Historias

La interna

Con la recuperación democrática, el peronismo tuvo que adaptarse a la nueva época. Lo hizo con una elección interna: Menem-Cafiero. Fede Mochi relata la historia que va de la Renovación a la interna presidencial. ¿Cómo se forjó la alianza que destronó la estructura de poder del PJ? ¿Cómo se rompieron los acuerdos entre los renovadores? ¿Y cómo se llegó a una elección en la que Carlos Saúl Menem se impuso contra el gobernador de la provincia de Buenos Aires?

Por Federico Mochi
05 de octubre de 2025

I. Cafiero

Antonio Cafiero nació el 12 de septiembre de 1922 en la Ciudad de Buenos Aires. Se recibió de contador en la UBA y luego fue docente universitario. Militó primero en la Acción Católica, y luego se acercó al naciente peronismo.

Entró a la función pública muy joven: su primer cargo fue como consejero financiero de la Embajada Argentina en Washington. Tenía tan sólo 26 años. Siguió escalando en el equipo económico del gobierno de Juan Domingo Perón, hasta que llegó a uno de los puestos más altos. No sólo era él mismo muy joven, un rasgo en el que insisten todas sus biografías, sino que, como cuenta Kelly Olmos, durante toda su carrera se dio una política de incorporar a la juventud a los esquemas decisorios.

En 1952, cuando todavía no había cumplido 30 años, fue designado Secretario de Comercio Exterior. No era una oficina cualquiera: desde ese cargo, tuvo a cargo la gestión del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio. El IAPI era el centro estratégico del programa de crecimiento y redistribución del ingreso: a través de él, el Estado nacional monopolizaba el comercio exterior y administraba el excedente de la venta de granos para financiar el desarrollo industrial. Un tema completamente vigente. Allí estuvo Cafiero durante tres años, hasta que la Fusiladora dio fin al gobierno.

Durante los años de la Resistencia, Antonio tuvo un lugar destacado. En 1962 se convirtió en coordinador del Movimiento Nacional Justicialista. En 1964, en Secretario Político del Partido Justicialista; en 1971, comandó el Consejo de Planificación. Ese avance acelerado en la estructura del movimiento lo llevó a acercar posiciones con el sindicalismo. En Conocer a Perón, el excelente libro de Juan Manuel Abal Medina (padre), se cuenta que los líderes de la CGT, José Ignacio Rucci y, sobre todo, Lorenzo Miguel, lo propusieron como candidato a presidente para la elección de marzo de 1973. Sin embargo, Perón se inclinó por Héctor J. Cámpora, que era su delegado personal desde la caída de Paladino. Según se comenta, Cafiero no habría sido elegido porque Perón lo veía un poco cercano a Lanusse; en sus memorias, Cafiero dirá que lo operaron con eso.

Volverá a ocupar un cargo sólo luego de la muerte del líder. En agosto de 1974, Isabel lo designa interventor federal de la provincia de Mendoza, cargo que ocupará por un año. En el agosto siguiente, la presidenta lo convocará para ocupar el Ministerio de Economía en el tramo final de su gobierno: se va del cargo en febrero de 1976 para ocupar la Embajada Argentina en la Santa Sede.

Con el Golpe de Estado, Cafiero debe volver a la Argentina. En ese momento, la Dictadura lo encarcela bajo la acusación de que, en su paso por la gobernación de Mendoza, se habría robado un piano. Por esta causa absurda estuvo detenido durante 9 meses.

Antonio retorna a la política con la recuperación democrática. En 1983 forma el Movimiento Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO) con un grupo de militantes sindicales conocidos como “los Combativos”, que incluía a Deolindo Bittel, Miguel Unamuno, Roberto García y otros. En esta oportunidad, Cafiero intenta dar la disputa por la conducción del peronismo “desde adentro”. Y pierde: la línea oficial, conducida por dirigentes que encabezaban el peronismo antes de la dictadura, impone a Ítalo Luder como candidato a presidente y Herminio Iglesias a la gobernación bonaerense.

Cafiero fue traicionado por Bittel, que acepta acompañar a Luder en la fórmula presidencial del peronismo, y vencido junto a sus aliados sindicales por Herminio, proveniente de la UOM, en la candidatura de la Provincia de Buenos Aires. En diciembre, todas estas figuras serán derrotadas por Alfonsín en las urnas. Antonio dirá que los sindicalistas que apoyaron la candidatura de Luder son los “mariscales de la derrota” y volverá sobre su proyecto renovador. Pero ahora pasemos a su futuro adversario en la interna peronista.

II. Menem

Carlos Saúl Menem nació el 2 de julio de 1930 en Anillaco, provincia de La Rioja. Sus padres son sirios sunitas, musulmanes: Saúl Menehem y Mohibe Akil habían migrado a la Argentina en 1910, y en el registro el apellido se transformó en el que todos conocemos. Carlos Saúl comparte la religión de sus padres… al menos, hasta 1983, cuando se bautizó en la Catedral de la Rioja. Pero no nos adelantemos a los hechos.

Una breve biografía: Menem estudió Derecho en la Universidad de Córdoba y se sumó al equipo de básquet de esa casa de estudios. Ese deporte lo lleva a viajar a Buenos Aires en pleno peronismo y, así, a conocer a Perón y Evita. Después de ese encuentro se sumó a militar a ese movimiento. Durante la Dictadura de la Revolución “Libertadora” estará preso por primera vez en su vida.

En 1957 va a refundar, clandestinamente, la Juventud Peronista en la provincia de La Rioja; a nivel nacional, ese proceso lo estaba liderando, junto a otros compañeros, Envar El Kadri. Luego será abogado de la CGT.

En esa etapa, empezará a cultivar la imagen que lo caracteriza: las patillas copiadas de Facundo Quiroga, que le traen mucha repercusión entre los riojanos. En 1963 se convirtió en presidente del PJ de su provincia, y decidió acatar el mandato de Perón de no presentarse a las elecciones de ese año, que a nivel nacional llevaron a Illia a la presidencia. A partir de este acto de lealtad, comenzó a generar una relación con el líder del movimiento: viajó a Puerta de Hierro, y en 1972 va a estar en la delegación que acompaña a Perón a la Argentina.

En marzo de 1973, en la misma elección que lleva a Cámpora a la presidencia, Menem se va a convertir en Gobernador de La Rioja. A los tres años, su mandato fue interrumpido por la Dictadura y él fue detenido. En esa detención fue llevado brevemente al 33 Orientales, un barco donde se encontraban otros dirigentes peronistas, entre ellos Antonio Cafiero. Luego, Menem fue trasladado a un Centro de Detención, donde permaneció por dos años; en 1978, lo llevaron a su casa para pasarlo a un régimen de prisión domiciliaria.

Con el final de la Dictadura es liberado y volverá a ser candidato a gobernador de La Rioja. Se impone contra el candidato radical, Raúl Galván, por 17 puntos. Desde ese lugar, y luego de la derrota de Luder, se contactará con Cafiero y otros dirigentes para conformar ese movimiento que se conoció como la Renovación. Pasemos a ella.

III. La Renovación

En 1982, bajo la presidencia de facto de Bignone luego de la derrota de Malvinas, se rehabilitaron los partidos políticos. Eran parte del deshielo político ante la crisis de legitimidad de la Dictadura, que abría el camino a la transición democrática. Y en la elección de 1983 el radicalismo logró renovarse: después de décadas de conducción de Balbín, llegó la conducción de Alfonsín y la “Coordinadora”.

Por su parte, el peronismo, durante la Dictadura, se había visto reducido a un esquema casi exclusivamente gremial. Encabezado por Lorenzo Miguel y las 62 Organizaciones, lo que quedaba era un partido sin democracia interna y con caras asociadas al período pre 1976 y el gobierno de Isabel. Se puede decir que había quedado asociado a los 70, incapaz de ver el presente de 1983; en parte porque había sufrido más que ninguna otra fuerza las desapariciones y torturas de la Dictadura, pero también porque nunca habían perdido una elección libre y democrática. Hasta que Luder y Herminio fueron derrotados.

Ante ese hecho, Menem y Cafiero convocaron a la renovación. Decían que el PJ no podía seguir siendo comandado por los mismos sindicalistas, que tenía que volver a haber política y democracia interna. El año clave fue el 85, cuando se enfrentaron ortodoxos y renovadores en dos congresos partidarios: primero se realizó uno en el teatro Odeón, pero al no verse representados los renovadores abandonaron el congreso y organizaron uno paralelo, en Río Hondo. En diciembre de ese año, lanzan un comunicado público: el documento fundacional de la Renovación Peronista, donde dicen:

“La Renovación es un momento de nuestro desarrollo movimientista, un tiempo de cambios, de rupturas, de fidelidades creativas y de heterodoxias audaces.”

Habíamos dejado a Cafiero traicionado en su intento por encabezar la boleta a la gobernación bonaerense, en la elección que luego perdió Herminio Iglesias tras la famosa “quema del cajón”. En 1985, los dos dirigentes van a intentar, una vez más, hegemonizar las listas de la Provincia de Buenos Aires, esta vez en una legislativa.

Al ver imposible un acuerdo, hacen algo que el peronismo va a hacer reiteradas veces más adelante: romperse y presentar boletas separadas. (En elecciones legislativas bonaerenses, lo mismo va a pasar en 2005, CFK versus Chiche Duhalde; y 2017, CFK versus Randazzo, por dar algunos ejemplos). Cafiero y sus aliados arman el FREJUDEPA: Frente Renovador, Justicia, Democracia y Participación; Herminio y los suyos sostienen el nombre setentista: FREJULI, Frente Justicialista por la Liberación. Este último judicializó la elección e intentó bajar la boleta renovadora, pero la jueza Servini de Cubría habilitó su presentación. 

El FREJUDEPA fue el primer espacio de la Renovación, el espacio político conformado por Cafiero junto a Menem y otros dirigentes de peso: el porteño Carlos Grosso y el cordobés José Manuel De la Sota. Desde esa plataforma, se enfrentaron a la dirigencia sindical que había tomado las riendas del justicialismo y lo condenaba al pasado, mientras el radicalismo miraba al futuro. 

Fue una jugada perfecta. Si bien los radicales se impusieron con 41%, el FREJUDEPA se impuso contra el FREJULI, que de hecho quedó cuarto abajo del Partido Intransigente. La boleta encabezada por Cafiero obtuvo 27%; la de Herminio no llegó al 10%. La Renovación obtuvo otras victorias internas: Grosso se impone en la Capital, y Menem en La Rioja. Los renovadores pasan a tener 10 diputados y se consolida el proceso que conducen dentro del peronismo.

Pero inmediatamente empezarán las tensiones entre los dos conductores. En 1986 organizan un Congreso partidario donde la disputa se expone: Cafiero le dice a Menem “renodoxo”, acusándolo de acordar con sus adversarios. En ese momento se rompe la Renovación y Menem se retira del Congreso. La estrategia del riojano es muy interesante: se apropia de un discurso casi revolucionario, setentista, empieza ya a hablar de “revolución productiva”, y se apoya al mismo tiempo en una estructura vieja, ortodoxa.

En este momento se dan dos alianza que van a ser clave: en primer lugar, el acuerdo de Menem con Vicente Saadi, ex gobernador de Catamarca y representante de las élites del interior. En segundo lugar, el lugar de Eduardo Duhalde, en ese momento intendente de Lomas de Zamora; originalmente estaba aliado a Cafiero, pero se va a empezar a acercar a Menem y, de esa manera, comienza a construir una estructura en la provincia de Buenos Aires que no responde a Antonio.

En 1987 se da un nuevo vuelco: asediada por la crisis económica, la UCR pierde las elecciones legislativas y el peronismo gana a nivel nacional. Cafiero logra imponer su candidatura y gana la gobernación bonaerense; Menem, por su parte, está siendo reelecto en La Rioja. En paralelo, el país enfrentó los levantamientos Carapintadas; Antonio Cafiero, un demócrata, da su apoyo a Alfonsín e incluso sale con él al balcón de la Casa Rosada en un gesto de unidad nacional.

En diciembre de ese año hay elecciones internas del PJ y la Renovación se impone fácilmente con la fórmula Cafiero – Menem. Así logran reformar el estatuto partidario y eliminar una normativa clave, la que otorgaba un tercio de las listas a los sindicatos.

En ese momento, Antonio cree que se ha convertido en el candidato natural del peronismo, habiendo superado la interna con los ortodoxos. Pero en ese momento ha comenzado una segunda interna, la verdadera, una interna interna a la Renovación: empiezan a aparecer afiches que dicen “Menem Presidente”.

Cafiero es presidente del PJ y gobernador de la Provincia. Desde ese lugar, refuerza sus ideas democráticas: va a llamar a elecciones directas de los afiliados del partido para definir la fórmula presidencial del año siguiente. Así llegamos al 1988: el año de la Interna que cambió la historia.

IV. La Interna

El 9 de julio de 1988, millones de peronistas salen a las calles. Por primera y última vez en la historia hasta ahora, los afiliados al Partido Justicialista elegirán democráticamente a su candidato presidencial. El mismo día, Alfonsín hace un acto oficial por el día de la Independencia. No va nadie: el país mira otra película.

Dos fórmulas, las dos provenientes de la Renovación. Por un lado, Antonio Cafiero  acompañado de José Manuel De la Sota. Esta alianza le hace perder el apoyo que le quedaba en los sindicatos, últimos espacios de poder ortodoxo, fuertemente enemistados con el cordobés. Así, Menem consiguió asegurarse el apoyo de Lorenzo Miguel y las dos elecciones; eso, además de haber cerrado a Duhalde como candidato a vice, será definitorio del resultado electoral.

Hay otro factor que conspira en favor del riojano: Saadi, uno de sus principales organizadores políticos en el interior del país, impedirá a los fiscales de Cafiero hacer su trabajo en varias provincias. La victoria de Menem se definirá básicamente por la territorialidad y el apoyo de las organizaciones de base. Testimonio de eso es su cierre, con un estadio Monumental colmado por los gremios.

Antonio, en cambio, tiene un discurso centrado en la clase media, el orden democrático, lo institucional. Es una campaña muy a tono con los tiempos alfonsinistas, filo socialdemócratas, que se estaban agotando.

Cafiero pasa el día en San Isidro, en Villa La Cava. Menem en su Anillaco natal, y sólo al cierre del día se sube en un avión hacia Buenos Aires. Los dos búnkers centrales quedan en la calle Belgrano, a sólo siete cuadras de distancia.

La victoria de Menem es apabullante: se impone por el 53,4% de los votos, contra el 45,8% de Cafiero. Son 7,5 puntos de distancia, mucho más de lo que se esperaba. Cafiero sólo logró imponerse en 5 provincias (Córdoba, Santiago del Estero, Salta, Formosa y Misiones) y en la Capital. Ni siquiera logró ganar la provincia que gobernaba, la madre de todas las batallas, Buenos Aires.

Ante la victoria, Menem dirá que el aparato no le puede ganar a la voluntad de los peronistas. La Renovación, como proceso histórico, está terminado. El nuevo candidato presidencial llama a unificar el partido y tiende un puente de plata a los derrotados. En las elecciones de 1989 se impone por 10 puntos contra el candidato radical, Angeloz. Por la crisis, asume anticipadamente la presidencia, el 8 de julio, menos de un año después de imponerse en la Interna peronista. El resto es historia.

¿Qué fue la Renovación? ¿Cuál fue su objetivo? Más allá de la disputa entre sus protagonistas, su rol histórico es claro: se trató de adaptar el peronismo a su época. El movimiento de Juan y Eva siempre se dio estrategias para sobrevivir y conectar con su tiempo; después de los años oscuros de la Dictadura y ante un nuevo escenario global, llegó una nueva necesidad de adaptarse y la Renovación fue la respuesta. Dejando de lado las traiciones y rupturas internas, el objetivo se cumplió: se discutió el rol del sindicalismo, se reformó el estatuto partidario se jubiló a la Ortodoxia y se dio paso a la renovación política. Se logró una elección histórica, democrática, con el voto de los afiliados.

¿Por qué volver, casi 40 años después, a la Interna que cambió la historia? Porque tiene una inmensa vigencia y actualidad. Tiene mucho para decirnos para el presente del peronismo. A través de este proceso, Menem logró concentrar un inmenso capital político como candidato democráticamente electo del peronismo, y pudo darle una nueva imagen, una nueva identidad al movimiento ante la sociedad. Como dice el Turco Asís, los candidatos del peronismo los pone la época.

Por eso, una vez más, tenemos que estar a la altura de la época.