URBE
LOS SINDICATOS SE FORTALECEN CON LAS MUJERES
Por Rosaura Audi
11/10/2020
Buenos Aires, Santiago de Chile, Maputo, Nairobi, Lima, Bogotá, Londres, Washington, Doha, San Pablo, Berlín. Esos son algunos de los destinos que tuvo Dina Feller organizando sindicatos aeronáuticos y representando a los trabajadores argentinos y latinoamericanos. Empezó a trabajar como tripulante de cabina en LATAM hace 20 años, mientras estudiaba antropología. Se recibió y siguió volando, pero descubrió ahí su lugar de lucha como mujer, como trabajadora.
Hoy coordina la Red LATAM de la Federación Internacional de Trabajadores de Transporte (IFT, por sus siglas en inglés) y habló con Revista Urbe sobre la lucha feminista dentro de las organizaciones de trabajadores, las modalidades de la agenda antisindical en busca de la precarización del empleo, las relaciones laborales antes y después de la pandemia y la pelea que vienen dando las y los aeronáuticos de LATAM.
Las mujeres sindicalistas “fortalecen” los gremios, en los que las trabajadoras dan pelea por los espacios de toma de decisión pero también por luchas que atraviesan a toda la sociedad, como la del aborto seguro legal y gratuito. Estas luchas avanzan al tiempo que los sindicatos discuten “cuál es el valor del trabajo, cuál será después de la pandemia, qué pasa con la transferencia o la tercerización o la relocalización del trabajo”.
RA: ¿Cómo es ser referente sindical mujer?
DF: Esta semana me hicieron una entrevista justamente por eso, para una compañera en Londres que está armando un proyecto para mujeres dirigentes sindicales.
En el movimiento internacional de los sindicatos nosotros tenemos un slogan que es “las mujeres fortalecen a los sindicatos”, los sindicatos son más fuertes cuando hay mujeres. Así como te digo que yo lo escuché por primera vez hace veinte años, una cosa es escucharlo y poner un lindo cartel en la pared y otra cosa es ejecutarlo e implementarlo, es una lucha. Y no es sólo una lucha, es un proceso educativo pedagógico al interior de las organizaciones que va a llevar mucho tiempo y que nos está llevando mucho tiempo. Y estamos, obviamente, en medio de un momento de transformación respecto al rol de las mujeres en el mundo, en la política, en la familia, en todo, y los sindicatos no están ajenos a eso y se muestra con mucha evidencia ese divorcio que hay entre las luchas de las mujeres y qué rol tienen en el sindicato, especialmente en sectores donde las mujeres todavía siguen ocupando posiciones subalternas en la cadena productiva, o donde la participación de las mujeres en la industria es menor. Nuestro ejemplo más brutal es el sector marino, donde del total de la fuerza de trabajo las mujeres ocupan sólo el 2%. Entonces, de ahí a que encima lleguen a lugares de relevancia o de toma de decisiones en el sindicato, imaginate… Pero en este estado de cosas igual, en líneas generales, tenemos un muy buen camino andado, y mucho más por hacer, por supuesto. No digo que somos lo mejor del mundo pero quiero decir que hay una lucha acumulada de años que se ve en compañeras que han dado una pelea enorme en el pasado y que hoy se ve, y que hay mujeres comunes que hoy se sienten parte de esta lucha y que son partícipes de esa tradición de lucha. Yo, de alguna manera, soy la más vieja de las jóvenes y la más joven de las viejas en este momento que me toca. Entiendo mucho lo que viene, también de lo que heredamos, fui parte, aprendí de eso pero sé que lo que viene es completamente distinto y la pelea hay que darla con otras herramientas, con otras narrativas, incluso se han profundizado algunos valores dentro de la lucha, o discusiones que antes eran marginales y hoy son centrales. Por ejemplo, discutir la interrupción voluntaria del embarazo en un sindicato hoy es un tema central, sobre todo en un sindicato que es mayoritariamente de mujeres, y por ahí hace veinte años te miraban con una cara de “¿de qué carajo estás hablando?”. La agenda fue transformándose. Y a ese punto estamos hoy metiendo esos temas dentro de los sindicatos con la fuerza de las mujeres y obligando a los compañeros a ser parte de las discusiones, aunque no quieran, aunque no les importe.
RA: ¿Hay mucha resistencia allí?
DF: Cuando empezamos a discutir estos temas, hace cinco o seis años, la resistencia era total. Como todo, se fue ablandando, se fue ajustando, y hoy es parte de. Y ese camino hoy lo estamos recorriendo juntos. Actualmente hay compañeros que entienden perfectamente esta discusión y la toman como algo naturalizado dentro de la dinámica de las discusiones de los sindicatos, pero que hace cinco o seis años venían con el discurso de “¿por qué las mujeres tienen que ocupar espacios por ser mujeres?”, todavía seguían diciendo “si las mujeres ya conquistaron lugares de poder, mira a la Merkel, hay un montón de mujeres que tienen espacios de poder ¿y nosotros estamos discutiendo en darles lugares sólo por ser mujer?” Había muchos compañeros y buenísimos dirigentes que pensaban de esa forma, y hoy incorporaron otra dimensión de la discusión y eso se volvió parte de la orgánica sindical, de las actividades, de las discusiones, de la agenda. Y en muy poco tiempo, en muy pocos años
RA: En el plano sindical, vos venís planteando el tema de los medios y una agenda anti sindicalismo ¿por qué es eso? ¿Es una realidad argentina o es una agenda internacional?
DF: Las técnicas para combatir a los sindicatos existen desde que existen los sindicatos, y se ha perfeccionado mucho, ha mejorado en cuanto a las nuevas tecnologías de la comunicación, incluso las tareas de inteligencia con las nuevas herramientas han mejorado incluso y han tenido un impacto en las nuevas técnicas o en las nuevas prácticas o metodologías dentro de los sindicatos. Hay consultores a nivel global y a nivel de las empresas multinacionales, algunos de ellos radicados en Estados Unidos o en Europa, que también asesoran a las derechas del mundo y que asesoran a empresas o que sus experiencias vienen de asesorar a empresas en cómo combatir a los sindicatos. Ellos desarrollan un ……….. que lo venden como manejo de relaciones laborales sustentables pero en realidad lo que hacen es asesorar a las empresas y entrenar a los gerentes, a los mandos medios y a las jefaturas en cómo pulverizar la organización gremial dentro de su empresa. Vos podés contratar como empresario esos servicios, y es muy evidente cuando estas consultoras empiezan a trabajar porque más o menos todas hacen lo mismo. Los que ya los hemos estudiado y los conocemos, sabemos de sus métodos, los vemos operar en las sombras pero sabemos de su presencia ni bien aparece porque el cambio de conducta de las compañías es muy evidente. Ahora, vos te referís al rol de la prensa y los medios de comunicación en esto. Acá hay una variable interesante que tiene que ver con cómo se construye la mala imagen del sindicato. Parte de la campaña anti sindical cultural se da en los medios denostando la figura del sindicalista, poniéndolo en un lugar de corrupto, poniendo toda una serie de artilugios y cosas negativas, o mostrando ejemplos de sindicalistas que hacen todo mal, que se roban todo, que destratan a sus afiliados, como si todo el mundo sindical fuese así y nunca ves una historia de un compañero o compañera que son humildes, que nunca robaron, que se pasaron toda la vida luchando. Lo que se ve siempre son las historias de la corrupción en los sindicatos, y eso tiene que ver con ejemplificar a la sociedad respecto de lo nocivo que son los sindicatos y los dirigentes que los conducen. Esto es muy antiguo. Lo que vino ahora son discursos de la modernización del sindicalismo. El nuevo sindicalismo que es joven, que es ágil, que es flexible y que se adapta a las necesidades de la empresa. Esto viene de la mano de las tácticas antisindicales de las empresas y también de países donde el modelo sindical, a diferencia de Argentina, es altamente fragmentado. El ejemplo más cercano que te puedo mencionar es Chile que con ocho personas vos formas un sindicato, entonces un gerente se siente con total libertad en una negociación de decirme “bueno señora, usted me dice que yo combato los sindicatos, usted está equivocada, a mí me encantan los sindicatos, cuanto más haya mejor”. Entonces, partimos de ese modelo de fragmentación, en donde un empresario te dice: “yo quiero sindicatos, quiero muchos, no quiero uno que me haga quilombo, quiero que de veinte no negocie ninguno, ninguno pueda hacer ninguna interrupción en la producción”.
RA: De esa forma se busca que no haya acuerdos abarcativos a todas y todos los trabajadores, que todo sea dificultoso.
DF: Exacto. O el otro modelo que es el de Estados Unidos, donde hay tasas de sindicalización bajísimas, del 4% o 6% a nivel nacional. En Estados Unidos los trabajadores y trabajadoras antes de organizarse en un sindicato tienen que votar dentro de la empresa si quieren o no sindicato. Y después como es un país libre y hay mucha libertad, si gana el sí de que quieren un sindicato vienen todos los sindicatos y ofrecen en una especie de expo de sindicatos para que elijan qué sindicatos quieren. Es cualquiera, es cómo una góndola de supermercados. Llevándolo a la caricatura, es una góndola donde están todos los productos y vos tomás el que querés. Entonces ¿qué fuerza pueden tener los trabajadores? Y así y todo hay sindicatos buenísimos en Estados Unidos, y hay una historia de lucha y una tradición de organización sindical que ha dado enormes frutos y que ha generado cuadros sindicales espectaculares, que han ayudado con solidaridad en todo el mundo, en América Latina, en Centroamérica. Incluso en esa situación tan hostil hacia los trabajadores se puede hacer el trabajo. Y ahora también hay otra etapa nueva que tiene que ver con lo que estamos viendo hoy, que no empezó hoy pero que ahora se profundiza, del teletrabajo o el trabajo remoto.
RA: Claro, ¿Cómo impacta la pandemia en las relaciones laborales? Y por otro lado, cuando salgamos de la situación de pandemia, las relaciones laborales no van a ser las mismas. ¿Hay un antes y un después?
DF: Sin dudas hay un antes y un después. Cuando los empresarios te dicen: para nosotros la pandemia es una oportunidad, ellos están diciendo: es nuestra oportunidad de hacer lo que siempre quisimos, que todos ustedes trabajen más horas por menos plata. Eso ya lo sabemos. ¿Cuál es nuestra respuesta a esto? y ¿De qué forma vamos articular esa respuesta a nivel regional y a nivel global? Y esto es en lo que están trabajando los sindicatos y las organizaciones. No de ahora. Hace tiempo vienen haciendo este trabajo, pero obviamente ahora se ve intensificado, por la necesidad de responder a este momento de transformación tan vertiginoso y tan profundo. Por otro lado, hay otra parte de la discusión que también hay que empezar a re enfocar y es qué pasa con la transferencia o la terciarización o la relocalización del trabajo. Gracias a que ahora se puede hacer teletrabajo de otra forma y en industrias donde antes no era habitual, se va a relocalizar donde la fuerza de trabajo sea más barata, donde la mano de obra sea infinitamente más baja en términos de costo laboral. Entonces ¿qué va a pasar ahí cuando el dumping sea la norma, y cuando tengamos que competir unos con otros para ver quién cobra menos para poder tener un laburo? Entonces hay toda una discusión respecto a trabajemos menos para trabajar todos, bajar las horas de trabajo, reducir, y eso también tiene una profundidad respecto a cómo se organiza el mundo del trabajo de acá en adelante para que la gente que está quedando afuera pueda ser incluida. ¿Cuál es el valor del trabajo y qué va a significar el trabajo de acá en adelante? Todo esto es lo que estamos conversando, discutiendo, analizando hoy en una situación muy compleja. Y además con la dificultad de que los trabajadores siempre nos juntamos en una asamblea, discutimos ahí, y hoy no tenemos esa posibilidad de hacerlo cara a cara y de poder tener esas instancias que para nosotros son nuestra marca de construcción de poder, de confianza.
RA: ¿Qué pasa con los jóvenes y la sindicalización? Como hablábamos antes hay un discurso que ha penetrado, en el que la sindicalización pareciera no tener valor.
DF: Hay dos casos bien diferentes. Por un lado, tenés a los jóvenes que entran a un mundo laboral pero que dicen que el trabajo les importa tres carajos, que les da lo mismo. Hay gente que ni siquiera aspira a tener un trabajo de la forma más estándar, la economía informal ha producido nuevos trabajos, entonces ni siquiera tienen acceso a poder estar organizados en un sindicato, ni siquiera existe esa figura. Los empleos rotativos e informales, por ejemplo un call center, que históricamente no han tenido presencia sindical van a volver de otra forma y peor. Entonces primero hay que redefinir qué significa trabajar, y también las empresas van a ofrecer nuevas modalidades de contratación que son deslaboralizadas, y el ejemplo son los trabajadores de las plataformas que ni siquiera se llaman trabajadores. Entonces, qué significa trabajar cuando te están diciendo vos trabajas cuando tenes ganas, cuando tenés tiempo libre, venís cuando queres, te conectas y te desconectas y te pagamos por el tiempo de conexión. Para toda esa gente, la mayoría jóvenes, que se insertan en ese mundo, lo que nosotros llamamos trabajo es muy diferente, pero también es trabajo. Y como está sin regulación, sin el reconocimiento por parte del empleador de esa relación de trabajo, muy lejos queda la discusión de sindicatos sí o sindicatos no. Si vos no sos un trabajador ¿cómo te vas a reconocer explotado o cómo vas a reconocer que tenés algún derecho? Esa es una parte del problema, que se están redefiniendo las relaciones de trabajo. Por ejemplo la terciarización, la cuarterización, donde vos no sabes para quién trabajas en realidad porque hay tantos intermediarios que no sabes.
RA: Sí, es muy distinto al tipo que entraba a una fábrica o a una empresa y decía “acá me quedo para el resto de mi vida”, entonces había ahí una consecuencia en su empleo, una consecuencia en su sindicato. Es otra concepción.
DF: Yo estoy trabajando muy cerca con las campañas que hacen los sindicatos para organizar Amazon, que es una empresa muy difícil. La gente que trabaja en Amazon tiene dispositivos de geolocalización. Son como una especie de teléfonos donde la empresa puede ver cuánto tiempo tardan en agarrar las cosas de los estantes y llevarlas a los conteiner, que después los llevan a los camiones, que después los llevan a los barcos que después te llega a tu casa. Toda esa gente que trabaja en Amazon trabaja por horas, tienen bancos de horas. Entonces vos no tenes un empleo, vos le dedicas horas a algo, a sacar cosas de un estante y ponerlas en otro, y te cronometran esos minutos y eso es lo que te van pagando. Entonces no tenés una relación directa con tu empleador, no sabes quién es tu empleador. Te paga el sueldo una agencia de terciarización de contrataciones que te paga por hora, no sabes a quién reclamarle tu beneficio social de pensión. Se diluye todo, la estructura de las relaciones laborales y esto es lo que logran las reformas laborales del siglo XXI. No hay una reforma laboral en un país que haya mejorado los derechos, todas van licuar. Vienen con estas fantásticas ideas de la flexibilidad, del banco de horas, del trabajo intermitente y con eso terminan de pulverizar, de destruir alguna formalidad, que vos seas dueño de tu tiempo. Pero, por otro lado, quiero contarte la buena noticia, muchos jóvenes, muchas jóvenes, que vienen de experiencias de luchar en la calle por distintas cosas, tenemos ejemplos buenísimos en Colombia, mismo en Brasil, en Chile también con las luchas estudiantiles, se insertan en estos trabajos y buscan formas de organizarse y vienen con una experiencia y la traen a los sindicatos y no tienen miedo de afiliarse, de preguntar, de cuestionar. Tenemos compañeras, por ejemplo en Argentina, en el conflicto aeronáutico que es su primer conflicto pero que vienen de haber peleado por la lucha por la despenalización del aborto, que no tienen miedo de hablar, que vienen de su primer conflicto, este es su primer momento de salir a la calle y tocar el bombo, y están listas para esto.
RA: Mencionabas el tema de la organización en la pandemia y vos justo tuviste la experiencia de tener que dar una lucha en medio de esta circunstancia ¿Cómo fue eso? ¿Cómo lucharon por sus trabajos antes una empresa que vende esta situación como el conflicto originante cuando viene de arrastre?
DF: Sí, nos llevó muchas horas de trabajo, de charlas, de discusión, tomar algunas decisiones que por ahí en otro contexto, en una juntada se resolvía presencialmente. Pero también nos dio oportunidad de masticar y de digerir algunos procesos individuales para conformar un colectivo más grande. Te digo esto porque lo que pasó y lo que está pasando todavía en LATAM. Si bien es algo que la empresa venía anunciando, porque se venía achicando y vaciando hace tiempo, fue un aprovechamiento de la pandemia, como bien dijiste, como una excusa, un motivo para hacer lo que siempre quisieron: que es sostener las operaciones con los pasajeros, pero sacarse de encima a los trabajadores y las trabajadoras argentinas y sustituirlos por trabajadores que hacen lo mismo, con el mismo uniforme, con los mismos procedimientos, pero de otros países con otra calidad laboral. A una empresa que ya se venía vaciando, y atrás de eso vino querer llevarse los aviones entre gallos y medianoche, no sólo los aviones sino también los repuestos que son más caros que los aviones, y las herramientas que utilizan los técnicos para arreglarlos. Eso está todo en un depósito en aeroparque. Ese fue el punto en el cual salimos a la calle. Hasta ese momento veníamos con una campaña de alta intensidad en las redes pero bajo nivel de exposición al virus. El día que vimos que ya se querían llevar los aviones, que había una cuestión material de por medio y que iba a ser el único reaseguro que teníamos, de que si la empresa se iba a una quiebra fraudulenta, nos paguen algo. Porque además no estamos hablando de una empresa familiar que se fue al tacho, sino de una empresa multinacional que repartió utilidades entre sus accionistas y que acaba de tener una aprobación de un préstamo de 2.450 millones de dólares para refinanciarse. Entonces hoy nosotros resistiendo, no agarrando el retiro voluntario, quedándonos y aguantando y resistiendo en la forma en que estamos haciendo, somos un obstáculo en ese plan, que es un plan de licuar las condiciones de trabajo tal como existían antes de la pandemia. En este contexto nos tuvimos que organizar y salir a pelear. Quiere decir que incluso en la pandemia se puede protestar si uno arma una estrategia con una batería de tácticas de cuidado. Esto tiene que ser parte de los valores de la pelea. Te quiero decir que la herramienta tradicional del sindicato que es movilizar, ir a la calle, es posible si uno lo planifica y se cuida. Esto es lo que para mí fue la gran discusión de este momento. Así como las comunicaciones han cambiado, bueno todo esto se tiene que rediscutir. Nosotros hoy podemos decir eso, seis meses de conflicto y estamos sanos, peleando y esperando los vuelos.
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