UNIVERSOS PARALELOS
Por Cristian Calavia
12/08/2021

A lo largo de toda la década del noventa, Val Kilmer fue uno de los actores más populares y solicitados de Hollywood. Después de su auspicioso debut en la espectacular comedia Top Secret (1984), fue nada más y nada menos que Ice-Man, la contrafigura del Maverick de Tom Cruise en Top Gun (1986), el inesperado éxito de taquilla de Tony Scott. Más tarde, le llegó la consagración en la gran pantalla por su icónica encarnación de Jim Morrison en The Doors (1991) bajo la batuta de Oliver Stone.
Con diferencia de unos meses, cumplió el sueño de su infancia y el de su vida adulta: interpretar al superhéroe más popular de todos los tiempos en Batman Eternamente (Batman Forever, 1995) y compartir elenco con Al Pacino y Robert De Niro en la maravillosa Fuego Contra Fuego (Heat, 1995) de Michael Mann. El camino del blondo oriundo de California parecía ser más que prometedor. Sin embargo, su carrera se fue desvaneciendo paulatinamente. ¿Qué fue lo que sucedió?

Hoy en día Val Kilmer tiene 61 años, vive en New Mexico junto a su hija mayor Mercedes y se encuentra en plena recuperación de las secuelas que le dejó el tratamiento contra el cáncer de garganta. Las operaciones que debió atravesar y la exposición a la quimio y radioterapia hacen que le cueste hablar y deba utilizar un tubo de traqueotomía permanente para respirar. Según sus propias palabras, todas estas circunstancias lo llevaron a querer contar su historia “ahora más que nunca”.
Así fue que surgió la idea de utilizar las más de 800 horas de grabaciones caseras del archivo personal de Kilmer para relatar los últimos 40 años de su vida hasta la actualidad. El resultado es Val (2021), un documental de 108 minutos dirigido por la dupla conformada por Ting Poo y Leo Scott con producción de la compañía A24 y que, luego de su estreno oficial en el Festival de Cannes algunos meses atrás, ya está disponible para ver en la plataforma de Amazon Prime Video. La película cuenta dos relatos que se desarrollan de forma paralela: el ascenso meteórico de su carrera y los vaivenes de su vida personal.

Todos podemos tener un mal día. No obstante, Val Kilmer tenía fama de ser muy conflictivo en los sets de filmación, rumor que fue cobrando más y más fuerza a lo largo de los años a través de los testimonios de muchos colegas que trabajaron con él. Desde su rivalidad con Tom Cruise en el rodaje de Top Gun (1986) hasta sus entredichos con el director Joel Schumacher, quien tildó al único Batman rubio de la historia como “infantil e imposible”. Y justamente, uno de los mayores atractivos del documental pasa por ahí: conocer el lado B de la cuestión y qué pasaba en los entretelones de la intimidad del actor en cada uno de esos momentos.
Val (2021) comienza con un panorama general del contexto en el que se crió el protagonista y cómo la trágica muerte de su hermano Wesley –se ahogó en la pileta de su casa tras sufrir un ataque de epilepsia- marcaría para siempre la relación con sus padres. Luego, sus estudios en la prestigiosa Academia Juilliard y los cimientos de un inconformismo que se iría acrecentando con el correr del tiempo. A pesar de querer ser como Marlon Brando, todo parecía indicar que su destino iba más por llenar las salas de cine que alcanzar prestigio y reconocimiento.
Con un talento enorme para la comedia que nunca quiso explotar demasiado, era muy evidente cuando Kilmer estaba realmente comprometido con un papel. De ahí salieron sus mejores interpretaciones. Su Jim Morrison calcado de la realidad le dio la oportunidad de explorarse como actor de método, así como Madmartigan de Willow (1988) lo posicionaron como un potencial héroe de aventuras o su versión de Simon Templar en El Santo (The Saint, 1997) le permitió mostrar su costado más versátil.
Val era un actor que cuando estaba realmente enfocado en su trabajo podía pasar tanto de la comedia a la acción, como del drama a la ciencia ficción o la fantasía. De hecho, las elecciones que tomaba en relación a sus proyectos siempre dejaron entrever que era un artista inquieto en busca de su mejor versión. A pesar de eso, cuando un rodaje no resultaba como esperaba o su interés en el proyecto caducaba, no le podían sacar un gesto convincente a cámara ni por CGI.
Es que después de haber intentado trabajar con Martin Scorsese y Stanley Kubrick en reiteradas ocasiones, y de su conflictivo divorcio de la actriz y madre de sus dos hijos Joanne Whalley, su fastidio comenzó a notarse de un lado y del otro de la pantalla. Ahí fue cuando los rumores sobre las dificultades de trabajar con él comenzaron a diseminarse y los papeles comenzaron a ser cada vez más esporádicos y secundarios. Eso, sumado a decisiones artísticas que no fueron las mejores hicieron que no lograra mantener el reconocimiento y la popularidad de otros actores contemporáneos a él como Robert Downey Jr., Tim Robbins o Brad Pitt, por ejemplo.

Por supuesto, en el documental no todo es drama y fastidio y hay espacio para perlas inéditas y datos de color que todo amante del Sétimo Arte sabrá valoro. Su miedo a que no lo consideren un actor serio por haber debutado en una parodia musical, la falta de interés por filmar Top Gun (1986) y el vínculo contractual con el estudio que lo obligó a hacerlo, su sufrimiento al tener que usar el famoso e infame traje de Batman con pezones y su inmensa desilusión cuando el rodaje de La Isla del Doctor (The Island of Dr. Moreau, 1996) –el proyecto lo reuniría con su ídolo, Marlon Brando- se tornó un verdadero caos.
Otro punto a favor de Val (2021) es que no intenta reivindicar a Kilmer, sino que lo muestra con tantos defectos como virtudes. La exposición de ambas facetas del actor humaniza la estrella de Hollywood que alguna vez fue y despierta la empatía del espectador llegando al final. Un final que muestra su última etapa de su carrera antes de ser diagnosticado con cáncer y en la que logró maridar sus aspiraciones artísticas con la aceptación de la crítica y del público con su interpretación del escritor y humorista estadounidense Mark Twain en teatro y algún que otro rol en la pantalla grande y chica.
A pesar de que el registro de la mayor parte del documental se ralentiza en el tramo final -y algunos golpes bajos que andan dando vueltas por ahí-, no deja de ser una propuesta que invita a la reflexión respecto a la propia finitud y los espejismos de la fama. Por momentos cruda y dramática, por momentos tierna y graciosa, Val (2021) es una reflexión sobre cómo el estar más pendiente de los lugares a los que aspiramos en vez de valorar los que ocupamos pueden hacernos perder el foco de lo que realmente importa.

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