Urbe
La masonería argentina en Internet
¿Sabías que los masones tienen redes sociales? La palabra “masonería” nos puede remitir al período de la Independencia, pero es un fenómeno que sigue vigente. Este ensayo describe cómo se adaptan las logias al mundo digital.
Por Nahuel Pozzi
04 de noviembre de 2025
Este ensayo surge de un acercamiento específico a la Masonería Argentina. Luego de analizar su recorrido histórico, ritual e institucional para comprender su configuración en el país, nos centraremos en la forma en que, en la actualidad, la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones construye una identidad digital en el marco de un proceso de apertura cultural hacia el siglo XXI. Desde sus inicios, la Gran Logia se caracterizó por un funcionamiento cerrado y hermético, evidenciado, por ejemplo, en la realización de reuniones y debates fuera del acceso público. En la actualidad, si bien estas dinámicas presentan ciertos matices, todavía conservan efectos en la manera en que la institución es nombrada desde los imaginarios tradicionales. Según las percepciones de diversos sectores sociales, dichos rasgos le atribuyen al grupo características asociadas al sectarismo, a lo pagano e, incluso, a un poder superlativo que operaría en las sombras como una forma de conspiración.
A lo largo de su historia, este hecho ha generado estigmas que homogenizan a la masonería y que, desde un sentido común, la asocian a una suerte de secta o institución secreta. Sin embargo, en los últimos años se han manifestado algunos cambios que buscan despegarse, al menos en parte, del hermetismo con el que se la vinculó desde su fundación. Por lo menos, esto es lo que se ha querido mostrar desde los espacios institucionales de la masonería, y se hizo evidente más recientemente a través de entrevistas y posteos en medios de comunicación y redes sociales.
Para poder comprender el proceso de invisibilización y ocultamiento debemos remontarnos a fines del siglo XIX, cuando la masonería comienza a adquirir mayor visibilidad en el plano social, aunque aún enfrentaba desafíos para consolidar una imagen legitimada ante sectores amplios de la sociedad civil. Uno de los elementos clave que buscó fortalecer fue su compromiso con la caridad. Con la filantropía como eje principal, empezó a construir una presencia activa en la agenda pública, entendiendo que la acción social solidaria era un canal estratégico para generar reconocimiento.
Un episodio significativo fue su participación durante la epidemia de fiebre amarilla, donde figuras vinculadas a la masonería desempeñaron un rol destacado en la asistencia a los afectados. Es a partir de este momento que se inicia un conflicto más visible con sectores ligados al catolicismo, especialmente por la disputa en torno a quién debía representar el ideal de caridad en la esfera pública. Hasta entonces, este rol había sido patrimonio casi exclusivo de las asociaciones religiosas católicas.
Este conflicto no se limitó al plano discursivo, sino que fue tomando forma institucional. Un punto de inflexión fue la creación del orfelinato masónico en 1906, que marcó un paso decisivo hacia la formalización de una obra social propia y sostenida. La masonería comenzó entonces una etapa más intensa de divulgación de sus principios y acciones, buscando difundir su historia, sus valores y sus aportes a la comunidad. Frente a esto, desde el ámbito eclesiástico se comenzaron a cuestionar la autenticidad y legitimidad de la filantropía masónica, acusándola de tener fines ocultos o políticos.
En este contexto, la masonería empezó a disputar espacios simbólicos, políticos y sociales con la Iglesia. Mientras esta última mantenía una fuerte influencia sobre el imaginario colectivo y un control del discurso público sobre lo religioso y lo moral, la masonería fue posicionándose como portadora de una identidad laica, ligada a los valores del liberalismo. Su cercanía con las élites liberales de la época le permitió no solo incidir en la vida institucional del país, sino también atraer a nuevos miembros afines a esa corriente de pensamiento.
Esta visible enemistad coincidió con la consolidación de lo que el sociólogo argentino Alejandro Frigerio (2018) llama el monopolio católico, en donde la iglesia hegemoniza la representación religiosa y relega a otras expresiones religiosas legítimas como la masonería degradándose hacia el esoterismo, ocultismo, curanderismo o magia.
Este posicionamiento dio lugar a un proyecto de laicidad combativo, que buscaba limitar la presencia pública del catolicismo. La necesidad de crear un partido liberal se presentó como una estrategia para contrarrestar el avance del clericalismo, al que se veía como un obstáculo para la modernización del país. Así, la masonería entendía que su intervención no debía limitarse a los rituales internos, sino que debía proyectarse como fuerza transformadora en el escenario político, cultural y moral de la Nación. Tal y como menciona el sociólogo Pablo Wright (2018) la masonería en su apogeo agrupaba a personas interesadas en el conocimiento, la ciencia, la reforma social, la mejora de estatus personal y las alianzas políticas.
Otro punto de quiebre se marcó en el año 1976 con el golpe de estado del autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Este último delimitó un cambio en las dinámicas del asociativismo en Argentina. Esta situación, sumada al pacto que mantenían los militares con un sector conservador de la Iglesia Católica, condiciona la agencia de la masonería -por sus rispideces pasadas- y la dejó prácticamente en la clandestinidad. Tal como menciona Frigerio, el retorno de la democracia marca un punto bisagra en esta convivencia entre Estado, catolicismo y fuerzas armadas, lo que permitió que las expresiones religiosas minoritarias y otros grupos como la masonería pudieran paulatinamente subir el perfil dentro de espacios públicos.
Más recientemente, con la llegada de la década de los 90´ y principios del siglo XXI, la masonería en Argentina comienza un proceso de reorientación identitaria, volviendo a sus bases humanistas y prácticas para salir de su carácter conservador de puertas adentro que había adoptado en las décadas previas. Es por eso que el historiador Emilio Corbiere (2001) advierte sobre la necesidad de divulgación y comprensión de la práctica social y la política masónica. Para así, mantener una cosmovisión interna orientada al humanismo y al progreso, adaptándose a los cambios sociales y rechazando ideologías rígidas, anacrónicas y reaccionarias, para seguir siendo relevante y promover valores como el librepensamiento, la justicia y la lucha contra los totalitarismos.
De todas formas, si bien la intención estaba alineada, no existió una verborragia a cooptar espacios públicos en esta década, puesto que las reacciones ante estas emergencias religiosas todavía eran desde la desconfianza, asociada al esoterismo y ocultismo, haciendo emerger pánicos morales sobre algunos grupos, entre ellos los masones.
Este llamado a cierta vuelta al activismo político moldea la base de la masonería contemporánea, porque el clima de época, en palabras del sociólogo Frigerio (2018), “luego del ´quiebre´ del monopolio católico ´tradicional´” funcionó como caldo de cultivo para esta aparición como actor social activo dentro de la esfera pública.
Esta campaña de presentación pública tiene el fin de reconstruir una identidad visible desde la afirmación “no somos secretos sino discretos”. Esto evidencia un proceso de cambio a partir de algunos indicios de apertura o de exposición que, según el discurso nativo, se asocia a una lógica de sobrevivencia que implica ser discretos para “cuidarse” y, a la vez, armarse de herramientas para combatir la “ignorancia”. En este sentido, buscaremos remarcar la postura propia de los adherentes desde lo que expresan, pero también desde lo que no son. En este caso, esta negativa surge en contraposición con la figura del “fanático”. Desde su punto de vista, esta última puede apelar tanto a sujetos como grupos que encarnan ideas fundamentalistas y cercenan el diálogo, la racionalidad y la libertad, y que son en muchos casos la representación de la ignorancia que la masonería busca combatir. Esta forma de presentarse al mundo los corre del lugar de organización sectaria que exige posicionamientos políticos, religiosos, doctrinarios y ocultistas que perjudican la voluntad de sus miembros. Así, pasan a reivindicarse como un grupo fraterno que promueve los valores morales de la libertad y el perfeccionamiento ontológico de sus miembros desde la promoción de la cultura, el arte, la política y la educación.
Ahora bien, la búsqueda de los masones en Internet es todo un problema, puesto que la asociación directa de la masonería con el sentido común en general y la información a la que se accede en la red en particular son rumores que están íntimamente vinculados con el oscurantismo y el secretismo. Usando la idea de Cernadas Ceriani, los rumores y los chismes funcionan como mecanismos sociales para revelar lo que se percibe como oculto o ambiguo, porque lo ambiguo es visto como una posible amenaza.
En el año 2008 en la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones votaron como presidente de la Asociación Civil a Angel Jorge Clavero, un despachante de aduana proveniente de Junín, provincia de Buenos Aires, que realizó sus estudios en comercio exterior en la Universidad de Buenos Aires. Ocupó dicho cargo siendo reelecto en tres ocasiones desde el año 2008 al año 2014 y, nuevamente, desde el 2017 al 2020. En este período se constituyó en la figura fundante del proceso de apertura y visibilidad pública de la masonería en Argentina. En su gestión, la masonería da un salto cualitativo a la Internet por la creación de la página web y de una revista de difusión de la Gran Logia; además, introdujo la posibilidad de recibir inscripciones a la masonería por este medio virtual. De esta forma, comienza un proceso de identidad online, es decir, de mostrar mediante un representante institucional cómo se construyen los masones en un contexto de creciente visibilidad pública.
De esta forma, la imagen de él como figura de la institución es un reflejo de lo que se quiere mostrar, cómo son y qué hacen, de dónde vienen y de qué forma interactúan con la sociedad civil, con el objetivo de quitarle valor al secretismo al que se los asociaba en el pasado. Para esto, se ocupó de promover los valores de la institución en diferentes medios de comunicación, algo que hasta entonces no había sucedido, al menos no con un vocero que hable desde el ser masón. En el año 2009 en una nota realizada por el diario La Nación, llamada “La masonería argentina recluta miembros en Internet” el entonces presidente hizo referencia al rol de Pablo Lázaro, encargado de conducir la “Secretaría de Internet”. En esta misma se menciona la importancia que tuvo para el crecimiento de adeptos y la difusión de la masonería, en un momento en el cual el proceso de apertura era aún incipiente. Extendiéndose a provincias donde antes no tenía presencia y consolidando miles de miembros activos, aprovechando las nuevas tecnologías como medio de difusión en un proceso de modernización, buscando adecuarse a los tiempos actuales y a la era de la comunicación.
Pero no fue hasta la asunción del presidente Pablo Lázaro en 2020, quien también auspició de vicepresidente de la Gran Logia durante la última gestión de Clavero, que comenzaron los cambios profundos en materia comunicacional. Lázaro no supera los 50 años, es ingeniero en sistemas especializado en ciberseguridad, dirigió el área de Ciberdelito del Ministerio de Seguridad de la Nación entre 2018 y 2020 durante el gobierno de Mauricio Macri, y es el presidente más joven que tuvo la masonería argentina en su historia. Su gestión se aboca a la puesta en valor de la “Secretaría de Comunicación” y la puesta en marcha de la “Subsecretaría de Cultura”, con las que se da un giro de 180° en apertura y visibilidad. Es este órgano rector el que se va a encargar durante estos años de desarrollar una política de expansión en el espacio público y digital. En este sentido, en una entrevista realizada para el diario MDZ en el año 2022 titulada “La masonería no tiene nada que esconder, dice el Gran Maestre, y revela la nueva política de la logia”, Lazaro señala que ha apostado por una comunicación más abierta y por modernizar sus canales de ingreso, reflejando el impulso de una generación iniciada en democracia que busca acercar la institución a la sociedad.
Esto, además, está acompañado de una cantidad sin precedentes de entrevistas a medios de comunicación pero, también, a influencers. Por eso, el presidente le brindó una entrevista a Mauro Albarracín, un youtuber argentino oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. Conocido como “Lesa”, tiene casi setecientos mil suscriptores y la entrevista fue de las más vistas en su canal, el cual cuenta con un público mayormente joven. Estas apariciones en plataformas de streaming son parte de este proceso de expansión y adaptación, propias del recambio generacional y de la política de apertura.
En la misma, comentó que la iniciativa de la Secretaría de Comunicación es una novedad puesto que su existencia comienza con esta gestión, en donde se organizó un grupo de trabajo especializado en diseño e imagen. Si bien antes existía la Secretaria de Prensa, no había una estrategia comunicacional ni un equipo especializado en el tema.
De esta propuesta surgió la necesidad de crear redes sociales para mostrar quienes son y lo que hacen. En otra nota brindada al diario La Nación en 2021, «Del secretismo a Instagram: Quiénes son y qué misión cumplen los masones del siglo 21″, se muestra cómo los mitos y la falta de conocimiento sobre ellos les provocaron persecuciones y escraches en la calle pero también en las redes.
Con este fin de divulgación comienzan a realizarse una serie de actividades y proyectos, así como la creación de un programa de radio transmitido por stream llamado “Tradición y futuro”, la realización de paneles temáticos y de la puesta en valor del edificio de la Masonería Argentina en la Noche de los Museos, ubicado en el microcentro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como principal punta de lanza de la difusión concreta del proyecto de apertura. En el año 2023 el diario Perfil hizo la nota “Cómo se prepara la Masonería Argentina para la Noche de los Museos” para mostrar la convocatoria del evento y las razones por las que se está poniendo tanto énfasis en este día de apertura del templo. En esta última, su autor señala que son casi doscientas personas pertenecientes a la Orden que se reúnen para realizar los preparativos concernientes al encuentro, dando cuenta de la logística requerida y de la importancia que se le da a la actividad. Asimismo, el Subsecretario de Cultura interviene comentando que las visitas y actividades culturales en la sede masónica permiten que quienes llegan con ideas vagas sobre la institución descubran su historia, tradiciones y símbolos. Al recorrer el edificio y disfrutar de las exposiciones, muchos visitantes se van con una imagen más clara y positiva de la masonería y de su lugar en la ciudad y en el país.
El halo de secretismo se fue diluyendo con los años: si durante las dictaduras los masones argentinos se escondían, hoy tienen páginas de Facebook e Instagram y abren su sede central para La Noche de los Museos. Pese a ello, su figura aún suscita sospechas. La participación del presidente como máximo exponente de la Gran Logia marca un cambio significativo en la forma en que la masonería se relacionaba previamente con los medios y la sociedad civil. Este nuevo enfoque como un material de divulgación ha llevado a la decisión de promocionarse activamente a través de las redes sociales y de participar en eventos, pero además cambia el eje de la participación de sus símbolos en la esfera pública. La apertura del templo al público marca un punto de quiebre en este siglo, un espacio que funcionaba de forma exclusiva para los hermanos masones para ser una herramienta para la divulgación del proceso de apertura. En esta lógica, lo que antes funcionaba como una sociedad secreta para poder desarrollar sus actividades sin caer bajo la evaluación moral de la sociedad, o sin generar conflictos internos propios de un posicionamiento concreto en un espacio que se piensa a sí mismo heterogéneo, en esta etapa lo que se busca es todo lo contrario, a saber, posicionarse y mostrarse.
La idea de antepasado y descendiente es imprescindible para la construcción de su legitimación, puesto que es este pasado de próceres y protagonismo político lo que genera que se los vea como parte del linaje así como de la encarnación de estas figuras épicas. La vida y obra de estos y la historia de la masonería están vivas en la existencia de los masones contemporáneos, las acciones que desenvuelven de forma ordinaria remiten a ellos y los masones modernos se sienten ligados a la experiencia de los antiguos. Dicho de otro modo, el presente narrativo de los masones reproduce este pasado mítico, son exponentes de una misma clase que, a pesar de tratarse en este caso de próceres que vivieron antes que ellos, ocupan una misma investidura consiste en ser masón. Utilizando la categoría de invención de la tradición del historiador Eric Hobsbawm (1983), podríamos decir que la masonería recrea y adapta símbolos y prácticas históricas para promover su agenda y fortalecer su narrativa mítica. Esto implica no sólo la utilización de rituales y ceremonias tradicionales, sino también la apropiación de figuras históricas y la reinterpretación de eventos pasados para la propia construcción de identidad. También, observamos esta misma reconstrucción simbólica del pasado en los posteos de las redes sociales oficiales de la masonería, con su constante revalorización de las efemérides locales y globales que la llevan a imbricarse con estos personajes, hechos históricos y agendas coyunturales.
Por ejemplo, en otra de las notas escritas por el diario MDZ en el año 2022 “El Gran Maestre explica por qué Argentina no existiría sin la masonería” el presidente destaca su papel en momentos clave de reconciliación y construcción nacional, como su influencia en gestos históricos de unidad nacional como los abrazos de San Martín y Bolívar o de Perón y Balbín, hasta su impronta en el ideal de un país donde la movilidad social y la integración permitieron que hijos de inmigrantes llegan a la presidencia. Esta afirmación busca unir los destinos de la masonería a los procesos históricos de mayor relevancia de la historia Argentina, lo que muestra la voluntad de engrandecer la institución haciéndola ver como una parte constitutiva de esos procesos en particular, sin dejar de ligarla a un linaje más amplio y general. Lo mismo sucede en la nota realizada por el diario Perfil en el año 2022 «Pablo Lázaro, gran maestre de la Argentina: ´Alfonsín perteneció a la masonería´» donde se reafirma el carácter discreto en lugar de secreto, pero que además ya en el nombre de la publicación aparece la adjudicación del ex presidente de la República Argentina perteneciente a la Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín. La misma publicación, nuevamente, se hace eco de la presencia histórica de los próceres nacionales.
Desde esta apertura podemos ver como la relación entre el mundo offline y el mundo online no son esferas separadas de lo que se creía la realidad o un accesorio, sino, como menciona la socióloga Abalos Irazabal, son espacios relevantes de socialización que permiten experimentar la reconstrucción y divulgación de una identidad digital, con el objetivo de conseguir otro tipo de aceptación y legitimidad en los estatutos de la sociedad civil.
En este sentido, la masonería ha sufrido campañas sistemáticas de difamación online que los acusaban de cualquier cosa. “La institución está rodeada de mitos”, explica Lázaro. Por un lado, hay quienes refieren que existe una “gran conspiración judío masónica”. En el extremo opuesto, también hay quien intentó ser masón y se acercó a la sede porteña hablando de supremacismo blanco. “¡Nosotros somos la Revolución de Mayo y la democracia!”, reclama el presidente. De esta forma, también podemos encontrar como los grupos religiosos diseñan estrategias, a partir de la creación de estos perfiles online, como carta de presentación con una narrativa controlada para contrarrestar los estigmas y rumores generados.
La búsqueda por la vigencia es otra arista para poder entender la presencia y la voluntad por pertenecer a espacios online, puesto que la falta de redes sociales supone en este contexto un indicador claro en materia de relevancia de los grupos religiosos o instituciones como la masónica. Lo que ha llevado a una consolidación de la producción en diferentes plataformas como estrategia de intervención en el mundo offline, en un paralelismo, es decir, los medios audiovisuales y las plataformas digitales se utilizan para difundir contenidos y construir narrativas políticas en línea.
Por otro lado, “cultura_masoneria” es la cuenta de la Subsecretaría de Cultura y se encarga de compartir y divulgar actividades musicales, arte, producciones audiovisuales y podcasts, entre otras. Si bien funciona como una esfera comunicacional aparte, también se ocupa de la producción de la otra página “masonería_argentina”, la diferencia es que al ser un espacio dedicado a la divulgación cultural, la libertad que se tiene mayor es a la hora de diseñar e incorporar una estética más actual. De esta forma, la masonería ha logrado ampliar su comunidad que además de ser presencial es digital y que alcanza a masones y –en especial– no masones. Esta modalidad virtual sirve para producir, exhibir y circular su imagen, y funciona como un mecanismo comunicativo interno y externo. Las tecnologías digitales permiten la construcción de comunidades en línea y la transmisión de la autoridad a través de stream y prácticas en línea, como es el caso de las formaciones o paneles temáticos. Internet funciona a la vez como medio de difusión externa de la tradición y como herramienta interna de organización y cohesión comunitaria. La comunidad digital cumple la función de atraer ajenos, pero también de contener a los propios en una suerte de bitácora cotidiana de la vida social e institucional de la Gran Logia, manteniendo informados a quienes forman parte activa de ella así como a quienes buscan atraer para que se unan a la Orden.
Ahora bien, este sitio no pierde la narrativa mítica, la mayoría de las publicaciones incluyen eventos corales y de música clásica, lecturas de poemas, puesta en valor de edificios históricos, y la invitación a paneles temáticos o la presentación de libros. Luego, el resto está destinado a postear reivindicaciones políticas y efemérides así como la divulgación de su podcast y ciclo de Youtube. Si bien se conserva lo tradicional como parte del pasado glorioso asociado con la masonería, reflejado en su continua búsqueda de jerarquía, solemnidad y elevación moral, lo innovador radica en la intención de adoptar un perfil menos rígido. Estos cambios no solo se refieren a los avances comunicacionales y sus inventos, sino también a lo que es socialmente aceptado. En este sentido, el aporte del sociólogo Pablo Wright (2013) nos es útil para pensar como los grupos religiosos de la modernidad se encuentran en espacios de liminalidad identitaria entre la utilización de materiales antiguos para continuar con un linaje glorioso pero remodelada hacia una nueva narrativa, elaborada y difundida con objetivos políticos concretos, que permita resignificar su presencia y relevancia en la sociedad Argentina.
En conclusión, puede afirmarse que esta estrategia global de comunicación institucional busca alejarse de la imagen opaca y los rumores que la rodeaban, incorporando elementos de actualidad y agendas contemporáneas, con el objetivo de proponer una agenda comunicativa más accesible que les permita llegar a un sector más amplio. Esta reconfiguración responde al quiebre de un monopolio religioso -parcial- que la excluyó del campo de lo legítimo y que hoy busca una construcción de identidad digital que recupera elementos míticos, filosóficos y rituales para proyectarlos como una forma de espiritualidad individual y laica. Esta constante aparición en medios muestra la voluntad por divulgar los valores y costumbres de la masonería, el ordenador común que tienen todas estas entrevistas además del paso del secretismo a la discrecionalidad es la remarcación constante de estos, fortaleciendo la comunidad online. Dicho proceso de transformación se vio dado también por la suplantación -parcial y discursiva- del secretismo tradicional hacia una estrategia de visibilidad y apertura, en la que busca legitimarse socialmente mediante una narrativa identitaria que la vincula con el pasado mítico nacional. En todas las entrevistas realizadas al presidente figuran los principios de libre pensamiento, libertad, igualdad y fraternidad. Ahora bien, no hay sin embargo una clara explicación de cuáles son las prácticas concretas que se realizan para alcanzar estos fines, puesto que estas siguen estando reservadas para iniciados. Las palabras del presidente buscan instalar una idea, una bandera, un punto de referencia para desmitificar los rumores que se hacen sobre la propia institución desde un aparato comunicativo sólido.
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