temporada. A esto se le suman distintas variables: 80 mil euros por partido ganado, 500 mil euros por cada publicación promocionando a Arabia Saudita como destino turístico en su Instagram, una mansión con más de 20 habitaciones para amigos y familia, un avión privado cuando lo necesite, 3 autos deportivos de alta gama e incontables cláusulas más.
¹ Todos los datos de transferencias fueron extraídos www.transfermarkt.es
Dejando de lado los contratos, la SPL desembolsó un total de 843,7 millones de euros en transferencias en el último mercado. Algunos llegaron en condición de libre pero la mayoría aún tenía contrato vigente con sus respectivos clubes. Esa suma, entre todos los equipos de la liga, la posiciona como la segunda que más gastó, sólamente por debajo de la Premier League de Inglaterra. Números de élite que incluso doblan a la inversión realizada por los de la Liga Española (384,3 millones de euros entre todos).
En medio de cifras y gastos extraordinarios, hay un dato clave: el 92% (777,2 millones de euros) está acumulado entre 4 de los 18 clubes de la liga, que son Al-Hilal SFC, Al-Ahli SFC, Al-Nassr FC y Al-Ittihad Club. Esto se debe a que detrás de estos equipos hay una gran inversión realizada por el Fondo de Inversión Pública (PIF, por sus siglas en inglés de Public Investment Fund) del país saudí que adquirió el 75% de la participación de cada uno, mientras que el otro 25% quedó en manos de organizaciones sin fines de lucro.
La estatización de los clubes fue anunciada por Mohamed bin Salmán, príncipe heredero de Arabia Saudita que también controla el PIF desde 2015. Esto forma parte de un Plan Nacional para el Desarrollo del Deporte, y del fútbol en específico, que tiene por objetivo convertir a los clubes en empresas y multiplicar los ingresos de la liga, transformándola en una de las más competitivas del mundo. Este desarrollo se basa en incentivar el nacionalismo pero también la inversión y patrocinios de capitales extranjeros. Una de las aristas más ambiciosas de este proyecto es que el país sea sede de la Copa Mundial de Fútbol de 2030, torneo del que Argentina (junto a Uruguay, Paraguay y Chile) busca también ser anfitrión.
La magnitud del PIF trasciende las fronteras del país: está caracterizado por ser uno de los fondos soberanos más opacos del mundo por su poca transparencia. En la práctica esto parece no resultar una limitación ya que poseen una cartera de acciones en incontables e importantes empresas a lo largo de todo el mundo. En 2021 adquirieron el Newcastle FC de Inglaterra después de 1 año de pujas contra la Premier League que se oponía al acuerdo. En los últimos meses también estuvieron ligados a una posible compra del Inter de Milán.
Si bien el fútbol es la apuesta más grande, los saudíes están trabajando también en otros deportes. En 2022 fundaron la Liv Golf que compite directamente con las principales competencias de golf, el PGA Tour y el DP World Tour, por sus elevados premios en dinero. También, a principios de 2023, acercaron una oferta para quedarse con la organización de Fórmula 1 que no prosperó. Sobre este último, el país alberga el Gran Premio de Arabia Saudita desde 2021.
El plan para el deporte se desprende de algo aún más grande. Esta estrategia es parte de Saudi Vision 2030 (Visión Saudí 2030), una política de estado que contempla las áreas de salud, recreación, infraestructura, educación y turismo que busca diversificar la economía del país para reducir la dependencia en el petróleo. El espectáculo deportivo es una de las claves para el ingreso de divisas y el fomento del turismo. Futbolistas como Messi y Cristiano Ronaldo agotan localidades en cada estadio que pisan y baten récords de transmisiones y ventas de camisetas.
ضمن مشروع الاستثمار والتخصيص للأندية الرياضية، تم تحوّل أربعة أندية رياضية سعودية وهي الاتحاد والأهلي والنصر والهلال إلى شركات يكون كل منها مملوك من #صندوق_الاستثمارات_العامة ومؤسسات رياضية غير ربحية لكل نادي، وهي مؤسسة أعضاء كل من نادي الاتحاد والأهلي والنصر والهلال. pic.twitter.com/DSXhqVrh1a
— صندوق الاستثمارات العامة (@PIFSaudi) June 5, 2023
Más allá de la economía
Hace un par de años un país del mismo continente tuvo una premisa bastante similar. Fue Xi Jinping, actual presidente de China, quien tuvo la ambición de que su país se convierta en una potencia futbolística mundial para 2050.
En 2016 el gobierno chino anunció que iba a construir 20.000 escuelas de fútbol, 70.000 campos e iba a promover su enseñanza en 213.000 escuelas para que el balompié se convierta en un emblema nacional. “Queremos que dentro de 20 años haya un Messi o un Maradona chino”, declaró el presidente Xi, en una reunión con Mauricio Macri en la Cumbre de los líderes del G-20 ese mismo año. Para que en menos de 40 años el país pueda competir en un mundial, los futbolistas más importantes deberían ser chinos, lógicamente.
De la mano de esta política llegaron las cifras descomunales en transferencias y contratos de primer nivel, algo similar a lo que se puede ver hoy en el fútbol saudí. Javier Mascherano, Ezequiel Lavezzi, Gervinho, Robinho, Oscar, Hulk y Carlos Tévez son algunos de los nombres que llegaron en su momento. Distintas empresas multimillonarias vieron la promesa del negocio e invirtieron en clubes como el Hebei Fortune, Shanghai SIPG y Shangai Shenhua que empezaron a sonar en el mundo.
Ocho años después de que este experimento comenzó, la selección nacional de China —lejos de clasificar a un mundial— no encontró mejoras en su calidad futbolística y el contraste entre gastos e ingresos de los clubes chinos fue tal que algunos de ellos descendieron o quebraron en el último año.
La agencia de noticias Saudi Press Agency (SPA) afirmó que la liga “ha experimentado un aumento de asistencia de casi un 150% en el último año”. La economía es, efectivamente, un componente determinante en la competencia futbolística, pero hay algo más. El éxito de este deporte no puede explicarse sólamente como una política efectiva, si no que es algo que se construye también de abajo hacia arriba.
SPA también declaró que “Con más del 80% de la población de Arabia Saudita jugando, asistiendo o siguiendo el fútbol, el proyecto se centra principalmente en el deporte nacional del país, que también está experimentando un crecimiento sin precedentes”. A pesar de esto, la media de asistencia por partido la temporada pasada en la liga alcanzó los 10.197² espectadores, apenas un cuarto de la asistencia promedio de la Bundesliga, que encabezó la lista de todas las competiciones con un promedio de 42.992.
“El partido de esta noche es un encuentro de la SPL, pero parece que apenas asisten 1.000 espectadores. Para cuando marca el gol, la mayoría de los fanáticos de Riyadh se han mudado a una pequeña sección de la tribuna principal, aparentemente siguiendo instrucciones. Allí agitan las banderas rojas y negras que les entregaron y cantan en respuesta a un altavoz”, contó Andrew Hankinson en The Athletic, luego de presenciar un partido entre el Al-Riyadh y el Al-Wahda, equipos de mitad de tabla para abajo de la SPL. Disputado en Riad, la ciudad con más población de Arabia Saudita con 8 millones de habitantes (2016), se encuentra lejos de ser un espectáculo convocante.
El fanatismo es un factor social y cultural que no puede inventarse ni despertarse con una política de shock, ni mucho menos imponerse en una cultura que no es futbolera. El fútbol nace entre los trabajadores y los más humildes. Es una tradición que, en los países donde es popular, se cura a través de los años y las distintas generaciones. El dinero es un valor agregado que transforma la pasión en un espectáculo, pero no lo compra si no se logra comprender todos los valores que abarca.
El caso sin éxito en China es una señal de que el fútbol aún no logra penetrar en la identidad de los ciudadanos del continente asiático. Con política, Estado y grandes inversiones de dinero, ¿Podrá el experimento saudí revolucionar el fútbol en los próximos años? Será cuestión de tiempo ver si la liga árabe logra colarse entre las ligas más importantes del fútbol occidental, o será otro intento multimillonario sin éxito.
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