CULTURA

TODAS LAS PELÍCULAS VAN AL CIELO VOL. III: EXPECTATIVA VS REALIDAD

¿Qué rol juegan el hype, el FOMO y la crítica especializada en el cine que miramos?

Por Cristian Calavia
18/11/2021

Si la nostalgia es cosa del pasado y la ansiedad del presente, ¿qué pasaría si nos enfocáramos sólo en el presente? ¿A dónde iría a parar la angustia? Y, sobre todas las cosas, ¿qué tiene que ver este planteo pretencioso y existencial con el cine? La eterna batalla entre la expectativa y la realidad es hoy en día una de las grandes estrategias de marketing del mundo del entretenimiento. Tal es así que el hype se ha convertido en un arma de doble filo, tan funcional a la industria como un balde de pochoclos.

Flashback: ¿Qué es el hype? La palabra proviene del idioma inglés y es una reducción de hyperbole, cuya traducción al castellano es hipérbole. Al mismo tiempo, la hipérbole es un recurso literario que apela a la exageración de las cualidades de un personaje, cosa o circunstancia para llamar la atención del lector. Desde la perspectiva de las redes sociales, se refiere a la expectativa desmedida en torno a una persona, figura pública o producto, cuya promoción se basa en la sobrevaloración de sus características.

Un gran cómplice del hype es el FOMO que, tal como indican sus siglas en inglés (“fear of missing out”), es el miedo a quedarse afuera o perderse de algo de lo que está participando el resto; es un fenómeno social ligado a la digitalización del mundo actual que no hay que tomarse a la ligera, ya que puede desembocar en problemas de ansiedad. La amalgama entre hype y FOMO intercede en muchos aspectos de la vida cotidiana. Sin embargo, el que hoy convoca es el del sesgo del menú cinematográfico.

¿Cuántas veces hemos leído en el timeline de twitter que tal persona es “todo lo que está bien” o que tal cosa “era lo que no sabías que necesitabas”? Will Rogers –actor y humorista yanqui que llegó a la cúspide de su carrera en la década del treinta- fue quien afirmó que “la publicidad es el arte de convencer a la gente para que gaste el dinero que no tiene en algo que no necesita”. Lo que no llegó a hacer fue ver cómo esa táctica se reformularía una y otra vez con el paso del tiempo.

Basta con bucear un poco en las redes sociales, en los sitios especializados en cine y series, o en los millones de canales en YouTube dedicados al tema, para identificar que hoy todo –y al mismo tiempo nada- es noticia. Teorías falopa, análisis plano a plano de adelantos y primeras reacciones de gente que ya vio una película antes de su estreno comercial. Hasta el más mínimo detalle de una producción es revelado meses –incluso años- antes de su llegada a las salas. ¿Algo de todo eso es un crimen? No. Sólo es funcional a lo que la industria pretende que el público consuma.

Ni hablar de las imágenes filtradas desde el propio set de filmación que revelan cuestiones claves del argumento. ¿Puede un spoiler anular la calidad de una película o serie? Por supuesto que no, pero tampoco hay motivo alguno para atentar contra el disfrute de quien sea que prefiera sorprenderse con algún giro inesperado.

Todo debe ser extremo e inmediato. Aquí y ahora. De una obra maestra a un bodrio imposible sin escalas. Es como si las interacciones virtuales hubieran supeditado el criterio a “me gusta” o “no me gusta”. Cinefilia en modo tinder. Tomar distancia de la obra para elaborar una opinión parecería ser una pérdida de valiosos segundos de escroleo. No es descabellado; la mayoría de las opciones en la cartelera están diseñadas para entretener y pasar al olvido ni bien termina la última escena post-créditos.

¿Qué hacer para abrir el panorama? La cinefilia –quizás uno de los términos más explotados y peor utilizados en las últimas décadas junto a melomanía, épica, crack y amigo/a- no consiste en mirar películas compulsivamente para engrosar el listado de lettebox. Es un modo de vincularse con lo que se ve en pantalla, ubicarlo en contexto, entender de dónde viene, hacia dónde va y qué lugar ocupa en la Historia. Es un poco más profundo que ser fanático de una saga o tener una colección de funkos.

En ese sentido, el rol de la crítica cinematográfica es importante. La crítica entendida como la divulgación de lo que está pasando tanto en Hollywood como en los distintos circuitos y salas alrededor del mundo. La que entiende que, para escribir sobre películas, no sólo hay que ver películas, también hay que leer y estudiar para ubicarlas en tiempo y género; lograr maridar en un mismo texto información, datos de color, detalles técnicos y referencias a otras obras artísticas más allá de su disciplina.

Pero, sobre todas las cosas, hay que revalorizar a la crítica que se hace cargo del tan temido juicio de valor. Porque en el juicio de valor juega la firma al pie de la nota. Y en esa firma juega el hacerse cargo de qué es lo que se está diciendo, de qué manera y en base a qué herramientas. En las reseñas, los unboxings, los canjes, las gacetillas de prensa y el imperdonable copy paste no hay nada en juego. Y, si no hay nada en juego, de poco importa.

Y, si hay algo en esta vida que importa, es descubrir películas.

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