CULTURA

EL SILENCIO NO ES TIEMPO PERDIDO

La historia de un baterista que pierde la audición se convirtió en una de las grandes películas del primer año de pandemia. El Sonido del Metal (Sound of Metal, 2020) es un relato sobre la aceptación y superación personal que, a seis meses de su estreno, continúa entre los 10 contenidos más vistos de Amazon Prime Video.
Por Cristian Calavia
10/06/2021
El Sonido del Metal (Sound of Metal, 2020) es la ópera prima del director Darius Marder, quien se venía dedicando casi exclusivamente a la escritura y edición de películas documentales. Tuvo su estreno oficial en septiembre del 2019 en el Festival Internacional de Cine de Toronto y, 15 meses más tarde, llegó al catálogo de Amazon Prime Video. Para ese entonces la pandemia del coronavirus ya había frustrado cualquier intención de que el film pasara por las salas comerciales. A pesar de eso, no le fue nada mal: recibió seis nominaciones a los premios Oscar -ganó en las categorías Mejor Montaje y Mejor Sonido- y se convirtió en el proyecto que finalmente puso en primer plano a Riz Ahmed, actor que hace largo rato venía pidiendo un protagónico de esta magnitud con grandes roles secundarios en cine y televisión, como Primicia Mortal (Nightcrawler, 2014) o la miniserie The Night Of (2016), entre otros.

Ruben es el baterista del dúo de black metal Blackgammon, que integra junto a su novia y cantante Lou (Olivia Cooke). La pareja vive en una casa rodante en la que recorre el país y toca en distintos bares cerca de la ruta. Ambos comparten la pasión por lo que hacen y un pasado que les costó dejar atrás. Entre show y show, él comienza a tener problemas y consulta a un médico. El diagnóstico no es positivo: la pérdida total del oído será rápida e inminente y la única opción es colocarse unos implantes cocleares muy costosos por intermedio de una cirugía. Ante este escenario, Lou lo lleva a un refugio rural para adictos sordos en recuperación. Al principio, él no quiere quedarse, pero termina cediendo ante el pedido de su compañera, quien teme que la situación termine afectando a los dos por igual. Allí Ruben conoce a Joe (Paul Raci), un alcohólico en recuperación que perdió la audición en la guerra de Vietnam y que intentará ayudarlo. Cabe destacar que el actor que interpreta a Joe no sólo es un veterano de guerra de verdad, sino que también fue criado por su madre y padre sordos y que por eso maneja el lenguaje de señas con una fluidez notable.

¿La vocación y el oficio que elegimos nos definen como personas? ¿Cuáles son los sacrificios y concesiones que hay que hacer para reinventarse? ¿Cómo reaccionaríamos si nuestras vidas cambiaran radicalmente de la noche a la mañana? En cierta forma, la pandemia del coronavirus nos ha acercado como sociedad a varias de las inquietudes que plantea la película. Ése probablemente sea uno de los motivos fundamentales por los que tanta gente se ha sentido identificada con esta historia a lo largo del contexto de los últimos meses. Para Ruben la música es su motor. Es la herramienta que lo ayudó a salir de las adicciones y cambiar el rumbo. Es mucho más que un compendio de intervalos melódicos, armonía y ritmo. Es su lenguaje, su forma de conectar con el mundo que lo rodea. Al fin y al cabo, si el cine nos da la posibilidad de transitar otros mundos y ver a través de otras miradas, ¿no debería ser, al mismo tiempo, un recurso para agudizar el sentido de la empatía y ponerlo en práctica en la vida real?

Riz Ahmed tuvo que encarar un desafío que trascendió el plano actoral para componer a su personaje: debió aprender a tocar la batería, a comunicarse con lenguaje de señas y adentrarse de lleno en ambas comunidades: la de la gente sorda y la de los músicos y músicas. No fue el único que se comprometió de tal manera. El director Darius Marder investigó y viajó a lo largo y ancho de los Estados Unidos durante más de una década para entrevistar y tomar contacto con personas sordas y otras con implante cocleares. Su experiencia en el género documental hizo que la investigación fuera una parte fundamental del proceso creativo. Cuando finalmente terminó la pre-producción, rodó la película en tan sólo seis semanas y dedicó los seis meses siguientes a la edición y mezcla de sonido junto a la editora venezolana Carolina Santana y los mezcladores mexicanos Carlos Cortés, Michelle Couttolenc y Jaime Baksht. Su intención era lograr una experiencia sonora inmersiva en la que el espectador viviera en carne propia la pérdida de la audición junto a Ruben y todo el proceso de adaptación a su nueva circunstancia de vida.

El Sonido del Metal (Sound of Metal, 2020) es una película sobre el duelo y sus diferentes estados. No es sólo el relato de un músico que se queda sordo. Va más allá. Es la despedida de alguien a una parte suya que sabe que no va a poder recuperar nunca y el proceso que tiene que atravesar para reencontrarse con su mejor versión. Para eso, deberá juntar los pedazos que le quedan y restaurarlos con lo mucho o poco que haya aprendido en el camino. Alerta spoiler: el final no será feliz ni tampoco triste; el final será humano y realista. ¿Es la sordera una discapacidad? ¿Quiénes somos por fuera de lo que nos rodea y a lo que le dedicamos la mayor parte del tiempo? Muchas son las preguntas que quedan flotando en el aire a través de esta historia profunda y cruda que, vista de cerca, es mucho más universal de lo que aparenta.

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