Urbe
«Sí, con los gatos negros me tienen podrido»
Por Nahuel Pozzi
09 de junio de 2025

A raíz de la noticia sobre la conversión de Morena Rial al umbandismo se ha desplegado una campaña de visibilidad pública sobre el tema que deja entrever o, mejor dicho, hace emerger lo que ya sabíamos: ser una minoría religiosa en Argentina es motivo de discriminación y estigmatización.
Es de público conocimiento que Morena Rial quedó detenida tras participar de un robo, lo que generó la privación de su libertad y una posible condena. En este escenario es que la hija del reconocido periodista anuncia su iniciación a la religión umbanda, titulado en ese entonces por los medios de comunicación y la programación de noticias en TV como un “Escándalo” y “Polémica decisión”. Más aún al enterarse que para la iniciación tuvo lugar un sacrificio animal -sacrificio que sería inmediatamente desmentido en las mismas notas, pero no suficiente para dejar de buscar el impacto y la reproducción de un discurso peyorativo-.
Esto generó una avalancha de adjetivaciones, tanto en la prensa oficial como en los comentarios en redes sociales, lo que puede entenderse como un efecto eco en la difusión de la noticia por parte de cada medio. Lo que realmente enciende las alarmas es la proliferación de comentarios de los lectores de estas notas, quienes lanzaron insultos y descalificaciones indiscriminadas contra toda una comunidad creyente. Veamos primero cómo y de qué forma abordaron los medios de comunicación más relevantes la noticia en los últimos días y que repercusiones tuvo esto en las redes sociales.
En el diario digital de TN el título de la nota para abordar el tema fue “Horror en el bautismo umbanda de Morena Rial” donde se menciona que “Morena Rial fue protagonista de un nuevo escándalo. Se bautizó en la religión Umbanda, filtraron el video del sacrificio de un chivo”. En otros diarios se abordó de una forma más encriptada, en Clarín postearon la intervención sobre el tema de Angel de Britto en su programa LAM (América TV) comentando el espacio donde estaban Morena con otras personas aparentemente umbandas “ahí se la ve, en un ambiente curioso, algunos chupando, bueno, raro” remata el comentarista. Luego una de las panelistas sostiene “ella no cree en su propia fuerza, es una ignorante como todos los que creen en estas cosas raras”.
Este tipo de comentarios trascendieron y se reprodujeron con la velocidad propia de la digitalidad y las redes sociales, no tardó esto en llegar a la plataforma X y desplegar comentarios que se enraizan con una lógica clara, el umbandismo -también aplicable a otras devociones populares como la del Gauchito Gil o San La Muerte así como a minorías religiosas- tiene una relación directa con la identidad tumbera y villera, pero lo que es aún más preocupante, generando un asociativismo delictivo; esto seria: hay umbandas en las cárceles, por ende el umbandismo fomenta el delito o acciones malignas a otros. “Hay que prohibir esa religión de marrones y sucios” comenta Daniel en la publicación hecha por “ejercitodelam” a la que le siguen otras de la misma índole dentro del mismo hilo; “QUE ASCO, matan chivos y gallinas y se toman la sangre en esa ´religión´, tambien gatos negros, blancos y grises” pone Simone; o “cuidense que esta va a empezar a hacer magia negra” suma Patricia; “Voto porque se instale el ´mas negro que More Rial´de una vez por todas dice Pino; y por otro lado la patologización de la creencia como expone Juli “Un psicologo/pisquiatra que actúe de oficio?”.
Esta lógica de estigmatización se inscribe en un patrón más amplio de discriminación en Argentina, donde los estigmas aparecen tanto en rasgos fenotípicos (rasgos físicos) como en elementos culturales (formas de pensar, de identificarse, de relacionarse). Estas marcas crueles se diseñan para perdurar en el tiempo, usadas para identificar, juzgar y delimitar los espacios a los que podrán acceder y aquellos que les serán negados, como las ya mencionadas categorías de ‘negro’, ‘marrón’, ‘sucio’ y ‘loco’, y donde también se inscriben expresiones como ‘negro de mierda’ y ‘negro cabeza’.

Ahora bien, ¿Qué pasa en Argentina con las minorías religiosas y el umbandismo en particular? ¿De dónde vienen estos discursos y rumores que solo agudizan la imposibilidad de una integración de estas religiones hacia una identidad cultural nacional heterogénea?
Para poder abordar esto hay que entender cómo se construye la relación del estado argentino con las religiones y de qué forma se alinea con una búsqueda de la identidad nacional. El catolicismo en este sentido ha sido la hoja de ruta para la construcción de la misma y un lenguaje político en sí mismo por el lugar que ocupa en la matriz histórica. Esto ha generado una monopolización y una búsqueda de homogeneización católica en la base cultural de la argentinidad -este reduccionismo es una herramienta de entendimiento comparativa, por supuesto que el catolicismo es un mundo complejo en sí mismo-. El antropólogo argentino Alejandro Frigerio (2018) ha echado luz sobre el caso umbanda y las minorías religiosas en el país. Refiere a la regulación religiosa y señala que la diversidad y su relevancia han sido invisibilizada aunque no suprimidas “por las distintas instituciones del Estado y combatida por actores sociales de prestigio —no sólo religiosos, sino también seculares como los médicos, sociólogos y periodistas—. Estos prolongados denodados esfuerzos sociales por controlar prácticas y voces religiosas disidentes (no católicas) han sido poco considerados y estudiados ya que los académicos hemos naturalizado la hegemonía del catolicismo, ayudando a invisibilizar la diversidad desplazándola a categorías residuales como ´religiosidad popular´, ´curanderismo´ o ´esoterismo´”.
Esta hegemonía condicionante tuvo un quiebre a partir de la vuelta a la democracia en el 83´ y posteriormente en los 90´, donde ocurrió un boom de las emergencias étnicas en general y que funcionó como caldo de cultivo para la divulgación de las religiones no católicas. Un caso concreto de esta situación es el evangelismo, donde logra sus primeros indicios de organización, desarrollados por el sociólogo Marco Carbonelli (2020), “El nuevo contexto propicio una mayor apertura gubernamental hacia los grupos cristianos no católicos…Esta apertura se conjugó con cambios endógenos del mundo evangelico y la combinación dio lugar a un salto cuantitativo en terminado de cantidad de fieles y visibilidad en el espacio público”. Si bien el ejemplo data del evangelismo, este efecto hizo eco en mayor o menor medida en todos los grupos religiosos y no religiosos no católicos.
También, existe un imaginario construido de que una religión se forma sobre la base de sus instituciones que ordenen una estructura jerárquica piramidal y homogeneizante, que planifiquen y den un marco regulatorio de ritos e historización, como sucede en el catolicismo o el judaísmo. Esta situación ha dificultado la reconstrucción de la trazabilidad fundacional y la posibilidad de visibilizar y mapear las religiones en Argentina. Quizás sea una de las razones por las que el umbandismo —al igual que el evangelismo y el espiritismo, entre otros— sigue siendo poco conocido, dado que es una entidad descentralizada, sin una identidad colectiva que englobe a los distintos grupos. Esto se debe a varios factores, uno es la ya mencionada deslegitimación como religión, pero el otro tiene que ver con las formas en que ha arribado en la cultura Argentina. A diferencia de las ya mencionadas monoteístas, el umbandismo llega de forma no planificada, su diáspora y asentamiento se da centralmente por acciones de los devotos, lo que genera una propagación anárquica, sin dirección y, en consecuencia, con configuraciones locales heterogéneas. Frigerio (2003) cuenta que los umbandas han encontrado una herramienta de reivindicación política desde la negritud y dentro de ella la religión como elemento secundario, esto, a diferencia de países como Uruguay y Brasil, es otra de las causas que han impedido el desarrollo y la legitimación local, puesto que en la argentinidad se niega la existencia de lo afro como parte fundante de la propia identidad nacional y por ende su potencial activismo. La frase “en Argentina no hay negros de piel” es moneda corriente en el sentido común y aunque se pone en duda en espacios academicos, en el común denominador es un “facto” que no se contradice habitualmente.

En este sentido, a la misma vez que ha tenido falta de visibilidad y conocimiento es que se han generado rumores/chismes (Ceriani Cernadas, 2017) que engloban a toda la religión, algo habitual en comunidades con carácter hermético. Estos rumores conectan hechos locales con contextos regionales o globales y, como mitos, leyendas urbanas o murmuraciones cotidianas, circulan en diversas versiones que los dotan de sentido y potencia. Su función es desenmascarar fenómenos ambiguos, percibidos como peligrosos o beneficiosos, influyendo así en la construcción de discursos públicos y conocimientos compartidos sobre creencias y grupos culturales. De todas formas, más allá de la búsqueda por entender a tal o cual grupo o la veracidad o no de las acciones individuales, lo que se reproduce finalmente es el mismo modus operandi, la utilización de casos particulares para asociar y homogeneizar a todo un colectivo de forma negativa.
Para profundizar sobre estos aspectos tuvimos una charla con Ale, un joven pai umbanda del conurbano bonaerense. En la conversación pudimos ahondar sobre la religión, su vida personal y los rumores que rodean al umbandismo.
¿Qué son los Umbanda? ¿De dónde vienen?
“La práctica religiosa tiene una raíz precisamente en que quienes lo empezaron a practicar, quienes nos trajeron fueron los esclavos. Obviamente en su condición de esclavos no tenían permitido practicar una religión, no eran considerados personas, así que mucho menos practicar su fe. Al venir acá se hicieron mixturas en cuanto se juntaron distintos esclavos, obviamente el blanco para evitar las revueltas juntaban a esclavos de diferentes tribus para que no puedan comunicarse entre sí o para que incluso tengan rivalidad y no puedan volverse contra el blanco porque en sí los superaban en número. Entonces llegó un momento que se empezaron a comunicar entre ellos, de hecho el esclavo hablaba yoruba, hablaba portugués y terminó entendiendo hasta la lengua del blanco y hablaban dialectos que eran una tercera lengua. Bien, y ahí fue cuando se ramificó la línea fundadora en este choque cultural con otras tribus”.
“Todo eso empezó a viajar a lo que es Brasil y lo que es Uruguay, a lo que es Paraguay, a lo que es Argentina y muchos vinieron a está asentarse en estos estos templos también en periferias, en villas, en en lugares marginados porque es una fé que no te exige como otras religiones el diezmo o o no te exige tener una propiedad y darla a la iglesia, sino al contrario, es como una religión que está muy en pos del pobre, en pos del que no tiene”.
-La religión se divide en tres líneas, Nación, Umbanda y Kimbanda.-
“La nación es la parte de Batuque, es la parte de Orixá, es la parte más pura de la religión. Que viene de África, viene precisamente tiene que ver con las naciones de las cuales extraían a los esclavos. Si eran esclavos de Fulbes, de Zambia, de Nagó, de Angola, ellos cada uno cultuaba determinados santos denominados orixas.
La umbanda nace en Brasil, en la primer década del 1900, cuyo fundador es Celio de Moraes, pero cuya práctica se desprende de la misma Kimbanda, así que podría decirse que la umbanda se desprende de la Kimbanda, en todas se practica la caridad, la sanación, la elevación del espíritu y el alma, con valores anclados en la ética, la moral, y el cuidado de la naturaleza. La umbanda son espíritus de esclavos africanos, hijos de esclavos que son baianos, aborígenes que son caboclos, boiadeiros que son gauchos, hay toda una ancestralidad que incluso es muy nuestra también. Pero en la kimbanda son la parte oscura, son energías, son entidades con una carga kármica mucho más pesada. En su forma humana la vivieron en vida. En Kimbanda están los que se las mandaron todas en vida, entonces son muchos prostitutas, asesinos, sicarios, ladrones.”
¿Qué busca la religión?
“Lo que se busca es la evolución de las almas, la nuestra y la de nuestros ancestros, el hecho de poder pagar una carga kármica, poder evolucionar y crecer espiritualmente. Y después el hecho de poder conectar con lo que es la naturaleza, que nosotros no dejamos de venir de un mundo que no tenía edificios, que no tenía casas, que no tenía autos, o sea, y ese mundo sigue estando ahí. Los orixás, la base de esta religión son eso, las fuerzas de la naturaleza y lo que hacemos es cultivarlos a ellos, precisamente. Cultivarlos es cultuar, es rendirle culto”.

¿Por qué empezaste y qué te dio la religión?
“Con la curiosidad del ahondar y el investigar y el aprender y demás, empezás a encontrarle o por lo menos lo que me pasó a mí y a mucha gente cercana empiezan a entender el sentido de muchas cosas de su vida y cómo ver qué es lo que uno busca, creo, ser feliz. Cuál es el sentido de la religión en realidad. De todas las religiones. Yo creo que las religiones muchas veces tienen un sentido de justificación. De justificar cosas que nos pasan o nos pasaron para poder procesarlas o que nos duelen menos. Pero cuando vemos la religión no te da solamente un sentido de justificación, sino que también te da propósito te da sentidos en cuanto a ¿Por qué tengo que hacer esto?”
“Entonces, si bien tiene los sentidos de justificación como cualquier religión, tiene sentidos de propósito, dónde encontrás ese lugar con lo tuyo, con lo que fuiste, con lo que sos, con lo que querés ser. Y bueno, lo mismo de los propósitos haciendo lo que es la caridad, el hecho de que haya venido gente a casa a atenderse y demás. Yo nunca jamás cobré un peso a nadie. Yo tengo mi trabajo, yo soy masajista, soy cosmiatra, trabajo con una cirujana plástica, pero no mezclar religión con dinero. Cuando vino gente a casa, se la atendió.”
¿Me podes explicar el escándalo del supuesto cambio de nombre de More Rial?
“Muchas personas que estamos en religión tenemos como nombre el Orixá, o sea, yo soy XXX de Xapaná porque soy hijo de Xapaná. Pero yo no me cambié el nombre, yo sigo siendo XXXXX, mi documento sigue así, no me cambia el nombre.”
¿Sentís que vos y los que practican la religión sienten que lo pueden contar? o cómo se entera la gente de ustedes? ¿Cuáles son los grados de prejuicios? Si es que hay ¿cómo sucede esa relación con la comunidad?
Hay un tema con respecto a lo primero, partiendo de lo que es la ciencia y la pseudociencia. O sea, obviamente si vos sos padre y tenés tu hijo que está enfermo, lo primero que hacés es llevarlo al médico, no lo llevas a un curandero. Entonces, siempre hay algo que yo dejé muy en claro que es, yo no voy en contra de la medicina. La medicina tradicional no tiene que ir en contra de la medicina científica, sino que tiene que ser un complemento. O sea, yo nunca le voy a decir a alguien: «No tomes esta medicación o no vayas al médico.» No, al contrario, pero sí puede que haya algo religioso que pueda sumar o que pueda ayudar a que esa persona sane.
Y con respecto a los rumores sobre la religión ¿vos cuáles pensás que son los principales? ¿Qué de verdad tienen esos rumores y que no?
La bondad y la maldad están en las personas. Lo negro, lo blanco o lo puro, lo claro que pueda ser la magia con la que vos trabajes o la ritualidad que vos tengas, tiene que ver con la elevación de la vibración con la que vos trabajás. Y es más, algo oscuro, algo negro tiene más necesidad de ganar luz y de elevarse que algo blanco y algo puro. Entonces hay más trabajo por hacer ahí. Es donde tiene que estar el servicio puesto. Que eso es lo que muchos no entienden y le tienen miedo, hay mucho misticismo, también hay mucho fantaserío, hay gente que bueno, vos vos me conocés y sabés, yo voy a limpiar una casa y digo, «Mira, ¿sabés qué? En casa no hay nada, no hay nada.» No hay nada. O sea, no te voy a limpiar una casa y a pasarte una gallina por las paredes porque no, no va. Porque inclusive si te pones a ahondar y a hilar fino es más perjudicial cuando vos hacés ese show, religiosamente hablando, hacer ese show es más perjudicial que no hacerlo. Porque vos estás haciendo algo que ritualísticamente no corresponde, pero que tiene consecuencias. Negativas, claro. Se aleja de los otros, se aleja de la sociedad. No está bueno ni ahí.”
¿Qué pasa con los sacrificios animales?
El sacrificio animal no es más que por el fundamento, porque el fundamento es la sangre. Si yo pudiera ir a la carnicería y decirle, «Bueno, dame un pollo con su cabeza, con sus patas, con sus alas y con su sangre.» Lo compro en la carnicería, claro. ¿Entendés? Porque yo después de ese animal, si bien usó la cabeza, las patas y las alas y uso las sangre, ese animal se limpia y se come. No se tira en la esquina como piensan muchos. Eso no tiene sentido. Vos pensá que esta es una religión que viene de los esclavos ¿va a matar a un animal para tirarlo en una esquina? No, no, nada que ver.
O sea, el animal es sagrado y no se lo mata porque no se lo quiere o porque se lo lastima. De hecho, el tipo de inmolación, el tipo de muerte que se le da al animal, lo primero y principal es que tiene que ser una faca super afilada, porque lo que primero se corta es la médula para que el animal no sufra. Se llama shante, antes de un shante o de un corte, primero el animal se lo tiene que tener bien alimentado, nosotros no lo tenemos enjaulado, lo tenemos suelto, se le da de comer, se le da de tomar, se le lavan las patas, el pico, se lo baña. Es todo sagrado lo que se hace hacia ese animal.”


Y ¿cuáles son los objetivos concretos? ¿En qué contexto se mata un animal? ¿Qué tipo de animales son? ¿De dónde viene eso de que le andan robando los gatos a las doñas?
“Sí, con los gatos negros me tienen podrido. Llega Halloween y me dicen, ´Y ¿ustedes matan gatos negros?´ No, no matamos gatos negros señora, tranquila. Hay todo una mixtura con todas las creencias que Hollywood nos trajo de Halloween y el gato negro y Edgar Allan Poe, pero realmente no matamos gatos negros ni perro ni nada.”
“Ahora, el otro momento donde se admite el la inmolación de un animal es cuando girando, vos incorporás por primera vez esa entidad toma tu cuerpo y lo utiliza para dar mensajes o lo que sea. Desde ese momento que llegó tu entidad por primera vez, recién a los 7 años vuelve a chantar. No se mata porque sí, ni todo el tiempo ni 40.000 animales.”
“Mira, no hay nada peor que la magia psicológica y el poder de la sugestión. Creo que es lo más fuerte que tiene esta religión y con lo que más juegan, sobre todo los que no tienen fundamentos o los chantas. Entonces, con la magia psicológica, nada, te dicen, «Eh, vos vas a progresar en tu trabajo, pero te tengo que matar a un chivo así, así, asá.» Pero eso no es no es el tras bambalinas, el tras bambalinas hace que por eso te están cobrando $140 000 pesos. Y realmente, si bien vos podés llegar a conseguir un trabajo mejor, obviamente, por el poder de la sugestión y lo que vos quieras, realmente es porque ahí ese sacerdote lo que quiere es la plata que te va a cobrar por ese servicio.”
O sea ¿no está incluido dentro del repertorio de acción de la religión? ¿Ustedes no tiran brujería a otro?
“Ah, mira, esto es tan tan sencillo como el hecho de que eh si vos querés hacerle daño a alguien, vos podés hacerle daño a alguien. Eh, pero en la práctica religiosa vos aprendés lo que son, primero ética, valores y lo que son las consecuencias de hacerle mal a alguien. Entonces, si vos querés tu propia evolución kármica y espiritual vas a buscar de nunca hacerle mal a alguien.O sea, si vos lastimas a otro te va a venir a vos. Por más que yo te haga apretar la velita a vos. Porque siempre dicen que la carga kármica se la lleva el que prende la vela. Por más que yo te diga todo como hacerlo y lo hacés vos, que nadie hace eso. En realidad todos los chantas te dicen, eh, sí, vos transferíme y yo me encargo. Y vos no tenés ni siquiera certeza ni siquiera si prendí una vela. Pero bueno, vos ya transferiste.”
¿Por qué se asocia la umbanda a la delincuencia?
“Porque ellos piensan que los orixás pueden sacarle las papas del fuego o cubrirse todas las que se quieran mandar. Por eso muchos asocian la Kimbanda a todo lo que es la delincuencia. Y se escudan en en las entidades de Kimbanda para cometer sus delitos y la verdad es que la misión que tiene una entidad, precisamente es que vos no cometas los errores que ellos cometieron. Precisamente alejarse de los caminos que ellos ya transitaron porque no sufras lo que ellos sufrieron. La carga kármica de las de Kimbandas son mucho más pesadas, eh más oscuras por así decirlas y tienen mucho más que pagar, por así decirlo, haciendo el bien. Se paga haciendo el bien.”
“No se, uno no refugia sus acciones en las entidades, sino que uno, vos imaginate que vos sos una entidad mía y vos tenés que ganar luz. Y yo a vos te uso para salvar mis cagadas o para justificar mis cagadas Y la carga kármica es mucho más fuerte. Es para mí y es para vos.”
En conclusión, si algo queda claro con el caso de Morena Rial es que los medios y las redes aún operan bajo lógicas de los rumores y la estigmatización hacia el umbandismo y otras minorías religiosas en Argentina. Aún estando reconocida la rama de Nación como religión por el organismo de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de Argentina, en el caso de Umbanda y Kimbanda son consideradas sectas porque no poseen una uniformidad en la forma de la práctica religiosa. Lo que no quiere decir que no se pueda practicar, solo que no tendrá habilitación de templo sino de «casa espiritista». De esta forma se sigue abonando a la sostenibilidad de una construcción histórica que ha invisibilizado su existencia o la ha relegado a la marginalidad. Pero al mismo tiempo, estas prácticas religiosas han sabido hacerse un lugar en las comunidades y resignificar sus valores desde el servicio a los otros. Es una deuda pendiente de la democracia saltar de lo nominal a lo práctico y comenzar a informar para integrar a todos los sectores que siguen siendo expulsados de una sociedad que se dice a sí misma, en su carta magna, la Constitución, respetuosa de todos los cultos.
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