Internacional

¿Defensa preventiva o expansión territorial?

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) mantienen sus posiciones en el sur de Siria tras la caída del régimen de Bashar al Assad, el último gobierno baazista que quedaba en pie hasta diciembre del año pasado, y la formación de un gobierno provisional liderado por islamistas. ¿Se trata de una acción preventiva o es un acto de expansión territorial?

Por Lucas Lipina
29 de enero de 2025

Luego de 54 años en el poder, el gobierno de los Assad que permitía la influencia de Rusia y la expansión iraní en la región fue derrocado por una alianza de rebeldes sirios apoyados por Turquía. El mapa cambia con el transcurso de los días. Islamistas suníes, kurdos, drusos, todos se mueven por un motivo diferente en un territorio en disputa. Además de la ocupación de las fuerzas armadas turcas en el norte de Siria, ahora es Israel quien toma el control de una parte del sur.

La incursión israelí avanza sobre la zona desmilitarizada designada por la ONU.

A los milicianos rebeldes que lucharon contra el gobierno sirio les tomó apenas dos semanas lo que no pudieron hacer en trece años de guerra civil. El Ejército Nacional no ofreció mayor resistencia, bajó las armas y huyó cuando los grupos islamistas llegaron a Damasco, pero en realidad este desenlace es el resultado de un proceso que conecta a varios conflictos que dejaron a Assad solo, sin el cuidado de sus dos grandes aliados

Por un lado, el desgaste de la guerra en Ucrania llevó a Rusia a concentrar sus fuerzas fuera de Siria. Por el otro, Irán se vio seriamente golpeada por la ofensiva israelí que descabezó por completó a Hezbollah, su principal guerrilla proxy del Líbano que también combatió junto al ejército de Assad contra los rebeldes y el Estado Islámico. La embestida de las FDI contra el grupo chiita se dio tras recibir ataques continuos en el norte de Israel desde el 8 de octubre del 2023, un día después de que Hamas asesinó a 1200 israelíes y secuestró a 251 de los cuales 90 aún permanecen en Gaza. La contraparte de esta historia es el altísimo número, aún no definido, de gazatíes muertos y cientos de miles de desplazados de sus hogares a causa del fuego israelí.

Desde el 19 de enero se está llevando a cabo la primera fase de un acuerdo de alto el fuego de 6 semanas entre Israel y Hamas. El punto más crítico es el intercambio de rehenes israelíes a cambio de palestinos presos en las cárceles de Israel. Entre los presos se encuentran terroristas con cadenas perpetuas, otros son familiares de homicidas y un cierto número de palestinos arrestados sin cargos ni juicios.

El acuerdo pudo haberse firmado en mayo del año pasado, pero fue aceptado por Netanyahu tras la asunción de Donald Trump. Las amenazas de romper la coalición de extrema derecha por parte de Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich no pudieron con la influencia del hombre más poderoso del planeta que parece buscar triunfos rápidos.

Uno de los actores que salió mayormente beneficiado en esta contienda fue Turquía porque el fin de la guerra civil le permitiría retornar a casi 3 millones de refugiados sirios, aliviando así las tensiones en la política interna. Además, tiene vía libre para construir un gasoducto que logre transportar gas de Qatar a través de Siria, proyecto al que Assad se negaba. Por último, Erdogan podría aprovechar para eliminar a las milicias kurdas, que buscan su independencia de Turquía, Siria e Iraq, y que se encuentran débiles sin el apoyo aéreo de los Estados Unidos.

Un final prolongado

Lo que sucedió en Siria se entiende como la ruptura de un período caracterizado por la permanencia de las instituciones pese a los cambios abruptos que hubo en las relaciones de poder. Desde la evacuación de Francia en 1946, Siria sufrió una sucesión de golpes de Estado por parte de “hombres fuertes” del Ejército. El último derrocamiento fue en 1970 cuando Hafez Al Assad tomó el poder y gobernó hasta su muerte en el 2000. Su hijo Bashar tomó su lugar y en 2011 intentó apagar en su país el fuego de la Primavera Árabe que se extendía desde Túnez, dando lugar al conflicto bélico con la mayor crisis humanitaria del siglo. 

Luego de 13 años, su caída cambia incluso la composición religiosa de la élite que era monopolizada por la minoria alauita, una rama del islam chií en conflicto tanto con los chiitas como con la mayoría sunnita debido a sus prácticas controvertidas, como el consumo de alcohol y la prescindibilidad de mezquitas.

La ruptura histórica se puede comprender a través de la idea de que Siria se está convirtiendo en un Estado fallido, como explica Leonardo Senkman en Nueva Sión. El territorio se encuentra en una situación vulnerable, con fronteras endebles y abiertas a las incursiones o conquistas de otros Estados e incluso existe la posibilidad de una balcanización con la conformación de zonas autónomas.

El devenir de Siria

Si bien no se puede conocer el futuro, los acontecimientos recientes nos dan algunas pistas de lo que puede venir. Bashar heredó un gobierno donde el panarabismo fracasó y optó por ser parte del eje de resistencia iraní cuya propuesta es el panislamismo. La región tiende a una expansión de gobiernos conservadores y religiosos, no sólo en los países árabes, sino también en Israel con el sionismo religioso.

El vacío de poder puede llenarse con fuerzas democráticas o de islamistas radicales. Como se van dando las cosas, los indicios señalan lo segundo y lo deja muy claro la aparición de la personalidad del momento: Abu Mohamed Al-Jolani o como se hace llamar ahora para lavar su pasado yihadista en el frente Al-Nusra (vinculado a Al Qaeda), Ahmed Hussein al-Shar’a. El saudi que está al frente del gobierno provisional es comandante del grupo islamista Organización para la Liberación del Levante o Hayat Tahrir al-Sham (HTS por sus siglas en árabe). 

    Abu Mohamed Al-Jolani / Ahmed Hussein al-Shar’a.

    En varias de sus intervenciones se mostró como un moderado recuperado y con intenciones de abrir lazos con occidente, Israel e incluso Rusia, aunque los últimos días Siria canceló el acuerdo que le permite a Putín mantener sus fuerzas en la base naval de Tartus. Desde la caída de Assad hace casi dos meses, el líder de facto Sharaa ha recibido a representantes de países de la región y occidente, en un intento de ganar legitimidad y apoyo económico para relanzar la economía del país. Incluso a Unión Europea anunció recientemente la suspensión de varias sanciones contra Siria vinculadas al transporte aéreo, terrestre y marítimo, además de otras vinculadas a la finanza y la energía. La medida se cumpliría durante el plazo de un año inicialmente.

    Sin embargo, no hay garantías de que la moderación sea cumplida por un islamista radical tras la última experiencia taliban en Afganistan. Estos últimos llegaron a Kabul en el 2021 y prometieron que las mujeres mantendrían su derecho a estudiar, trabajar y manejar, entre otras libertades, y al poco tiempo rompieron sus palabras. En esta línea la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbcok y su homólogo francés, visitaron a al-Shar’a a principios de enero. Sin embargo, la ministra fue difuminada por los medios sirios y en el momento inicial del encuentro el líder sirio le negó el estrecho de manos.

    ¿Maniobra defensiva o expansionismo?

    Es está desconfianza hacia el radicalismo religioso la que lleva al tema central: el avance de Israel en el sur de Siria. La huída del ejército sirio produjo que las líneas fronterizas sean penetrables y la posibilidad de que, desde la perspectiva israelí, alguien peor que Assad pueda tomar armamento sensible y puestos de vigilancia en la frontera. Ante esa situación las FDI se anticiparon: no solo acabaron con el 80% de la infraestructura militar, sino que tomaron control de casi 400 kilómetros cuadrados de Siria. Esto incluye parte de la provincia de Quneitra y la cima del Monte Hermón que resulta un puesto estratégico clave desde donde se puede ver Damasco, todo el valle de Bekaa y también su altitud permitiría mejorar el radio de alcance del sistema de defensa contra ataques aéreos. De está manera, se completaría la conquista de los Altos del Golán iniciada en la guerra de los seis días de 1967.

    ¿Esta toma por parte de Israel es definitiva o devolverá el territorio una vez normalizada la situación en Siria? El avance israeli fue principalmente condenado por la Liga Árabe, quienes mencionaron una serie de violaciones contra Resoluciones emitidas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Denunciaron también que la maniobra forma parte de un plan de expansión territorial sobre zonas desmilitarizadas tras la guerra de Yom Kippur de 1973 y la construcción de asentamientos en los Altos del Golán. 

    Y es que esto último fue anunciado por Benjamin Netanyahu pocos días después de visitar el monte Hermón. El primer ministro de Israel dio la noticia sobre la inversión de 40 millones de shekels (11 millones de dólares) para reconstruir la zona devastada por la guerra con Hezbollah que desplazó a alrededor de 100.000 ciudadanos israelíes, pero también hizo público su deseo de duplicar la demografía mediante la absorción de nuevos residentes.

      Netanyahu en la cima del monte Hermón, Siria.

      El Secretario General de la ONU mostró su preocupación por los ataques aéreos israelíes en Siria y la toma de control de zona de amortiguación de la Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación entre Siria y los Altos del Golán establecida en 1974. Sostienen que muchas zonas no están bajo control del HTS y una de esas es la frontera sur junto a Israel, desestimando así las razones por las cuales las FDI llevaron a cabo su maniobra. 

      Tanto los comunicados de la Liga Árabe como los de la ONU apuntan contra Israel por una presunta expansión territorial. Esta acusación se fundamenta por la conquista de territorios en 1967 (aunque el Sinaí fue devuelto y los asentamientos fueron desalojados por la fuerza tras firmar la paz con Egipto en 1979) y la construcción de nuevos asentamientos que aún continúa en Cisjordania. 

      En diciembre, las fuerzas israelíes dijeron que la toma de puestos de control en Siria es temporal hasta que se implementen nuevas medidas de seguridad. La situación se torna aún más compleja porque los líderes de la aldea drusa de Hader, situada en el Golán Sirio, piden a las FDI que se queden y su territorio sea anexado. La aldea quedó separada de las otras cuatro que quedaron bajo control israelí tras la Guerra de los seis días. Esto podría ser una excusa para que la retirada sea parcial.

      La hipótesis se fortalece con las noticias del 28 de enero: el nuevo ministro de Defensa, Israel Katz, declaró que las FDI permanecerán en el monte Hermón de manera indefinida. Para Netanyahu el acuerdo de retirada de 1974 con Siria había “colapsado” con la toma de control del país por los rebeldes.

      A partir de esta situación hay tres posibilidades claras: que la toma sea breve luego de una rápida normalización del Estado sirio, que se prolongue como sucedió con el colchón de seguridad implementado en el sur del Líbano que duró 18 años (1982-2000) o que se realice una anexión como el caso de los Altos del Golán en 1981. Esta última posibilidad se puede dar ya sea por la totalidad del territorio o una porción como la cima del Hermón, Hader y sus alrededores.

      Luego del intento de la Corte Penal Internacional de arrestar a Netanyahu, acusado de cometer crímenes de guerra, la efectividad de los organismos internacionales para influir en la política israelí resulta dudosa. A esto se suma el factor Donald Trump y su agenda expansionista. Todo depende del camino que tome el próximo gobierno sirio y el “brazo protector” de Erdogan.