Comunicación
La era unitaria
En esta nota, Rosaura Audi y Gonzalo Carbajal explican el desguace de los medios públicos por el Gobierno libertario, especialmente a nivel federal. Con la fuerte nevada en la Patagonia, se ven las enormes fallas del experimento mileísta en materia de comunicación.
Por Rosaura Audi y Gonzalo Carbajal
23 de junio de 2024
Télam, TV Pública, Radio Nacional, Encuentro, Pakapaka, DeporTV, Contar, Aunar, Animar, TEC, Cinear y TDA. Estos nombres tuvieron algo o mucho que ver en nuestras vidas. Son los medios públicos que se encuentran bajo la órbita del Estado nacional, pero que hoy están apagados, desfinanciados o a la deriva. No es casual, es un plan: imponer un mensaje único y porteño, que deje “afuera” lo que pasa en cada rincón del país.
El plan se inició con la intervención de los medios públicos y la implementación de un proceso de recorte y paralización en cada uno de ellos.
Pero las ambiciones libertarias, que no contemplan el servicio social de la comunicación ni las necesidades de los pueblos, empiezan a evidenciar quiebres. Y eso es lo que se vio esta semana cuando nevó fuertemente en buena parte de la Patagonia continental dejando localidades aisladas. Las emisoras de Radio Nacional no pudieron avisar a los pobladores y Télam no pudo distribuir las alertas meteorológicas habituales a infinidad de medios, que a su vez las comunicarían a sus comunidades. Nadie se preparó. Ni a Elon Musk ni a Mark Zuckerberg les interesaba alertar nada. Y, claramente, las redes mostraron el después de la tormenta.
Ante esa situación, la emergencia y la insistencia de sus trabajadores hicieron que las emisoras de las zonas afectadas pudieran volver al aire con señales propias. Mantener contacto con poblaciones dispersas siempre fue una de sus características y en situaciones de aislamiento es la tarea esencial.
No nos interesa aquí analizar las causas del triunfo electoral de LLA, pero sí remarcar que todo aquello que dijeron que harían en el campo de lo público y de los medios están intentando concretarlo. No siempre con éxito, de hecho, el sistema de medios públicos ya ha cambiado de estructura varias veces y en el último pase de manos, sin la validación legislativa para privatizar Radio y Televisión Argentina (RTA), se encuentra bajo la órbita del crack de la mentira Manuel Adorni.
Dijimos ya que Télam fue apagada. Eso sucedió un 4 de marzo, cuando al inicio del día el servicio de noticias, la web y los archivos históricos dejaron de estar a disposición de los medios, mientras que a sus trabajadores se les negó el ingreso a los edificios. Las 28 corresponsalías fueron cerradas. En tanto, la TV Pública sufrió recorte de noticieros, se establecieron líneas editoriales que anularon coberturas y el aire comenzó a cubrirse con programas viejos. Los canales Encuentro y Pakapaka cancelaron las producciones para estreno de programación, con lo cual se repite lo ya emitido, salvo Zamba, ¡claro! ¡Siempre se la agarran con Zamba! A Radio Nacional (que tiene 49 emisoras distribuidas desde La Quiaca a la Antártida por toda la Argentina) se le impuso la retransmisión de la señal porteña (capitalina). Deportv, Contar, Aunar, Animar y la TDA navegan sin rumbo cierto.
En la crónica del desguace, el 21 de mayo apagaron las redes y las webs de todos estos medios públicos con un comunicado oficial en el que hablaban de “un proceso de reorganización”. Esas redes tenían en total 18,5 millones de usuarios. En algunos casos las restituyeron a las dos semanas para hacer lo que hacen hoy: oficialismo puro. En Radio Nacional sólo se reactivaron la web y las redes de la emisora de Buenos Aires AM870 y las FMs Clásica, Rock y Folklórica.
Adicionalmente, ya que los malos ejemplos se copian, un mandatario provincial arremetió contra su propio medio decretando el cierre como sucedió con el canal Acequia de Mendoza. Y esperamos que no haya más imitaciones en un esquema en red de medios públicos que tiene 19 canales provinciales, 11 universitarios y 63 radios universitarias.
A este panorama de apagón y desfinanciamiento se suma la eliminación (por ahora) de la pauta oficial y las paritarias del sector a la baja, para golpear a todo el esquema de medios, a los trabajadores de la comunicación y como consecuencia a una ciudadanía que tiene cada vez menos fuentes para informarse.
Un círculo vicioso que a la vez reduce el consumo de noticias, expulsa trabajadores de los medios ya precarizados, o los obliga a autoexplotarse. El formato de suscripción e ingresos por streaming supone un veranito para unos pocos pero queda lejos de las posibilidades de la mayoría de los medios, además establece un marco de canibalización de audiencias. Con menos posibilidades abiertas y gratuitas de consumo audiovisual, informativo y periodístico, las mayorías —ya castigadas por la recesión— se quedan afuera de esos flujos informativos, y con ellos de un aspecto elemental para la ciudadanía.
Con todo esto alcanza para afirmar que nos encontramos en el peor momento de la comunicación en los 40 años de democracia de la Argentina, porque sin un ecosistema de medios privados con y sin fines de lucro distribuido en todo el país y una red de medios públicos robusta, sin una comunicación asequible, la democracia no existe.
El experimento anarcocapitalista liberal libertario ya prometía destrozar la plataforma comunicacional pública en la campaña electoral de 2023. Sabían que para hacer digerible la motosierra necesitaban agitar fantasmas de fácil consumo como el de señalar como culpables de todos los males a los trabajadores de los medios públicos y la cultura, a los institutos del cine, el teatro y la música, a los medios públicos en sí mismos y a todo aquello que tuviera que ver con la construcción de una identidad cultural y nacional. Que a muchos no les preocupe lo que se está destrozando también forma parte del desastre que enfrentamos.
Esta batalla cultural es clave tanto para el gobierno como para las fuerzas populares. Como planteamos al inicio, el discurso oficial busca ser cada vez más unitario, por lo único y por lo porteño. Habrá que ver si otras nevadas nos estimulan a defender aquello que hemos construido por décadas y que hace a nuestra soberanía informativa, nuestra diversidad cultural y nuestra identidad.
*Ex subsecretaria de Medios Públicos
*Ex coordinador general de la Televisión Digital Abierta (TDA)
Pensar en algoritmos y gobernar en proposiciones
Por Elías Fernández Casella