Cultura

10 AÑOS EN 10 PELÍCULAS

Por Cristian Calavia

25/10/2020

El cine atraviesa cambios de manera constante. Algunos pasajes de su historia tienen rasgos más particulares y otros requieren de cierta distancia temporal para ser examinados en profundidad. Referentes del periodismo especializado analizan y mencionan los títulos más destacados de una década marcada a fuego por el cine evento y el auge de los servicios de streaming.

¿Cuáles fueron las principales características del cine de los últimos 10 años?

Maia Debowicz // Redactora en el Suplemento soy de Página/12, Infobae y La Agenda. Autora de Cine en Pijamas: De la Pantalla Grande al Living de tu Casa (Paidós) y Costumbre de Otro Planeta (Indie Libros)

El cine espectáculo acaparó miles de pantallas y dejó aún menos espacio para la distribución de cine más chico o independiente. Sin embargo, autores a quienes les costaba producir propuestas más difíciles de convocatoria lograron un espacio en el streaming. Si bien hay muchas películas que no llegan a las salas, hay otras que no existirían de otra manera. Las plataformas posibilitan contar otra clase de historias y darse el lujo de tomar más riesgos.

Matías Orta // Co-creador de A Sala Llena y autor de Encerrados Toda la Noche: El Cine de John Carpenter (Ed. Menguante) y Cuerpos Fuera de Control: El Cine de David Cronenberg (Ed. Menguante)

La corrección política viene primando más que nunca. Está bueno cuando detrás de los tanques hay autores o alguien capaz de decir algo más. Un caso único ahora es el de Christopher Nolan. Un tipo capaz de hacer superproducciones autorales que desafían al espectador. Hablar del cine reciente de otras partes del mundo amerita una respuesta más extensa, pero podemos decir que en Europa, Asia y Latinoamérica nunca se detienen y continúan sorprendiendo. Siempre hay bastante por descubrir ahí.

María Fernanda Mugica // Periodista y crítica de cine del diario La Nación. Co-autora del libro Amar Como en el Cine: Comedias Románticas de Ayer y de Hoy (Paidós)

La industria se caracterizó por el afianzamiento de tendencias que ya habían comenzado antes. El reinado de la propiedad intelectual y la franquicia para vender otros productos y hacer campañas de marketing desde distintos lugares. También la desaparición de películas de presupuesto medio en los estudios; thrillers y comedias para un público adulto que iba todo el tiempo al cine. Propuestas que las producciones de streaming hicieron reaparecer en formatos para ver directamente en casa.

Pablo Manzotti // Periodista de cine, televisión y música. Autor del libro Seriemanía (Reservoir Books) y director de seriemania.tv. También se desempeña como columnista de cultura y espectáculos en CNN Radio

Los últimos 10 años son un epílogo de los últimos 20. En los 2000 hubo un cambio de siglo y nuevas narrativas cinematográficas. Fue una época más sinuosa en la que se cocinó lo que se da ahora: el cambio de perfil de las corporaciones, la entrada definitiva de la digitalización y la desaparición del fílmico que quedó sólo para experiencias particulares. La supremacía de Disney delineó el cine mainstream al adquirir Marvel y cerró la década comprando Fox para meterse de lleno en el mercado de las plataformas. El negocio de la narrativa televisiva se consolidó y superó por primera vez al cine.

Jéssica Blady // Periodista especializada en cine y series. Editora en La Cosa Cine y host de los podcasts Te Sigo Desde Memento (Christopher Nolan) y Almas de Metal (Wesworld)

Se ensanchó la brecha entre las películas evento que acaparan todas las pantallas y las independientes que hacen el camino inverso, cobrando relevancia en los festivales y luchando para llegar a las salas. Parecería que en el medio ya no queda nada. Los estudios prefieren jugar a lo seguro y evitar todo riesgo económico a costa de cierta originalidad y visión autoral. No creo que uno sea mejor o peor que otro -ante todo, es un entretenimiento-, pero siento que tenemos que luchar por esa variedad que no siempre llega a la pantalla grande.

Si tuvieras que elegir dos películas de la última década, ¿cuáles serían y por qué?

Maia Debowicz: Tangerine (Sean Baker, 2015) y Carol (Todd Haynes, 2015) porque trazaron un antes y un después en el cine queer y rompieron con una forma de narrar y representar. La primera tiene dos protagonistas trans cuando generalmente son interpretadas por hombres cis haciendo de mujeres trans. Además, muestra otro modo de filmar y producir películas desde lo técnico y lo formal con celulares y presupuesto bajo. Por su parte, Carol cuenta un romance entre mujeres que no tiene por qué terminar mal y tampoco está hecho para calentar tipos. Es una propuesta intimista que hizo que se empezaran a ver otro tipo de historias lésbicas. En eso también tuvo que ver con Todd Haynes, que es un director queer que filma desde adentro y no desde afuera.

Matías Orta: The Social Network (David Fincher, 2010) porque confirma a su director como uno de los últimos grandes autores de Hollywood a través de un biopic sobre una figura actual que habla de la vida en el mundo moderno. Con Fight Club (David Fincher, 1999) había logrado lo mismo, pero sobre los noventa. La otra es Mad Max: Fury Road (George Miller, 2015) porque demuestra que todavía es posible hacer una superproducción vibrante, entretenida, adulta y con temas actuales que no necesita gritarlos para que se impongan por sobre la historia y los personajes.

María Fernanda Mugica: Lady Bird (Greta Gerwig, 2017) porque fue el debut como realizadora de Gerwig, una de las autoras de las que estoy segura que vamos a ver mucho en el futuro. Representa el cine de mujeres guionistas y directoras que llevan su perspectiva del mundo al cine popular. Por otro lado, Parasite (Bong Joon-ho, 2019), que llegó justo hacia el final de la década para terminar de cerrar el impulso internacional que tuvo el cine coreano. Se llevó el Oscar a Mejor Película –entre otros- y se hizo conocida en todo el mundo abriendo aún más este cine al público general.

Pablo Manzotti: Boyhood (Richard Linklater, 2014) y The Irishman (Martin Scorsese, 2019) porque son películas del mainstream que representan la última expresión de los autores que pugnan por su libertad narrativa y creativa. Boyhood es un ejercicio de prueba y error que Linklater hizo durante 12 años. En The Irishman estamos viendo la etapa final de la filmografía de Scorsese y el cierre de su tesis sobre el cine de gangsters. Es un retrato de la industria, ya que los estudios no se la bancaban y tuvo que apelar a las plataformas –Netflix, en este caso- como productoras, y de un cine que no se hace más: películas imposibles de más de tres horas en las que tenés que entrar en el juego que propone.

Jéssica Blady: Mad Max: Fury Road (George Miller, 2015) porque conjuga la espectacularidad al servicio de una historia conocida, pero con un enfoque fresco y coyuntural, además de la visión de un autor como Miller. En el camino, redefine el género de súper acción, con una mirada reflexiva casi opuesta a las entregas originales. Después me quedo con Dunkirk (Christopher Nolan, 2017). Es otro ejemplo de cómo se puede concebir una obra personal y puramente cinematográfica, jugando dentro de los márgenes del sistema de los grandes estudios, pero sin anclarse en los convencionalismos de las formas o los tropos de los géneros. Para mí, Christopher Nolan es uno de los pocos directores que pueden y logran conjugar lo artístico con el espectáculo -y el éxito comercial- que pretenden Hollywood y las grandes audiencias.