Géneros.

Fotografía: Augusto Starita

Por Paloma Dulbecco y Micaela Gentile

La Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), que fuera ratificada por nuestro país y que tiene jerarquía constitucional desde 1994, sostiene que la discriminación contra la mujer no sólo viola los principios básicos de igualdad en el género humano sino que también dificulta la participación plena de las mismas en los ámbitos económicos, culturales y políticos. Asimismo, obliga a los Estados Parte a elaborar políticas activas que prevengan y eliminen toda causal de desigualdad basada en el género.

Mucho es lo que se avanzó desde esos años y muchos son los desafíos que todavía quedan por delante en materia de igualdad de géneros. No sólo entre varones y mujeres, las políticas públicas deben comprender la realidad y las particularidades de cada género autopercibido y problematizar las divisiones binarias de la sociedad en su conjunto.

Específicamente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires falta desarrollar de forma eficaz la articulación intersectorial e interinstitucional de iniciativas para garantizar abordajes integrales y principalmente las políticas públicas que permitan la autonomía no sólo simbólica sino también material, de quienes buscan alternativas a contextos de violencias pero un conjunto de condiciones estructurales de vulnerabilidad social les impide alcanzar una salida definitiva.

Según la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, el porcentaje de ingresos laborales en el total de ingresos es de 69,6% en mujeres mientras que en los varones llega al 82,7%. A su vez, el 47,6% de los hogares tiene a una mujer como principal perceptora de ingresos del hogar.

Si nos detenemos en las tasas de actividad y el nivel de empleo, las brechas se agrandan siendo, respectivamente, de 58,9% y 53,5% en las mujeres y de 71,7% y 66,6% en los varones. Asimismo, es importante destacar que la brecha salarial entre géneros en la Ciudad de Buenos Aires es del 23,2% y se eleva a más del 31% si hablamos del sector Comercio.

En cuanto a la participación política, si bien las mujeres de la Ciudad de Buenos Aires alcanzan prácticamente la paridad legislativa (más del 46%), el porcentaje de direcciones generales y cargos superiores en el GCBA sólo alcanza a un 35%.

Por último, y a modo de ejemplificación de uno de los tantos tipos de violencia, el 58,5% de las porteñas han manifestado sufrir algún hecho de violencia. Sin embargo, sólo el 26% lo ha denunciado frente a un organismo público (2018).

Inmenso es el trabajo que queda por delante en cuanto a la medición y registros de estadísticas que contemplen a las personas trans.

Participación política plena, igualdad económica, autonomía de los cuerpos, erradicación de las violencias, reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, inclusión tecnológica y goce equitativo de los derechos económicos, sociales, culturales y colectivos son sólo algunas de las líneas de trabajo que desde Fundación Urbe llevamos adelante.

Una única certeza nos mueve: la perspectiva de género debe atravesar a la totalidad de las políticas públicas y los presupuestos destinados a ellas.

Fotografía: Camila Súnico